Lakers rompe su racha en la última gran noche de Kobe Bryant
Minnesota Timberwolves 115 - 119 Los Angeles Lakers
Llegaban los californianos con la mayor presión de los últimos años encima de sus hombros, esa que marcaban las prisas por quitarse de encima la peor racha de derrotas consecutivas desde la década de los 90. Una más significaría el foso, ese que les convertiría en el equipo púrpura de la historia con la peor racha de la historia, y en solitario.
De nuevo parecía que la noche era propicia para la victoria, llegaban los Timberwolves, su rival de esta noche, y quizás, con los Suns, su gran pareja de baile para decidir el colista del Oeste, en horas bajas. Los de Minnesota, con 4 derrotas en fila, y sin Kevin Martin, Nikola Pekovic y Kevin Garnett, parecían la víctima propicia para acabar con el mal de males de los de púrpura y oro.
Una vez metidos en harina, las previsiones del partido no tardaron en agarrarse al parquet, Lakers sabían que era su noche, que debían parar su alargada racha negra, que este plantel no quería caminar solo por el libro púrpura de los récords más nefastos de una franquicia llena de éxitos. Así, tras un primer cuarto de respeto mutuo, los locales llegarían al partido para quedárselo.
El cambio de chip llegaría desde la segunda unidad, en el segundo cuarto, donde los californianos tendrían sus mejores minutos de juego, multiplicando diferencias en el partido. Un periodo de final de primera parte, donde los de LA tendrían un parcial de +13, cerrando así una primera parte que sería por completo de púrpura y oro.
Los Timberwolves entre bajas y poco juego, en esa primera mitad, debían cambiar su actitud, dejarse llevar conduciría a una derrota más. Fue entonces, tras el descanso, cuando los visitantes apretaron los dientes, remaron hasta el final soñando con una remontada que apretase el marcador, provocando que el mal juego cambiase de acera.
Así fue, Lakers tiraban una ventaja que en algún momento fue de +16, mientras los Timberwolves no dejaban de crecer, y forzarían un nuevo final de infarto en el Staples. Fue allí donde la épica apareció, donde la leyenda se destapó, y donde de nuevo, Kobe Bryant se volvió vestir de La Mamba para decidir el partido.
En lo individual, fue una magnífica noche para Kobe Bryant, en lo que fue su mejor actuación de la temporada de largo. La Mamba firmaría 5 rebotes, 5 asistencias y 2 robos, pero sobretodo 38 puntos. Su actuación demostraría la grandeza como jugador, y sobretodo, su leyenda, cuando anotó 18 de los 27 puntos de los suyos en último cuarto, de los cuales, 14 fueron en los últimos cinco minutos de partido, que serían definitivos para la victoria púrpura final.
Kobe ganaría el partido en soledad, pese a sus 37 años volvió demostrar su grandeza como estrella NBA, pero antes del efecto final del partido, pudimos ver una buena noche de algunos de sus compañeros. Destacando un nuevo doble doble de Julius Randle, 15 puntos y 12 rebotes, o la facilidad ofensiva exterior con Lou Williams, 20 puntos, Jordan Clarkson, 16 puntos, y D’Angelo Russell, 18 puntos, este como líder evidente de la segunda unidad.
En la otra acera, la de la derrota, fue una excelsa noche para Andrew Wiggins, acabaría en 30 puntos, y sería una de las claves de la reacción visitante. La otra, la buena noche en la dirección de Ricky Rubio, que con 10 puntos y 15 asistencias, firmaría una buena actuación. Acompañándoles, Gorgui Dieng, con 19 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias, sigue demostrando ser un jugador a tener en consideración.
Pero pese al esfuerzo visitante, y ya para concluir, no pudo ser, la remontada de los de Minnesota se quedó muerta en la orilla. Mientras, el salvavidas de Lakers volvió a ser Kobe Bryant, quizás su última vez para salvar un naufragio mayúsculo de los suyos, o quizás no, lo que es evidente es que esta fue una buena noche de púrpura y oro. Y Cualquiera otra consideración, señores míos, hoy por hoy, está fuera de lugar.