Avery Bradley: un recorrido a su carrera en Boston

De prospecto top a uno de los mejores defensores NBA

Avery Bradley, jugador más veterano y capitán oficioso de los Boston Celtics (FOTO: MARK RUNYON CC)
Avery Bradley, jugador más veterano y capitán oficioso de los Boston Celtics (FOTO: MARK RUNYON

Avery Bradley era considerado en su tiempo en la preparatoria de Henderson International School uno de los jugadores más codiciados de la NCAA. Llegó a Texas con la responsabilidad de responder a las expectativas generadas, pero no tuvo un gran año, e inmediatamente se presentó al draft del 2010, contradiciendo lo que para muchos era una decisión arriesgada si tenemos en cuenta que no había logrado demostrar todo lo que se esperaba de él.

Los Celtics por ese tiempo venían de perder una final  y contaban en el plantel con personajes del calibre de Paul Pierce, Ray Allen, Shaquille O´neal  y Kevin Garnett. Doc Rivers (por entonces técnico de los verdes) usó su pick número 19 para seleccionar al escolta de Tacoma, confiado que con trabajo podría extraer lo mejor de él.

Bradley era un anotador demoledor en sus tiempos de preparatoria (tengan en cuenta que según los especialistas se esperaba que fuese una elección top para el draft del año siguiente), había liderado a su colegio al campeonato nacional – participado con gran éxito del prestigioso McDonald´s all american game (donde ganó el concurso de volcadas) – y se esperaba que en un programa de prestigio como el de Texas, terminara de modelar lo que parecía ser un escolta de élite.

El paso a nivel universitario no fue del todo fructífero (11.6 pts por partido) pero aun así, en Massachusetts, creían que había suficiente potencial latente para como que en algún momento explotase y diera todo lo que se esperaba de él.

Sus comienzos no fueron nada fáciles, hay que tener en cuenta que los Celtics eran junto con los Heat (y su recientemente creado Big Three) quienes se esperaba comandasen la conferencia Este ese año, por lo que sus primeros días estuvieron lejos de ser tranquilos en Waltham, rodeado de gente con el carácter de Rajon Rondo y Kevin Garnett.

“Estaba muy asustado, entraba al vestuario y no podía hablar, Ray Allen jugaba para los Seattle Super Sonics cuando yo estaba en séptimo grado. Shaq había debutado en 1992 y yo había nacido en 1990. Entré ahí y no hablé durante semanas»

Sus entrenamientos no iban mucho mejor, intimidado ante la avasalladora personalidad de un Garnett que suele ser muy estricto con los rookies.Bradley evitaba participar directamente en las acciones de juego, para no tener que lidiar con las reprimendas del una vez NBA MVP.

En una oportunidad Rondo sacó un contragolpe y dejo a Bradley de cara al aro:

“Estaba ahí solo y fallé el tiro, KG me maldijo de arriba abajo y cada vez que me veía me lo volvía a repetir”.

Cuando quiso darse cuenta ya estaba en la liga de desarrollo tratando de encontrarse a sí mismo como jugador profesional. Los Red Claws lo acogieron con los brazos abiertos, mostrando que lo que se preveía en él estaba ahí y había que sacarlo de alguna forma (17.1 pts, 4.8 reb, 5.2 ast) le sirvieron como boleto de retorno a los Celtics.

El jugador dubitativo que se había ido a Maine no era el que había retornado a los Celtics y así lo hizo saber, cuándo Doc Rivers tuvo que terminar dos prácticas antes de tiempo, después de que Bradley le enterrara sendas pelotas en la cara a Shaq y Perkins.

“En ese momento Rondo y KG me dijeron, ahora sí estás listo para la liga. KG había hecho mucho por mí y no me había dado cuenta”.

Las lesiones y traspasos mermaron a ese equipo, que terminó cayendo en semis de conferencia frente a los Miami Heat de Bosh, Wade y Lebron. Su primer año fue completamente de aprendizaje, entre la liga de desarrollo y los viajes al mercado para comprar la mermelada favorita a Garnett; charlando y tratando de absorber todo lo que podía de sus salidas a comer con Rondo.

La puerta de acceso a liga estaba ahí, pero una plantilla veterana y con muchos minutos en la rotación le negaban el tiempo que necesitaba para demostrar que estaba listo. Doc Rivers lo había probado varias veces de armador, pero claramente su manejo de pelota y lectura de juego no eran las indicadas para dicha función.

A mediados de su segunda temporada una fatalidad le despejó el camino y le dio la oportunidad que tanto deseaba, Ray Allen sufría una lesión en el tobillo que lo dejaba fuera de las canchas por un tiempo prolongado. Con la seguridad de saber que contaría con minutos sostenidos y sin la presión de que podía ser reemplazado, el escolta de Tacoma fue un soplo de aire fresco para un equipo que había hecho una primera parte del año muy alejada de las expectativas.

La entrada de Bradley en la formación titular, junto con Rondo, Pierce, Garnett y Brandon Bass cambió la forma de juegar del equipo, llevando la faceta defensiva a su nivel más extremo. Catalogado por los periodistas del momento como “Game Changer” y siendo juez y parte del cambio, Bradley mostró que estaba a la altura de los «Orgullosos verde.

El romance con la parcialidad del TD Garden fue inmediata, Bradley abrazó su roll de perro de presa y tirador de las esquinas a la perfección, desplazando al mismísimo Allen a la banca, e incluso casi afuera de la franquicia (estuvo a punto de ser traspasado a Memphis).

Los Celtics parecían haber encontrado la pieza que les falta para derrotar a los Heat, dos triunfos consecutivos contra los de Florida, con sendos partidazos del escolta, anulando a Wade y aportando su granito de arena en ataque, llenaban de esperanzas a la parcialidad verde.

Cuando todo indicaba que iba sobre ruedas la maldita suerte irlandesa dejó fuera de sus primeros Playoffs al escolta tras dislocarse el hombro en la serie de primera ronda contra los Hawks. Sus compañeros harían el trabajo hasta finales de conferencia, pero sin su arma secreta sería muy difícil, aunque acorralaron a los Heat hasta un séptimo partido (con Bradley en plenitud quien sabe cómo hubiese sido la historia).

Su paso por el quirófano lo alejó de las canchas hasta entrada la temporada siguiente, con un equipo ya desgastado, que caería en primera vuelta ante los Knicks, pero no sin antes dar batalla hasta el último segundo en aquella remontada truncada que marcaría el final de la era del big three en Massachusetts.

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El verano dejaría a Bradley en una situación que no conocía hasta el momento, iniciaba la reconstrucción de la franquicia con la partida de Garnett y Pierce a los Nets, un Rondo que volvía de una operación mayor en su rodilla… y un técnico nuevo sin experiencia en la NBA.

De ser una pieza más a ser uno de los jugadores principales del plantel. Tuvo que transformar su roll dentro de una franquicia que le renovaba su contrato – no sin ser acusado de estar sobrepagado ¿lo recuerdan? Irrisorio a esta altura. Con esa carga sobre su espalda, firmó su mejor año, hasta el momento, promediando 15 puntos y un 39 % en triples.

El segundo campeonato de Stevens a cargo de los Celtics le daría un roll más activo en la parte ofensiva, descansando su defensa en las manos de Marcus Smart, sin dejar de lado la suya (hello, Rajon). Con la capitanía en su poder, el escolta de Tacoma se propuso, tras un año en lo numérico, demostrarle a la liga que era el mejor defensor perimetral de la misma (siendo seleccionado para el segundo mejor quinteto defensivo). Con el reconocimiento de sus pares (Damian Lillard, Stephen Curry, etc) finalmente el galardón de All defense team llegó al número 0 de los Celtics.

Lejos habían quedado aquellas tardes de frustración cuando Garnett intimidaba su juego en las prácticas, ahora es EL MEJOR defensor perimetral de la liga y el segundo mayor anotador del equipo. Otra lesión frustró lo que parecían ser unos Playoffs prometedores, pero sabe bien que en el fondo aquellos comienzos duros con KG lo llevaron hasta lo que es hoy, y no por eso olvida su respeto y admiración por quien inculcó una mentalidad de culto al trabajo que él representa y porta en estos Celtics modelo 2016.

Bradley abrazó una personalidad de bajo perfil, pero con una confianza que raya lo Napoleónico, no es de aparecer mucho en entrevistas, ni si quiera tiene presencia en las redes sociales, pero cuando las hace, denota un nivel de confianza extrema en su juego

“Soy el mejor defensor de esta liga”, Ni Irving, ni ninguno de los escoltas top de esta liga me intimidan”

Esto lo mamó en aquellos días con KG y sabe por experiencia propia que es lo le permite destacar en esta liga. El camino ha sido duro para el capitán de los Celtics, pero cuando mira esa camiseta 21 de los Wolves colgada en su casa, recuerda que esa dureza de su mentor tenía un propósito y que en el fondo era por su bien.

Garnett le escribió una nota: “te quiero hombre, esta camiseta es para vos, sigue trabajando duro”. Y vaya que lo ha hecho.