Análisis de temporada 2015-16: Los Ángeles Lakers

Un adiós al más grande entre derrotas y decepciones

Adrián Rodríguez (cc)
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Un verano con caras nuevas y juventud

Adrián Rodríguez (cc)
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Tras la desastrosa temporada 2014-2015, con la lesión de Kobe Bryant en el rotor de su hombro, la lesión en el primer partido de temporada regular de Julius Randle, flamante número 7 del Draft, y con el peor récord en la historia de la franquicia, el consuelo nos vendría en forma de número 2 en el Draft. Todas las apuestas llevaban a que Lakers escogería a un pívot que podría marcar el futuro de la liga, con grandes movimientos y envergadura como Jahlil Okafor, ya que el número uno se lo llevarían los Wolves con Karl Towns. Pero en una liga que esta cambiando hacia el small ball y dominada cada vez más por los bases y jugadores exteriores, la gerencia de Lakers apostó por el mejor jugador de perímetro del Draft, D’Angelo Russell. En su segunda elección los Lakers movieron ficha por Larry Nance Jr y en la último momento, fichamos al undrafted Robert Upshaw, quien sería asignado a los D-Fenders.

El jóven Russell se unía a Jordan Clarkson en el backcourt del equipo pasando Kobe Bryant así a la posición de alero. La posición de pívot quedaba huérfana y fue así como Roy Hibbert recalaría en el equipo, además del agente libre Brandon Bass. El intento por convencer a LaMarcus Aldridge de que se vistiera de púrpura y oro pareció un quiero y no puedo a la vez de un «quiero pero no quiero» y el poste firmó con unos Spurs mucho más pegados al anillo en estos años. Kupchak se movió bien para convencer al mejor sexto hombre de la liga, Lou Williams, como refuerzo y veteranía, un gran movimiento que hizo que pensáramos que no todo estaba perdido. Y así comenzaba una temporada en la que todos esperábamos que no fuese la última de Kobe Bryant, la vigésima, aunque las dudas empezaban a comer el terreno.

 

Una nueva temporada de transición que acaba convirtiéndose en un escenario de despedida

Adrián Rodríguez (cc)
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Si la pasada temporada ya fue de transición, que acabó convirtiéndose en un tanking de cara al draft, en esta ha tenido tientes diferentes. Por primera vez contábamos desde el principio con todos los jóvenes sanos, y Kobe Bryant dispuesto a aguantar todo el año. Con todas las piezas, Byron Scott tendría como objetivo mejorar el año pasado en victorias y acercarse al menos a puestos de playoffs, o por lo menos intentarlo. Pero la temporada comienza con derrota tras derrota y un plan de juego muy pobre, sin ningún tipo de sistema ofensivo y con una defensa muy pobre, lo que empieza a ser un claro síntoma de que las cosas no iban a cambiar tampoco este año. Con la desilusión y decepción aún vigentes, el aficionado Laker se aferra a dos cosas: una son los jóvenes, sobre todo en la figura de un Clarkson siempre regular en su juego, y con mayor ilusión en Randle y Russell, quienes empiezan a dar muestras de su potencial. Y la segunda es la de siempre, Kobe Bryant, verle jugar, que para nosotros ya es un milagro tras tanta lesión, y un regalo extra.

Pues bien, llega el momento clave de la temporada: Kobe Bryant anuncia su retirada, justo unas horas antes a un partido en casa ante Indiana Pacers. El Mundo del baloncesto no habla de otra cosa, la carta de despedida de Kobe Bryant. 

Desde este punto, la temporada se centra en despedir a Kobe como merece, y las victorias pasan a un segundo plano. Puede estar mal para muchos equipos, que un jugador acapare tanto que pueda ser perjudicial para los intereses de su equipo, pero tal y como se desarrolla la temporada, camino a otro decepcionante peor récord en la historia de la franquicia, la oportunidad de despedir al mejor jugador de su historia como merece y a su estilo era lo acertado.

Cada partido fuera de casa era un adiós de la ciudad de turno a Kobe. Impresionantes homenajes, videos, introducciones y mensajes de personalidades. En Philadelphia el Dr. J le llevó al centro de la pista, le obsequiaron con una camiseta de Lower Merion (su instituto). En Charlotte, el mismo Michael Jordan le despedía con unas palabras muy emotivas. En Boston tuvieron el detalle de regalarle un trozo del parquet del Boston Garden, además de ofrecernos una de sus peores versiones que se distanciaba de nuestra mejor versión aquella noche para poder ganar una última vez en la ciudad de Boston, donde los Rookies mostraban poderío, y Kobe era una vez más decisivo. Una de las pocas alegrías esta temporada.

El equipo se escudaba en el farewell tour de Kobe Bryant para tapar sus carencias, y a su vez Kobe Bryant se daba el baño de aplausos en todos esos estadios donde lo odiaron durante 19 temporadas. 

Entre las jóvenes perlas, Julius Randle no se bajaba del doble-doble cada noche, D’Angelo Russell daba muestras intermitentes de su calidad y Jordan Clarkson, el más hecho de los tres siempre cumplía en la faceta anotadora. Todo iba bien en su aprendizaje hasta que Byron Scott quiso dar un toque de atención a D’Angelo y Julius, mandándolos al banquillo en favor de Larry Nance Jr y Lou Williams. El efecto conseguido en D’Angelo fue positivo, empezó a jugar mejor, pero en Julius, que no lo merecía, tuvo el efecto contrario. Tuvieron que pasar muchos partidos hasta que Scott quiso poner de nuevo el quinteto con los tres mosqueteros juntos. Fue entonces cuando D’Angelo empezó a explotar, con 1 mes de 20 puntos de media por noche, destacando aquella noche mágica de 39 puntos ante Brooklyn Nets y el famoso «Ice in my veins» que hizo creer a Lakerlandia que teníamos de verdad un angelito que sacar brillo en el futuro.

Llegaba el final y la recta final de la temporada, convertido en una oda a la mayor leyenda Laker. Los partidos se contaban como uno menos que poder ver a Kobe Bryant, hasta que llegamos al último en el Staples Center, ante Utah Jazz, donde pudimos ver la mejor actuación de despedida de un jugador en la historia. 60 puntos, con un estadio rendido, y un emotivo y brillante final a la carrera del genio. El baño de recuerdos, lloros y emociones, que ponen fin a una temporada desastrosa, la peor en la historia de la franquicia con una sonrisa contradictoria.

 

La estrella

Adrián Rodríguez (cc)
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Kobe Bean Bryant  siempre ha sido una pieza fundamental en todos nuestros proyectos en las últimas 20 temporadas. Y en su último año como jugador de baloncesto nos ha brindado partidos inolvidables. No ha sido su mejor temporada, pero, ¿qué jugador en su último año en la NBA tiene una temporada al nivel de sus mejores? Aún así, hemos podido disfrutar de momentos como los vividos contra Washington Wizards, Denver Nuggets, Minnesota Timberwolves, Boston Celtics, Houston Rockets o Utah Jazz, todos por encima de la barrera de los 30 puntos. Un jugador con una legión entera de lesiones durante su larga carrera, lesiones de todo tipo y en todos los lugares del cuerpo, graves y no tan graves, que han ido minando su juego y su físico, hasta llegar a la más grave, el tendón de aquiles, en 2013. Desde entonces Kobe Bryant decidió intentar volver a jugar, pero la normalidad dicta que no podría ser el mismo todos los días, solo por dosis pequeñas de veneno, y así fue. La última dosis la tenía reservada para su despedida, en el Staples Center de Los Ángeles, sin un sólo asiento libre, ambiente de Finales NBA en Los Ángeles y una expectación al nivel del récord de Warriors de 73 victorias. 60 puntos, con 15 de ellos en los últimos 3 minutos de partido para levantar 10 puntos de desventaja el sólo y dar la victoria al equipo que siempre ha vestido, una última vez, como si de un resumen se tratara. Nadie en su sano juicio podría criticar a la estrella que ha llenado los asientos del Staples durante dos décadas, se merecía un año para él, nos ha dado los mismos anillos que los conseguidos por Boston  Celtics en 40 años. Gracias Kobe por esos 17,6 puntos y 3,7 rebotes por partido de esta temporada, y por supuesto gracias por toda una leyenda en púrpura y oro.

 

La decepción

 

Adrián Rodríguez (cc)
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La decepciones de la temporada fueron muchas, empezando por el entrenador Byron Scott, quien se le dio otra oportunidad de intentar competir algo más en el Oeste y no fue capaz, esta vez sin lesiones, siguiendo por los ya habituales Nick Young y Ryan Kelly, pero el que más tirones de pelo ha causado ha sido Roy Hibbert, pívot que llegaba en el verano con palabras de veterano all star y que se va con palabras de frustrado de la D-League. Roy Hibbert, jugador dos veces All Star en el Este, cuando jugaba con los Pacers, venía a los Lakers con una oportunidad de volver a ser el que era, de rencontrarse a sí mismo, y más bien ha encontrado una realidad de juego que le sobrepasa, que no puede seguir, el small ball y juego rápido de la liga. Han sido muy pocos los partidos que Roy Hibbert ha dado la talla en esta temporada, contados con los dedos de la mano. Si quiere renovar este verano con el equipo, tendrá que adaptarse a un rol y un sueldo acorde a su nivel de juego, y si no lo hace… que busque un contrato fuera, pocos equipos se lo van a querer dar. 5,9 puntos y 4,9 rebotes midiendo más de 2’20 son números paupérrimos para un contrato decente. 

 

La sorpresa

Podríamos catalogar de sorpresa el rendimiento de Julius Randle, quien ha promediado un doble-doble en su temporada rookie (todos estamos de acuerdo en que la pasada no cuenta) con 11,3 puntos y 10,2 rebotes por partido, pero mentiríamos si dijéramos que es el jugador que más nos ha sorprendido, el que más ha sido su pareja de puesto en la cancha, Larry Nance Jr. Elegido en el número 27 del Draft, Larry Nance ha ido demostrando a lo largo de la temporada que puede tener un hueco en la NBA y en este equipo. Los intangibles son su fuerte, la garra en defensa, el rebote, estar en todos lados, y además aportar físico, con una gran potencia de salto. 5,5 puntos y 5 rebotes por partido en 20,1 min en pista son buenas estadísticas para el Rookie, quien si sigue así, será una pieza clave en los esquemas del futuro Los Ángeles Lakers. También podemos destacar a Marcelinho Huertas, quien tuvo una segunda mitad de temporada muy buena, haciendo jugar al equipo, y a un Tarik Black que sin duda merece muchísimos más minutos de juego, es garra, pasión y esfuerzo en la pista.

 

La ilusión

Fuente: Adrián Rodríguez (CC)
Fuente: Adrián Rodríguez (CC)

La ilusión de estos Lakers sin duda la ponen los tres jugadores en los que más esperanzas hay puestas. Sin orden de preferencia, Julius Randle, D’Angelo Russell y Jordan Clarkson. Los tres han tenido diferentes temporadas, pero con muestras de un futuro prometedor. Clarkson ha seguido la línea marcada la temporada pasada y ha sido el más regular de los tres, 15,5 puntos y 4 rebotes por partido en 32 minutos de juego. Julius Randle ha promediado 11,3 puntos y 10.2 rebotes por partido en 28,2 minutos, dejando ver la bestia que puede llegar a ser en poco tiempo, y por último, quizás el que menos ha destacado ha sido D’Angelo Russell, el flamante número 2 del pasado Draft, que con tan sólo 20 años aún tiene mucho que aprender de la liga y del juego. Con partidos muy buenos, sobre todo en los últimos dos meses de competicion, no bajando de 20 puntos y con un 55% en triples, acabó demostrando que puede llegar a ser una estrella de la liga, pero queda mucho aún. Sus números son unos 13,2 puntos 3,4 rebotes y 3,3 asistencias por partido en 28,2 minutos de juego, números que si pensamos de cara al futuro, con un Russell más maduro y que explote… podrían parecerse a un triple- doble.

Factores positivos y negativos

PositivoPoder vivir una última temporada de Kobe Bryant, con partidos de más de 30 puntos y sobre todo ese último ante Utah Jazz con 60 y la despedida que merece. Además de ver evolucionar por momentos el juego de Clarkson, Russell y Randle, además de Larry Nance Jr y Tarik Black. Son los cinco jugadores que ilusionan.

NegativoEl peor récord en la historia de la franquicia, no saber llevar bien a los Rookies durante partes de la temporada, mala imagen por toda la liga salvo algunos rayos de luz y un sinfín de dudas con el futuro del equipo.

 

Valoración SomosBasket (L.A. Fiebre Amarilla)

 

2,5