Neil Olshey, candidato a Ejecutivo del Año

Sus Blazers son la gran historia de la NBA en 15-16

No solo los Portland Trail Blazers no han sido el peor equipo del Oeste como se vaticinaba a principios de año, sino que van a meterse en Playoffs por tercera temporada consecutiva y además con la quinta mejor marca de la conferencia. Damian Lillard, la estrella de la franquicia de Oregon, es, probablemente, uno de los grandes responsables del hito, pero no se puede obviar al cerebro detrás de la reconstrucción relámpago de los Blazers, su general manager, Neil Olshey.

Tras conocer que se quedarían sin LaMarcus Aldridge a la apertura del mercado de agentes libres Olshey se encontró con lo que hubiera sido una situación muy complicada para muchísimos otros equipos en la NBA. Sin el  – por entonces – cuatro veces All-Star los Blazers perdían no sólo a uno de los mejores anotadores de la liga, sino que irremediablemente sin opciones de atraer a ningún otro jugador que le reemplazase de inmediato. 23,4 puntos, 10,2 rebotes se iban por la puerta dejando a Portland en una difícil tesitura para la que, sin embargo, Olshey estaba preparado.

El ex responsable de los Clippers tenía dos opciones: o bien ver cómo los Blazers se hundían y trataban de recuperarse al estilo de otros conjuntos via draft, estrategia popularmente conocida como tanking – y arriesgarse a decepcionar a Lillard y perder algunos de sus mejores años -, o tratar de apostar por jugadores jóvenes que quisieran construir algo juntos en Portland y quisieran quedarse en un equipo liderado por Lillard, uno de los mejores talentos de toda la NBA y de apenas 25 años. Se deshizo, o dejó marchar, del resto del bloque de los Blazers de Aldridge y rodeó a su estrella de apuestas con poco riesgo pero mucha proyección. La lista de movimientos es larga y dejó a Portland con la única certeza de Lillard:

  • Traspasó a Nicolas Batum (apenas 27 años, con un año más de contrato y promediando 11,2 puntos, 5,2 rebotes y 3,4 asistencias con 36,3% en triples en sus siete años en Oregon) a Hornets por Noah Vonleh y Gerald Henderson (en el momento del traspaso el primero era un novato muy joven que había decepcionado en su primera temporada en la NBA y el segundo ayudaba a facilitar el intercambio con su sueldo, nada más)
  • Traspasó a Steve Blake y los derechos de Rondae Hollis-Jefferson (sólido jugador en su debut con Brooklyn) a Nets por Mason Plumlee (cuya progresión estaba bloqueada por la presencia de Brook López) y los derechos de Pat Connaughton
  • Dejó ir a Aldridge, Wesley Matthews (28 años y 15,4 puntos, 3,3 rebotes, 2,2 asistencias, 1,2 robos y 39,4% en triples en cinco temporadas en Portland), Robin López (27 años y 10,5 puntos, 7,8 rebotes y 1,6 tapones en dos campañas con Blazers), Arron Afflalo, Alonzo Gee y Earl Watson
  • Firmó a Al-Farouq Aminu (escogido en el número ocho del draft 2010 por los Clippers en la primera decisión de Olshey como su general manager) por cuatro temporadas y 30 millones de dólares
  • Firmó a Ed Davis por tres años y 20 millones
  • Renovó a Lillard por el máximo: cinco temporadas y 120,4 millones
  • Mandó una segunda ronda protegida de 2020 (top 55, lo que quiera decir que sólo puede ser del número 56 al 60…) a Orlando por Maurice Harkless
  • Aprovechó su espacio salarial y se lo alquiló a los Cavaliers en este mercado de invierno recibiendo a Anderson Varejao y una primera ronda protegida de 2018 por una segunda ronda de 2020 también de Cleveland que estaba en poder de Blazers

La idea, como se puede ver, reside en que no se pueden desaprovechar años con un jugador del talento de Lillard, y Olshey se puso manos a la obra. Con la ayuda de sólidos jóvenes sin mucha oportunidad para brillar por la presencia de veteranos, como CJ McCollum, Meyers Leonard o Allen Crabbe (ahora duele que Will Barton esté despuntando en Nuggets, claro, pero la decisión de traspasarle a cambio de Afflalo para tratar de ir a por todas en 2015 parecía la correcta en su momento), Olshey se puso a construir algo duradero alrededor de su buque insignia. Por supuesto todas las acciones tomadas conllevaban riesgo, ya que ninguno de esas adiciones había demostrado demasiado en sus primeros compases como profesionales, pero la proyección estaba ahí y su edad los hacía contemporáneos de Lillard. Además, el hecho de que tampoco se hubiesen convertido todavía en referencias en la liga hizo que su precio, con el aumento del espacio salarial previsto, sea una ganga en años venideros, dando flexibilidad a Olshey para seguir apuntalando su escuadra.

Aminu era un jugador sin posición tras pasar por Clippers, Pelicans y Mavericks, pero también con un físico perfecto para el baloncesto moderno y un esperanzador tiro exterior que podría convertirse en un arma importante. Plumlee, a pesar de ser inteligente en defensa, no es una gran protector de aro y tampoco tiene tiro como para contrarrestar ese defecto, sin embargo tenía potencial para el pick n’ roll, lo daba todo en ambos lados de la pista y sabe dónde situarse también. Davis era otro antiguo primera ronda que se había quedado en poco, pero los Blazers creían que reduciendo su rol podrían sacar aún más y el ex de Raptors, Grizzlies y Lakers ha demostrado ser un excelente defensor – también en el perímetro, algo fundamental en la nueva NBA – y también un gran reboteador, además de ser mucho más eficiente en ataque, concentrando su producción alrededor del aro. Harkless, tras tres años en Magic sin demostrar nada y con un futuro muy oscuro, no le costó nada a Olshey a pesar de ser una más de las antiguas primeras rondas de draft adquiridas en verano. Ahora es otro más de los aleros largos que pueden disparar desde cualquier sitio y correr la pista a disposición del entrenador jefe Terry Stotts.

Tampoco hay que olvidar que su decisión de confiar en Stotts ahora parece brillante, puesto que el natural de Iowa es otro de los culpables del éxito de los Blazers. Su esquema ofensivo ha sido adaptado a los puntos fuertes de Lillard y McCollum, y también ha sido capaz de encontrar sitio a los Leonard, Davis, Plumlee, Harkless y Aminu, que parecían una combinación muy difícil de congeniar cuando llegaron antes de comenzar el año. También hay que reconocerle el mérito de transformar a Henderson en gran contribuyente desde el banquillo tras haber venido simplemente como facilitador de un traspaso, o el hecho de darle el rol de base de la segunda unidad a McCollum para mantener siempre el ataque funcionando a alto nivel. Y a pesar de haber dado pasos agigantados en la reconstrucción del equipo, Olshey siguió buscando maneras de mejorar, como ese alquiler de espacio a Cavaliers que les da una primera ronda de draft para ayudar a suplir la que enviaron a Denver el invierno pasado.

Ahora Portland tiene 12 jugadores alrededor de 25 años, y también tiene espacio para hacer cualquier cosa en la próxima offseason, gracias también a que los Thunder igualaron la oferta que le hizo Olshey a Enes Kanter – por el máximo, para un jugador de banquillo ni más ni menos -. Si no se desvían del plan ni se emborrachan de éxito como les ocurrió a los Suns la temporada pasada, los Blazers tienen una estrategia sostenible a largo plazo en marcha que es la envidia de muchas otras franquicias en la NBA.

Tener a Lillard ayuda, por supuesto, pero Olshey ha conseguido en sólo unos meses convertir a una escuadra sin rumbo en un prometedor equipo con un plan muy interesante y con funcionamiento probado en un tiempo cortísimo. Otros conjuntos, como les ha pasado a los Pelicans o Timberwolves, desaprovechan el hecho de tener un talento de tal nivel y juventud – Anthony Davis, Chris Paul Kevin Love – y acaban con muchas probabilidades de perderlo por nada, y sin embargo los Blazers han generado un ambiente perfecto para su estrella y que además encaja a la perfección fuera de la pista.

Por todos estos motivos, Olshey merece el premio a Ejecutivo del Año.