
Vive el cumpleaños del mejor jugador de la historia
SomosBasket consigue un imperdible documento escrito
“Me cago en la puta, cada día cuesta más levantarse” lleva siendo desde los ocho años lo primero que pienso cada mañana. Lo segundo es que dónde se habrá metido mi dichoso mayordomo, parece mentira que tras años a mi servicio todavía no sepa que sin mis piernas ortopédicas no puedo salir de la cama. Aquí está, cada día la misma historia. Encima hoy me las ha traído sin haberlas barnizado con ese color caoba que tanto me gusta. Habrá que ser educado:
Gracias, Bynum.
Pobre desgraciado. Desde que lo dominé completamente en las finales de 2008 pasó a mi servicio y tras ocho años sigue teniendo la misma habilidad para cocinar que para tirar de media distancia. Al menos hoy parece que se ha currado el desayuno por ser mi cumpleaños: esos tornillos al aceite industrial estaban de muerte. Nos ponemos el traje de faena y al lío.
El tráfico no ha sido del todo malo para lo que acostumbra Boston, pero el dolor de cabeza que traigo es importante. Generalmente, nunca suelo encontrarme a más de dos o tres mil fans en mi camino a la televisión, pero con todo el revuelo ese de la ancianita se ha acabado formando una buena. La pobre mujer había dejado abierta la puerta del canario y el muy contumaz se escapó hasta el árbol del jardín. Vale que te escapes porque estás hasta las narices de comer pienso y ver cómo se marchita poco a poco tu dueña, pero quedarse en el árbol cantando es ya recochineo. Suerte que pasaba por ahí y al ver mis dos coma seis metros de estatura me pidió ayuda. Encantado, derribé el árbol de un cabezazo y cogí al pajarito en el aire como hiciera con todos y cada uno de los 1034 rebotes que atrapé en mi carera (por cierto: máximo histórico para cualquier jugador pelirrojo nacido en Long Beach, algo de lo que se habla poquísimo mi parecer). Como sea, el árbol al caer mató el gato de la señora y esta acabó dándome con el bolso, sin entender que en esta vida no se puede tener todo. Como Pau Gasol, que tiene una educación exquisita y es del Barça, pero tuvo la mala suerte de tener que enfrentarse a mí en aquellas finales de 2008 en las que dominé los tableros a pesar de lo mucho que me molestaba en la pintura el chiquillo ese negro que todas los partidos intentaba derrumbar la canasta como hiciera yo con el árbol. Todos-los-partidos. Dos cabezazos. Durante 1462 partidos. Eso son 2924 cabezazos. Sin éxito alguno. ¿Alguna prueba de que soy el interior más dominante de la historia entre todos aquellos que han sido bautizados con el nombre de Brian David? Finalmente, por suerte para la señora, esta vivía en una calle poco concurrida y solo había 25.000 fans míos que la acabaron reduciendo. A cenizas. Y el pájaro no me dio con el bolso, demostrando una templanza de caracter mucho mayor que la de su dueña.
Ya en el estudio, el señor ese tan simpático que comenta los partidos con el viejo Tommy me da una de sus pastillas para la jaqueca. Las lleva tomando desde que Heinhsohn le contó por quincuagésima vez en un día que Auerbach le ofreció a él el banquillo de los Celtics pero que lo acabó rechazando por no aguantar a Russell. Es una pena que se lleven tan mal esos señores, si tuviesen un mejor relación podrían competir con Kendrick Perkins y conmigo como la mejor pareja interior de los Boston Celtics. Oh, el bueno de Perkins, por supuesto, yo tenía una IQ mucho más alta que él, pero siempre envidié su atletismo, velocidad y movimientos al poste. Si yo hubiese tenido esa capacidad atlética nunca habría bajado de los siete puntos por partido. Pero dios no le pude dar todo a una sola persona, me tendré que conformar con ser el mejor jugador de la historia procedente del Highline CC. Tendré que llamarle un día a ver qué me cuenta, el tío es graciosísimo.
Es una pena que hoy no juguemos en casa de los Toronto Raptors, porque estoy seguro de que de haberlo hecho en el TD Garden me habrían cantado el “Cumpleaños feliz” en el descanso. Cómo ruge ese pabellón. Aún hoy me acuerdo de cómo el público suplicaba que Doc Rivers me pusiese más tiempo en pista, sin entender que hay una normativa de la NBA impedía que yo jugase más de 6 minutos por partido para que las casas de apuestas contemplasen el partido. Cuando se lesionó el señor ese de los cabezazos a la canasta y tuve que jugar de titular nadie podía pararnos: por eso pusieron la norma. A Doc Rivers le vino de perlas, porque él me prefería a mí, pero por lo visto al otro costó mucho esfuerzo traerlo. No sé lo que pasaría, solo sé que durante ese verano el señor que manda tenía la misma cara que el General Manager de los Bulls cuando consiguió que yo vistiese de rojo. También que llegó con un jugador malísimo que solo tiraba desde fuera de la línea redonda esa que hay en la pista y que da calambre en los gemelos cuando sales de ella. No era demasiado majo. Por eso Paul Pierce, un cachondo, le regaló unas rodilleras cuando se fue a Miami con LeBron. Todos nos reímos mucho en el vestuario con a broma. Hasta Perkins dejó de estar cabreado y el señor de los cabezazos de pegar a Glen Davis. No paraba hasta hacerlo llorar, entonces ponía cara de que todo estaba en su sitio y se iba a asustar a niños a la calle con Rondo.
Rondo me caía bien. Me pasaba el balón todo el rato porque los jugadores contrarios iban al por él porque conmigo no se atrevían y así yo estaba solo debajo de la canasta para meter el balón. No lo hacía siempre porque cuando defiendes a un nivel tan alto como yo, el jugador con el número 44 de los Celtics que más tapones ha puesto nunca, si metes muchos puntos luego los brazos se te cansan y no puedes parar a Odom hasta el desespero como hice yo en aquellas finales de 2008. La otra razón por la que me caía bien era porque también a él le daban calambres cuando salía de la línea redonda esa. Solo que en su caso era en los brazos, y los balones que le entraban al amigo de LeBron en este caso solían caer en las manos del cachondo de Kendrick. Lo pasábamos muy bien.
Puf, 38 añazos ya. Quién me lo iba a decir. En fin, a ver si empieza ya el partido de los Celtics y se lo cuento a los millones de personas que me ven en la tele. La verdad es que el equipo de este año me gusta mucho. Tienen a Zeller que se mueve igual que yo, a Evan Turner que ha heredado mi muñeca, y a Smart que es igual de duro en el poste alto que el mejor jugador de la historia jamás drafteado en la 34ª posición del “NBA Draft 2001”. Mirad, ahí viene Tommy.
“Ey, Brian, te he contado ya que Red Auerbach quería que yo fuese el entrenador de los Boston Celitcs tras su archa pero que…”