Ray Allen anuncia su retirada con una carta a su «yo joven»

el jugador dice adiós en The Players' Tribune

Ray Allen
Ray Allen pone fin a sus días como profesional. Simplistic.designs (CC)

«Querido Ray Allen de 13 años,

Cuando bajes del bus del colegio mañana, entrarás en un mundo totalmente nuevo. Esto no es nada nuevo. Cada vez que tu padre es asignado a una base de la Fuerza Aérea, debes decir adiós a tus amigos y comenzar una nueva vida. Es la misma rutina cada tres años más o menos. Nuevo colegio, nueva cultura, nuevas caras.

California del Norte. Después Alemania. Después Oklahoma. Después Inglaterra. Después California del Sur.

Y ahora, Dalzell, Carolina del Sur.

Te has acostumbrado a ser el chico que nadie conoce. La mayor parte de tu existencia ha consistido en encontrar nuevos amigos, intentar enseñarle a las personas que eres buena gente y que no quieres hacerles daño. Estás acostumbrado a ser un desconocido.

Te has vuelto realmente bueno en ello.

Esta vez, sin embargo, es diferente. Estamos a mediados del curso escolar. Todo el mundo conoce a todo el mundo a estas alturas. Estás en una edad complicada, y los niños son…

Los niños son crueles.

Has crecido en una casa con ambiente militar durante toda tu vida. Hasta el momento, todos tus amigos habían sido de familias parecidas. Caminabas por los alrededores del vecindario con tu identificación colgándote del cuello como si se tratara de un collar para perros, en caso de que algún miembro desconocido de la policía militar apareciera. Pasaste los primeros años de tu vida formándote en Gran Bretaña. Así que no te das cuenta, pero para algunas personas, hablas de una forma muy correcta.

Cuando bajes de ese bus escolar mañana en Carolina del Sur y abras la boca, estos niños te van a mirar como si fueras un alien.

‘Hablas como un chico blanco,’ dirán.

Mirarás por toda la escuela y verás grupos de niños emparejados, y sentirás que no tienes lugar.

Pensarás para ti mismo, ‘No lo entiendo, ¿quién se supone que debo ser?’

Voy a ser 100% honesto contigo. Me encantaría poder decirte que las cosas se harán más fáciles, y que te integrarás bien, y que todo va a salir genial. Pero no formarás parte de los chicos blancos, ni tampoco de los negros, tampoco de los nerds, ni siquiera de los idiotas.

Serás el enemigo de mucha gente simplemente porque no eres de los alrededores.

Esto será tanto la cosa más dura que jamás te pasará, como la mejor.

Lo que quiero que hagas es lo siguiente: ve a la cancha de baloncesto. Quédate en la cancha de baloncesto. Puedes construir toda tu existencia justo ahí.

El mundo es un sitio mucho más grande que Dalzell, Carolina del Sur. Si sigues el plan, lo comprobarás. Recuerda eso cuando estés estirado en la cama los sábados y los domingos por la mañana y oigas el motor de la vieja caravana de tu padre encenderse a fuera.

Escuchas ese sonido. No es bonito.

Todo lo que querrás hacer será dormir, pero coge tus zapatillas y baja corriendo las escaleras porque él te abandonará. Tienes exactamente dos minutos hasta que la caravana se ponga en marcha y salga hacia la carretera. Está en horario militar, y si no llegas a la pista de la base de las Fuerzas Aéreas a las 0900 para poner tu nombre en lo más alto de la lista, vas a tener que esperar todo el día para tu oportunidad.

Aprenderás muchísimo en esa pista. Siendo un niño de 13 años jugando contra adultos, aprenderás a jugar en transición porque lo necesitas. Jugarás tan rápido que todos los hombres del ejército comenzarán a llamarte ‘Showtime‘ cuando entres en el gimnasio.

Entre partido y partido, cuando estés en los laterales, quiero que escuches muy atentamente a todas las historias que esos hombres cuentan.

Vas a escuchar mucho los, ‘Tío, yo podría…’ en estas pistas.

‘Tío, ojalá pudiese ir atrás en el tiempo‘.

‘El alcohol se llevó lo mejor de mí’.

‘Tío, podría…’

‘Tío, debería…’

‘Me encantaría poder volver atrás, jovencito…’

Nunca te pongas en la situación en la que desearías poder meterte en una máquina del tiempo, Ray. Necesitas estar centrado, porque las cosas solo harán que complicarse cuanto más éxito coseches en pista.

Cuando comiences a llamar la atención de las universidades, algunos de tus compañeros dirán cosas como, ‘¿UConn? Te sentarás en el banquillo durante cuatro años‘.

Simplemente porque no bebes dirán, ‘Tío, te vas a volver un alcohólico cuando llegues a la universidad. No estarás preparado. Todo lo que hacen ahí es beber’.

Mucha gente no quiere verte teniendo éxito. No te metas en peleas con estos niños. Confía en mí, no ganarás nada.

En lugar de eso, recuerda exactamente quién te dijo esas cosas.

Recuerda cómo lo dijeron.

Recuerda sus caras.

Mantén esas voces en tu cabeza y úsalas como carburante todo y cada uno de los días cuando te despiertes.

¿Y las voces diciéndote que tú eres el hombre? Esas voces hay que mantenerlas alejadas. Cuando comiences a generar revuelo nacional en el instituto, escucharás cosas como, ‘El tiro de Ray es un regalo de Dios’.

Escucha: a Dios no le importa si anotas el siguiente tiro.

Dios te dará muchas cosas en esta vida, pero no te va a dar tu tiro. Solo el trabajo duro lo hará.

No seas tan ingenuo de pensar que estás preparado para el baloncesto universitario.

Jovencito, no estás preparado.

En el instituto, puede que creas que entiendes qué es necesario para ser un gran jugador de baloncesto, pero realmente no tendrás la menor idea. Cuando vayas a UConn, tu entrenador te enseñará lo que el trabajo duro realmente es.

Su nombre es Jim Calhoun. No te metas en su lista negra.

Cuando entres al gimnasio para el primer entrenamiento, prepárate para vivir un infierno. Estarás muy emocionado por ponerte tu equipación de los Huskies y comenzar a lanzar. Pero el entrenador Calhoun lo cambiará todo.

‘¡Novato!’ Dirá. ‘¿Crees que mereces vestir este uniforme? No te mereces ese privilegio. Todavía no’.

Hasta ese momento, pensarás que el baloncesto consiste en salir ahí fuera, meter algunos tiros y mostrar tu habilidad.

Cuando pases por la primera práctica del entrenador Calhoun, pensarás, ‘Oh, este deporte es un hijo de p***’.

Serás sometido al entrenamiento más duro de toda tu vida. Te ahogarás intentando encontrar aire, encogido. Pero la cosa es que, el gimnasio en Storrs tiene aire acondicionado. Tu cuerpo está acostumbrado a jugar en los cuchitriles de Carolina del Sur, donde no hay aire acondicionado.

Al final del entrenamiento, el entrenador Calhoun pondrá a todo el mundo en fila y andará frente a vosotros, mirando a cada uno de los jugadores.

Cuando llegue a ti, mirará tu camiseta. Una sola gota de sudor descenderá por tu nuez.

Te mirará. Mirará a la gota de sudor. Te volverá a mirar a ti.

‘¿Eso es todo eh? Supongo que no te hice trabajar lo suficientemente duro, Allen’.

El siguiente entrenamiento será todavía más duro.

Este hombre estará muy cerca de acabar contigo, pero también te convertirá en un mucho mejor jugador y persona. Esta será la introducción a lo que realmente es necesario para ser grande.

Unos días más tarde, vivirás uno de los momentos más memorables de tu vida. Te despertarás a las 5:30 a.m. e irás a la sala de pesas para entrenar, volverás al dormitorio y te ducharás antes de ir a clase.

Te pondrás camisa y corbata, tu mochila sobre el hombro y cruzarás el campus caminando en lo que será tu primer día de clase.

Es temprano, así que no hagas ruido. Las hojas crujen bajo tus pies. Estás cansado, pero tu ropa está perfecta. Has entrenado. Estás preparado. Tienes un objetivo.

No sé realmente qué pasa con este momento en particular, pero según vayas caminando, pensarás, ‘Wow. Soy un alumno universitario. No importa lo que ocurra al final de este túnel, haré que mi familia se sienta orgullosa’.

Cuando llegues a tu clase de hablar en público y te sientes, una chica se girará y te dirá, ‘Oye, ¿por qué vas tan bien vestido?’

Le contestarás, ‘Porque puedo’.

En ese momento, sentirás que has conquistado el mundo.

Podría acabar esta carta aquí mismo, y probablemente seguirías muy emocionado por lo que vas a conseguir en tu vida. Pero sigues teniendo una carrera de 18 años en la NBA ante ti.

¿Cómo resumo alrededor de dos décadas en la NBA? ¿Qué es lo que realmente necesitas saber? ¿Qué es verdaderamente importante?

Lograrás jugar contra tus héroes: Michael Jordan y Clyde Drexler.

Jugarás junto a mimebros del Salón de la Fama como Kevin Garnett, Paul Pierce, LeBron James o Dwyane Wade.

A veces tendrás miedo.

A veces pensarás que no perteneces a esta liga.

Pero seguirás apareciendo cada día, trabajando sin parar.

Lanzarás más de 26.000 tiros a lo largo de tu carrera. Prácticamente seis de cada diez no entrarán. Te dije que este deporte es un hijo de p***.

Pero, no te preocupes. Un hombre con éxito se construye tras 1.000 fallos. O en tu caso, 14.000 fallos.

Ganarás un campeonato en Boston.

Ganarás otro en Miami.

Las personalidades en ambos equipos serán diferentes, pero también tendrán algo en común: hábitos.

Viejos y aburridos hábitos.

Sé que quieres que te desvele algún gran secreto para tener éxito en la NBA.

El secreto es que no hay secreto.

Son simplemente viejos y aburridos hábitos.

En cada vestuario en el que te encuentres, todo el mundo dirá lo que debe ser dicho. Todo el mundo dirá que sacrificarán lo que sea necesario para ganar un título. Pero este deporte no es una película. No consiste en ser la clave en el último cuarto. No consiste en hablar. Consiste en trabajar todo y cada uno de los días, cuando nadie está mirando.

Kevin Garnett, Paul Pierce, LeBron James, Dwyane Wade. Los hombres con los que ganarás un campeonato serán muy diferentes entre sí. Lo que les convierte en campeones son los viejos y aburridos hábitos que nadie ve. Ellos compiten por ver quién puede ser el primero en llegar al gimnasio, y el último en salir.

Los compañeros que creen que esto no es más que un cliché, o que creen que para ellos no es necesario ya que tienen un talento otorgado por Dios, jugarán toda su carrera sin llegar a ganar un campeonato.

Pero quiero que comprendas algo aún más importante. Los campeonatos no son el objetivo.

Sí, notarás un sentimiento de valideza y reivindicación cuando sujetes el trofeo por encima de tu cabeza, recordando a todos aquellos que dijeron que nunca lograrías nada.

‘Calientabanquillos de cuatro ojos’.

‘Alcohólico’.

‘Blanquito’.

Pero si soy sincero contigo, de lo que te darás cuenta tras ganar tu primer título, es que la emoción desaparece. El sentimiendo de valideza desaparece. Si eso es lo único que buscas, acabarás muy deprimido.

Los campeonatos son prácticamente algo secundario si lo comparas con lo que sientes cuando te levantas cada día y te pones a entrenar. Los campeonatos son como cuando estabas sentado en clase en UConn, con tu camisa y corbata puestas. Son simplemente la culminación.

Tu camino hasta esos momentos, como el paseo a través del campus en la calmada mañana de otoño en Connecticut, es donde realmente encontrarás la felicidad.

Lo digo desde el fondo de mi corazón: la vida se trata del camino, no de la destinación. Y ese camino te cambiará como persona.

Permíteme contarte una última historia que quizá te ayude a comprender lo que quiero decir.

Son las primeras horas de la mañana del 21 de junio de 2013. Tienes 38 años, y tan solo unas horas atrás, ganabas el Game 7 de las Finales de la NBA con los Miami Heat.

Eres campeón de la NBA por segunda vez.

Te estiras en la cama sobre las 5 de la mañana, pero no puedes dormir. Finalmente, sobre las 7 de la mañana, dejas de intentar dormir y bajas las escaleras. Todos tus amigos y familia han venido a tu casa para celebrar – están todos tirados en los sofás, parecen dormidos. Caminas de puntillas alrededor de todos para llegar hasta la cocina y preparar algo de desayuno. El sol está saliendo, la casa está tranquila. Has conseguido exactamente lo que pretendías. Pero sigues sin estar tranquilo.

¿Por qué te sientes así? ¿No es esto por lo que tanto has trabajado?

Sobre las 7:30, te metes en el coche y sales a dar una vuelta.

Aparcas tu coche enfrente de unas oficinas de color blanco. Justo están abriendo.

Cuando pasas por la puerta, la recepcionista te mira y dice, ‘¿Ray? ¿Qué… qué estás haciendo aquí?’

‘No podía dormir’.

‘Pero… acabas de ganar un título’.

‘Sí, solo quería salir de casa’.

‘Pero… son las ocho de la mañana. Y acabas de ganar un título’.

‘Bueno, sigo necesitando algo de trabajo con estos dientes. ¿Está él dentro?’

Tu dentista sale de su oficina.

‘¿Ray? ¿Qué estás haci… qué?’

‘No podía dormir’.

Así es el éxito para ti. Eres el tipo de persona que se va al dentista la mañana siguiente de haber ganado un título de la NBA.

Lo sé, tío.

Pero para alcanzar tus sueños, te convertirás en una persona diferente. Te volverás algo obsesivo con tu rutina. Esto pesará mucho para algunos de tus amigos y familiares.

Muchas noches, no saldrás. Tus amigos te preguntarán el motivo. No beberás alcohol, jamás. La gente te mirará raro. Cuando llegas a la NBA, no siempre podrás jugar a las cartas con los chicos. Algunos asumirán que no eres un buen compañero de equipo. Incluso tendrás que poner a tu familia en un segundo plano por tu trabajo.

La mayor parte del tiempo, estarás solo.

Eso no te convertirá en la persona más popular. Algunas personas simplemente no lo entenderán. ¿Vale la pena?

Solo tú puedes responderlo.

‘¿Quién se supone que soy?’

Mañana, cuando te bajes de ese bus escolar en Carolina del Sur, deberás escoger.

Cada día, durante el resto de tu vida, deberás escoger.

¿Quieres pertenecer? ¿O quieres embarcarte en el solitario viaje hacia la grandeza?

Te escribo hoy esto como un hombre de 41 años que se retira de este deporte. Te escribo como un hombre que se encuentra totalmente en paz consigo mismo.

El infierno que vivirás cuando bajes de ese bus será algo temporal. El baloncesto te alejará de ese patio de colegio. Te convertirás en algo más que un simple jugador de baloncesto. Podrás actuar en películas. Viajarás por todo el mundo. Serás un marido, y el padre de cinco niños increíbles. 

Pero, la pregunta más importante de tu vida no es, ‘¿Quién se supone que soy?’, o ‘¿Qué debo hacer para ganar otro campeonato?’

Es, ‘Papá, ¿sabes qué ha ocurrido hoy en la clase de mates?’

Esa es la recompensa que te espera al final de tu viaje.

Ve a la cancha. Quédate en la cancha.

Trabaja duro, jovencito.

Muchos jamás llegarán a conocer a tu verdadero ‘yo’. Pero conocerán todo tu trabajo. «

Fdo: Ray Allen

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