Evan Turner, el primer milagro de Brad Stevens
El base ha sido clave en sus dos años en Boston
De todo lo que he escrito para el Despacho hay cosas de las que me siento muy orgulloso, algunas que borraría de carecer de conciencia, otras que hice para salir del paso y, por último, algunas de las que no me acuerdo en absoluto. Este es el caso de una noticia que escribí hace más de un año y que me recordó Álvaro Méndez en el podcast que hicimos para repasar el año 2015 de los Orgullosos Verdes.
La traigo a colación porque en dicha entrada hablaba sobre cómo Evan Turner era el jugador que estaba tomando el mando del equipo tras la salida de Rajon Rondo a los Dallas Mavericks. Este movimiento de situar al hasta entonces alero como base titular del equipo será el primero de los milagros que deberemos acreditar en el Vaticano el día que pidamos la beatificación de Brad Stevens. Y es que, para poner en dimensión lo que significó ese movimiento, pongamos un poco de contexto.
Evan Turner fue un base que deslumbró durante su periodo en Ohio State hasta el punto de ser elegido en segunda posición del «NBA Draft 2011» y de ser retirada su camiseta en dicha Universidad la semana pasada. Entre las característica de su juego destacaban un gran manejo de balón, buena visión periférica, un completo arsenal de movimientos al poste, y gran acierto desde la media distancia. También había otras que no destacaban tanto como una tremenda confianza en sí mismo, una defensa que si no era buena alcanzaba la cota de lo decente y, mucho más escondido, un gen competitivo que le hacía pasarse grandes horas mejorando su juego.
Mucho más evidentes eran sus defectos, y por eso resulta aún más sorpresivo lo acaecido durante los cuatro primeros años de su carrera en la NBA; hasta que se encontró con Brad Stevens. El de Illinois es un pésimo tirador de larga distancia. Da igual desde dónde tire, él falla hasta llevar sus porcentajes hasta el 29.8 % en toda su carrera y un vergonzoso 16.7 % esta temporada. ¿Qué decidieron hacer en Philadelphia, franquicia que lo drafteó, con un base que tira francamente mal de tres? Ponerlo de alero y alejarlo del balón. Pese a todo, como el equipo era uno de los mayores desastres que se recuerdan en la NBA tanto dentro como fuera de la cancha y sobraban los minutos a repartir: pasó de los 7.2 puntos, 3.9 rebotes y 2 asistencias en 23 minutos de su año de rookie, a los 17.4 puntos, 6 rebotes y 3.7 asistencias en 30 minutos que firmaba en los 76ers justo antes de que estos le traspasaran a los Indiana Pacers en otro movimiento destructivo.
Lo que pasó allí es por todo el mundo conocido e ignorado a la vez. Nunca una carrera sufrió tanto daño en dos meses sin un uso de las drogas o de la violencia física. Su llegada a los Boston Celtics a cambio de un sueldo ridículo en su primera salida a la Agencia Libre (6 millones de dólares por dos años) lejos de contentar a los aficionados, los enfureció. Danny Ainge había prometido fuegos artificiales y todo lo que llegaba al equipo era un alero suplente con fama de ser problemático fuera de la pista.
Pero llegó el traspaso de Rajon Rondo y Brad Stevens se encontró con un problema delante de sus narices: pese a tener un backcour más que decente con Marcus Smart, Avery Bradley, Jameer Nelson y James Young, ninguno de ellos era lo suficientemente completo para llevar el timón de los Boston Celtics con garantías. ¿Qué decidió hacer el joven entrenador de Indiana? Pues poner a aquel base que en su último año en la Universidad había promediado 20.4 puntos, 9.2 rebotes y 6 asistencias a jugar de base. Por primera vez, tras cinco años temporadas y media en la NBA, Evan Turner iba a jugar en su posición natural. De locos.
Hasta ese momento, los Boston Celtics llevaban un récord de 8 victorias y 18 derrotas. Tras la toma de mandos por parte de Turner el equipo acabaría la temporada con unos registros de 40-42, que se traducen en 32 victorias y 24 derrotas y una clasificación para playoffs. De propina dejaría tres triples dobles y dos canastas ganadoras claves para alcanzar la post-temporada. Nadie, desde Paul Pierce había conseguido nada parecido en la franquicia de Red Auerbach en los últimos 20 años.
Todo ello a cambio de 3.4 millones. Os invito a buscar entre todos los jugadores de la NBA a uno solo que haya aportado o esté aportando más a su franquicia a cambio de tan ridícula cantidad de dinero. Si, obviamente, eliminamos a los rookies de esta búsqueda, solo nos queda un nombre cuya aportación podría compararse a la de Evan: Tyler Zeller. Por lo que no solo las críticas vertidas a su persona son completamente absurdas, sino que también aquellas que se extienden hasta las oficinas de Ainge. A cambio de una trade exception y poco más de 5 millones de dólares, Ainge había traído 19.7 puntos, 10.8 rebotes y 6.9 asistencias por partido (y 3 game winners).
Para acabar de cubrir todas las críticas que recibe Turner de parte de algunos aficionados celtics, recordar que hay quien dice, quizás sin que le falte razón, que Evan Turner está cortando la progresión de Marcus Smart como base. Ante esto no hay números que puedan inclinar el debate hacia uno u otro lado. Solo hay sensaciones. Y las del año pasado fueron que Marcus Smart no estaba listo para asumir el puesto de base titular y que al lado de Turner encajaba como un guante, compensando cada uno las carencias del otro y eso se está notando también este año con ambos como líderes de la segunda unidad que está ganando gran parte de los partidos de los Boston Celtics. Así que, a mi parecer, Turner le quitó muchísima presión de encima el año pasado a un Marcus Smart que podría no haber dado la talla, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas físicos que arrastró durante toda la temporada. En resumen, no solo le quitó el saco de una responsabilidad prematura, sino que el poder ejercer su labor como creador desde la posición de alero le dejaba un hueco al rookie en el quinteto titular.
Quizás el futuro de los Boston Celtics no pase por las manos de Evan Turner, pero poco se le puede reprochar a un jugador que ha dado en cada momento lo que el entrenador requería de él. Es más, este año en lo que parece un intento de devolver el favor a Brad Stevens por «recuperarlo», empezó la pre-temporada queriendo ser un defensor más completo. Y lo está consiguiendo. Nunca será un all-star pero ni maldita falta que le hace.