
Todos los grandes jugadores de la historia del baloncesto tienen algo en común: quieren ser los mejores, competir contra los mejores y ganar, sin importar nada más. Los dos máximos exponentes de querer competir siempre al máximo en el baloncesto sin duda han sido Michael Jordan y Kobe Bryant. Ambos juntaban talento y un espíritu competitivo enorme. Esto último es algo que se lleva en la sangre, lo tienes o no lo tienes. Y Damian Lillard lo tiene.
A Damian Lillard desde que aterrizó en la NBA, siempre se le ha tratado con desprecio. Pero este año ha sido un no parar. ¿Os podéis creer que no fuera seleccionado para el All-Star? Aún me tiro de los pelos solo de pensarlo. Pero eso a Lillard le mola, le incita. Le incita a demostrar el error de los aficionados que no le votaron y de esos «expertos» que le dejaron fuera. Pero bueno, 51 puntos contra los Golden State Warriors, todos retratados y él tan tranquilo. Con los «expertos» que forman el Team USA que no le metieron en su pre-selección de 30 jugadores ya ni me meteré.
Lo que hace que Damian Lillard esté callando bocas cuando le de la gana es precisamente por ese gen competitivo que Dame lleva dentro. Cuando más lo des por muerto, lo infravalores o ni lo tengas en cuenta, él te callará la boca. Es así de simple. En su cabeza no entran las críticas, tan solo entran dos palabras: competir y ganar.
Ahora, a parte de para callar a todo el mundo, ha llevado a su equipo a donde nadie podía imaginar. A luchar-le de tú a tú las semifinales de conferencia oeste a los todopoderosos Golden State Warriors, cuando se suponía que tenían que luchar con los Philadelphia 76ers o Los Ángeles Lakers por el número 1 del draft. Que si, que si, que el tal Stephen Curry está lesionado, pero Draymond Green y Klay Thompson están en modo superhéroes, pero eso ya lo sabíais, porque ellos son de los Warriors y claro, molan, no como Lillard que juega en los pobres Blazers.
Y esto último nos lleva de nuevo al gen competitivo de Lillard. A finales de diciembre, los Blazers estaban debajo del 50% de victorias y Damian Lillard dijo basta. O como dice su compañero en el backcourt » se le iluminaron los ojos de esa manera». Es decir, se encendió su gen competitivo.
Desde entonces ha ido dando pasos de gigantes estirando hacia arriba a sus compañeros (junto a Terry Stotts y el MIP McCollum, si). Pero en estos playoffs Damian Lillard está siendo demasiado. Un poco irregular, si. Pero lo compensa compitiendo cuando más se le necesita. Ha sacado a relucir su gen competitivo al máximo.
Primero contra los Ángeles Clippers (que inocentes ellos). El 2-0 que consiguieron en los dos primeros partidos era contundente y muchos ya se las veían felices con Portland eliminado y una hipotética serie de máxima rivalidad entre los Warriors y los Clippers. Y de nuevo Lillard. Si, hubieron las lesiones de Chris Paul y Blake Griffin al final del cuarto partido. Pero los Blazers dominaron la serie desde el inicio del tercer partido hasta el final del sexto. Y en los dos primeros si que estuvieron Paul y Griffin.
Pero para ello fue necesaria la actuación de Dame Lillard, si ese que nadie veía capaz de hacer nada ante Chris Paul, pero que en el tercer y cuarto partido dirigió al equipo hacia la victoria con su dirección del juego y liderazgo. Ese que en el quinto partido, en el Stapless Center, anotó dieciséis puntos en el último cuarto cuándo la pelota quemaba y el marcador estaba apretado. Ese.
El mismo que, cuando todo el mundo pensaba que Steph Curry no tendría que volver hasta las finales de conferencia porque la serie ya estaba solucionada, le mete 40 puntos a los Warriors y encima se convierte en el primer jugador de la historia en anotar 40 puntos, capturar 5 rebotes, repartir 10 asistencias y sumar más de 5 triples. Ese mismo.
Y todo bajo esa mirada brillante que le sale cuando enciende su gen competitivo y le da por demostrar al mundo que no es un jugador más, que es un jugador único que va a dar lo máximo con el un solo objetivo: la victoria. Y me tenéis que creer, su máximo aún no ha llegado. Porque eso es lo que tiene tener dentro el dichoso gen del que ya estaréis cansados de leer, el gen competitivo. La gente va a seguir infravalorando a Damian Lillard o lo que es peor, lo comparará con Curry. Y entonces él responderá, sacando su gen competitivo a relucir de nuevo, con más fuerza, como una simple rutina sin fin.
Es por eso que os pido que lo infravaloréis, que os atreváis a decir que no se merece pertenecer al Team USA, ni que no es un base All-Star, o que la NBA le acabe dando ese trofeo que se da al mejor jugador de un equipo con el mejor récord a Stephen Curry, porque será entonces cuando Damian Lillard vuelva a callar a todo el mundo.