Los Boston Celtics y su maldita «suerte irlandesa»

Repasamos la época más negra de la franquicia de Massachusetts

ireland-698194_960_720

Podríamos pasarnos días hablando de la rica historia de los Boston Celtics, y en ella, encontraríamos miles de anécdotas y referencias de aciertos y situaciones gloriosas que atravesaron la totalidad del tiempo de vida de la NBA. Todo el mundo es consciente que la franquicia de Massachusetts es la más laureada de la liga, con 17 banners que cuelgan en el techo del TD Garden atestiguando los éxitos, victorias y buenas decisiones de dirigentes y jugadores que transformaron a un equipo, en leyenda viviente del baloncesto mundial.

Pero sería muy fácil ponernos a escribir sobre épocas de antaño, cuando Bob Cousy y Bill Russell dominaban la liga, cuando John Havlicek anotaba de cualquier posición, apoyado en la maestría de Jo-Jo White, o de aquel rubio con la #33, que transformó el basket moderno para siempre con sus batallas épicas contra el gran Magic, no… no lo nuestro siempre son las cosas retorcidas y complicadas, por eso en este artículo vas a leer cosas como lesiones, muertes, malas decisiones, alcoholismo, drogadicción, y Rick Pitino, que es como hablar de todo lo anterior a la vez, personificado en entrenador y General manager.

Si algo caracterizó a los Celtics durante sus primeras décadas de vida deportiva, fue la gran cantidad de aciertos y buena fortuna con la que contó. Arrancando por la llegada de “carambola” de Cousy, hasta la «apuesta» de Russell, pasando por la confianza como medio para elgir a Havlicek (Red se dejó llevar por los consejos de un amigo) o traspasos míticos de rondas por jugadores de la mano de un Auerbach, que parecía convertir en oro todo lo que tocaba.

Pero todo lo que sube, tiene que bajar y como si fuera una venganza de Zeus o el final de una tragedia griega, las cosas empezaron a cambiar para mal en un sinfín de mala fortuna y pésimas decisiones, que fueron acumulándose con el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días.

El inicio de todo se remonta a 1986, cuando Auerbach saca de la galera otro de sus ya acostumbrados movimientos desde el despacho y consigue el pick numero 2 a cambio de Gerald Henderson.

Con la euforia del título recién conseguido (contra los Houston Rockets) todo era entusiasmo al saber que Len Bias, una de las mayores promesas universitarias, recalaría en Massachusetts para acompañar al bigthree y tomar la posta de Bird cuando este se retirase. Pero nada de esto sucedió y Bias nunca llegó a ponerse los cortos de los Celtics, ya que fallecería por sobredosis de cocaína unos días después de ser seleccionado por el equipo.

Con la tragedia sobre la cabeza como una nube tapándolo todo, los orgullosos verdes sorteando mil lesiones y tras pasar milagrosamente las semifinales de conferencia, cayeron ante los Lakers… porque sí, no se puede empezar una racha de 30 años de desgracia sin arrancar perdiendo contra tu eterno rival, así funciona todo esto.

Al año siguiente se trató de hacer el mismo movimiento con Walton, trayendo un veterano consagrado para poder pelear por el anillo, pero esta vez Artis Gilmore apenas pudo jugar 521 minutos en temporada regular y solo 86 en playoffs. Los Bad Boys con Thomas, Rodman, Laimbeer y Mahorn fueron demasiado para unos desgastados Celtics.

En la temporada 88-89, los de Massachusetts afrontaron otro año cargado de lesiones, esta vez Bird con un problema en el pie (que arrastró toda la temporada) quedó expuesto ante Detroit, que pulverizó a un equipo que venía con peleas en el vestuario (lucha entre veteranos y jóvenes) y que no encontraba la manera de ayudar a los ya desgastados Bird, McHale y Parish.

Ante la inminente reconstrucción, Auerbach traspasó a Danny Ainge a los Kings a cambio de Joe Kleine, del cual se esperaba que fuese el sustituto natural de Robert Parish. El tiempo fue veredicto del error cometido, al traer a un jugador que promedió en su carrera (4.9 pts y 4.1 reb). La ausencia de Danny Ainge, que era parte importante del recambio de veteranos profundizó el desgaste de los mismos, sumado a que Brian Shaw se fue a Italia tras un conflicto con la franquicia que llegó hasta los tribunales de justicia.

Los 90 serían como el abismo en el que cayó Gandalf peleando con el Balrog, frío, oscuro y lejos del anillo. Con el retiro de Larry Bird acosado por su espalda, los Celtics navegarían entre la desgracia y las malas decisiones, como en el “Barco de la medusa” de Géricault.

barco medusa

Reggie Lewis, recientemente nombrado capitán, ante la ausencia del retirado #33, caería inconsciente en pleno juego de playoffs frente a los Hornets. Diagnosticado con un problema en el corazón y después de recibir el alta médica tras un breve tratamiento, fallecería en las instalaciones de entrenamiento del equipo.

En apenas seis años, el proceso de reconstrucción planificado por el cerebro de “Red” se esfumaba producto de dos muertes evitables. 

kbPor si fuera poco, en el «NBA Draft de 1996», uno de los mejores que se recuerdan en los últimos 20 años, la franquicia verde, que contaba con un pick 6 proveniente de los Dallas Mavericks, deja escapar a un talentoso base canadiense a la postre dos veces MVP y a un joven nacido en Philadelphia proveniente del instituto, pero que pareció no convencer durante el workout.

 

Durante el año 95-96, la apuesta fue el bochorno más grande que se recuerde en la historia de la franquicia, con ML Carr a la cabeza y ante el conocimiento del arribo a la liga de un tal Tim Duncan, el plan fue claro y contundente por parte de técnicos y dirigentes (Auerbach ya se había alejado) había que obtener el pick número uno para empezar a construir alrededor del que sería el jugador que dominaría la liga en los próximos años.

Lo ridículo fue cómo se hizo y las artimañas y métodos que se utilizaron. Todo salió a la luz años después, cuando ex-jugadores declararon que los sobre-entrenaban para que estén cansados durante los partidos, o que se los sacaba cuando veían que estaban en una buena racha y otras artimañas de lo más escandalosas y antideportivas. El resultado fue de 15 victorias – la peor marca de la franquicia en la historia – pero el karma es inmisericorde, la lotería benefició a unos San Antonio Spurs que se hicieron con los derechos del mejor power forward de la historia (la suerte irlandesa vió).

Pero esto no termina aquí, señor lector. Los Celtics cayeron en el sorteo al puesto número tres, pero también tenían la elección número seis, por lo que aun así se podía reconstruir con buenos jugadores teniendo en cuenta la calidad del draft.

Con el pick número tres los de Massachusetts seleccionaron a Chauncey Billups (ya hablaremos de él más tarde) y con la seis a Ron Mercer, jugador de Kentuky y pupilo de Rick Pitino, recientemente nombrado entrenador y General Manager de los Boston Celtics.

Lo que se había ideado como un comienzo de cero, de la mano de un exitoso entrenador universitario, al que se le firmó un contrato multimillonario y se le dio el control total de la franquicia para que devolviera a Boston a su antigua gloria, fue una sumatoria de decisiones irresponsables, malos asesoramientos, imposiciones de egos propios por sobre el interés común, etcétera, etcétera, etcétera.

Su primera decisión cuestionable fue draftear a Mercer sobre jugadores como T-Mac pero, no contento con ello, traspasó al recién llegado Chauncey Billups, que solo llevaba ¡¡seis meses en la franquicia!! a cambio de Kenny Anderson, Zan Tabak y Popeye Jones.

En sus años al frente de la institución más laureada de la NBA, Pitino tomó decisiones más que cuestionables como general manager, que afectaron su labor como director técnico y que solo sirvieron para empeorar la relación con la prensa deportiva de la ciudad, habituada a las glorias del pasado y de cara a un presente que marcaba lo lejos que estaban de esos tiempos.

Tras la marcha del entrenador, solo la decisión de draftear a Paul Pierce en al año 98, queda como un legado positivo de su paso por la franquicia.

A comienzos de la década del 2000 la suerte parecía ir cambiando. La llegada de Chris Wallace a los despachos y Jim O’Brien (ex asistente de Pitino) al banquillo, devolvió a los Celtics a los playoffs tras varios años de ausencia, pero los Nets se impusieron en ambas oportunidades a los Orgullosos Verdes, ya capitaneados por Paul Pierce.

Pero cuando todo indicaba que se empezaba a gestar el resurgimiento, las malas decisiones acosaron a Wallace. Primero con el poco tino al utilizar las tres rondas del «NBA Draft 2001″ y luego a la contratación de Vin Baker (que tenía serios problemas con el alcohol) rompiendo la química del equipo que había llegado a las finales de conferencia.

Al año siguiente, los Celtics cambiaron de propietarios al ser adquiridos por unos Wyc Grousbeck y Steve Pagliuca, que dieron las riendas deportivas al actual General Manager, Danny Ainge.

El Danny Ainge 1.1 no es el renombrado General Manager que conocemos ahora. En su proceso de aprendizaje cometió varios errores (reconocidos por él mismo) como el traspaso de Antoine Walker y su repatriación un año más tarde (cuando ya sus problemas con el alcohol eran evidentes) sumado a esto, las elecciones del «NBA Draft 2005» (Gerald Green y Ryan Gomez) y su tensa relación con O´Brien que terminó con su renuncia a mitad de temporada.

Con la llegada de Doc Rivers y el mega traspaso y la adquisición de Kevin Garnett y Ray Allen los Celtics volvieron a la cumbre de la liga, obteniendo su décimo-séptimo campeonato luego de 22 años sin arribar a una final.

Pero lo que parecía ser el comienzo de una nueva dinastía fue nuevamente truncada por aspectos fortuitos como la lesión de Garnett en el 2009 que le impidió a los Celtics coronar un curso en el que se venían rompiendo todos los records de los últimos años.

Al año siguiente se volvió a las finales, pero esta vez la rodilla de Kendrik Perkins (pieza angular del equipo) dejó via libre para que Pau Gasol destrozara a los verdes en el sexto y séptimo partido truncando el anillo número 18.

Con la ilusión de estirar el proceso, que en un principio estaba pensado para tres años, se volvió a utilizar una vieja táctica, contratando veteranos de jerarquía para sumarlos al trio estelar. Shaquille O’Neal y Jermaine O’Neal no pudieron con sus problemas físicos y se sumaron al traspaso de Kendrik Perkins a mitad de año, dejando a Garnett solo debajo del canasto. Para rematar la desgracia, la lesión de Rajon Rondo en el tercer partido de la serie frente a los Miami Heat, terminó con las esperanzas verdes.

Ainge se planteó el traspaso de sus estrellas para iniciar el proceso de reconstrucción lo antes posible, pero le dio una nueva oportunidad al desgastado Big Three, que se quedó sin Jeff Green (reemplazante natural de Paul Pierce por un problema en el corazón). Luchando contra el desgaste físico (lesiones de Pierce, Allen) con un equipo sin recambio y tras una segunda parte del año épica, llegaron a la post-temporada.

Avery Bradley, que había aparecido como reemplazante de Ray Allen y se había convertido en pieza importante de esa gran campaña, cayó lesionado en la primera ronda contra Atlanta (perdiendo a su mejor defensor perimetral). Pese a las dificultades encontradas lograron avanzar hasta las finales de conferencia, donde el desgaste físico fue evidente, tras haber ganado tres juegos consecutivos a los Heats de Lebron James Wade y Bosh.

Todo parecía indicar que a la campaña siguiente con la recuperación de Bradley y Green, sumado al arribo de Jason Terry las cosas mejorarían, pero el vacío dejado por Perkins, nunca pudo ser cubierto y el rendimiento de Green no fue el esperado, cayendo en primera ronda de playoffs ante los Knicks de Carmelo Anthony.

En la noche del draft de ese año Danny Ainge, quien recordaba una y otra vez a Red Auerbach diciendo que se arrepentía de no haber traspasado a Bird-McHale-Parish cuando podía haber obtenido algo de ellos, apretó el gatillo y traspaso a su capitán Paul Pierce y Kevin Garnett a los Brooklyn Nets a cambio de jugadores y rondas de draft; iniciando el proceso de reconstrucción que estamos atravesando en el momento.

Contra todos los pronósticos y bajo un mar de críticas por el recuerdo nefasto del paso de Pitino por la franquicia, contrato a Brad Stevens, cuya única experiencia eran sus años en la pequeña Universidad de Butler.

La apuesta a los giros de timón, fue reemplazada por la ética de trabajo impuesta por Kevin Garnett, y continuada por Brad Stevens. Este mandato, que parece regir como tabula rasa en estos celtics del nuevo siglo, parece ir apartando esa “suerte irlandesa” que persiguió a la franquicia en los últimos 30 años.