«El precio a pagar por el éxito», por Golden State Warriors

La opinión pública sobre los Warriors ha cambiado

Warriors
Baron Davis en su recordada etapa en los Warriors, por chriztrax

No hace tanto tiempo, los Golden State Warriors eran un equipo perdedor y querido por los aficionados NBA por partes iguales. De esos que «jugaban como nunca pero perdían como siempre», pues sus partidos te aseguraban una gran dosis de espectáculo y demostraciones de talento natural para la práctica del baloncesto. Los partidos del equipo del Oracle Arena eran siempre una de las primeras opciones para ver en la noche NBA. Los Baron Davis, Jason Richardson, Monta Ellis o incluso Stephen Jackson formaron un equipo con una gran estima en la retina del aficionado a la NBA de antaño.

Como ya he dicho, estos Warriors nunca alcanzaron grandes cotas, pues en su año más recordado la plaza obtenida en la temporada regular fue un octavo lugar, volviendo así a los Playoffs tras doce años de sequía. Pese a esto y sin saberlo, esa «mala» clasificación propició uno de los mayores hitos en la historia del baloncesto moderno. El rival de Golden State sería Dallas junto a sus 67 victorias y tan sólo 15 derrotas. En seis partidos los Warriors del «We Believe» lograrían detonar los Playoffs eliminando a un equipo de 15 derrotas. Quizá estos Warriors no eran sólo un genial y vistoso juego ofensivo.

Con el paso del tiempo en la bahía tocaba comenzar un nuevo proyecto. Los componentes de los «We Believe» poco a poco abandonarían los Warriors dejando historias como lo de Monta Ellis que dan para otro artículo. Las llaves del equipo ahora las tendría un Stephen Curry al que se le atribuía la única cualidad de meter triples, sin capacidad para botar y con unos tobillos de cristal. Dos años más tarde llegaría Klay Thomposon y con esto los Warriors volverían a tener la esencia característica de la franquicia y con buena opinión del aficionado NBA.

Los «Splash Brothers» poco a poco se verían mejor rodeados, y en la 2012-2013 se abonarían a los Playoffs hasta llegar a nuestros días. Estos Warriors volvían a deslizarse sobre la pista como en antaño los Baron Davis y compañía, y la opinión del público también era la misma, hasta que estos nuevos Warriors lograron llegar al punto álgido. No ha cambiado nada entre estos dos grandes equipos, el juego ofensivo y vistoso, el ruido del Oracle… bueno algo sí que ha cambiado. Ahora la franquicia ya no es un equipo querido, es más yo creo que es el más odiado. Un cambio tan significativo que llegó por el resultado de un partido que enfrentó a Cleveland y Golden State. El 16 de 2015 los Warriors se proclamaban por fin campeones, y pasaron de amanecer ese día como uno de los niños bonitos de la liga a acostarse como uno de los más odiados.

Ahora aparte de ser un equipo divertido de ver, también son un equipo ganador. Amenaza para los ya acomodados en los tronos de la liga y cuya nueva forma de GANAR molesta a aquellos que también les molestaba, en su momento, aquella nueva forma de narrar de Montes. Los Warriors suponen la evolución del juego, al igual que Montes supuso la evolución de la narración y esto molesto a los clásicos del momento.

La sensacional gestión deportiva realizada por Golden State y su final germinación suponen una molestia para gran parte de los que formamos el mundo NBA, algo que yo jamás entenderé. Decir todo tipo de cosas negativas sobre los Warriors parece que te sitúa en la élite intelectual de la liga, sólo por negar lo innegable. Las decisiones tomadas desde los Warriors en las últimas temporadas están plagadas de aciertos y ejemplifican cómo debe realizarse una reconstrucción.

Las estrellas de los Warriors nacen del acierto del scouting y en la elección, pues hablamos de Curry como 7ª elección, Thompson en la 11ª posición y Draymond Green como 35º elegido del Draft. Elecciones para nada surgidas de un tanking que te permite disparar con los ojos cerrados teniendo un amplio margen de acierto.

Stephen Curry
Stephen Curry calentando, por Scott Daniel (CC)

Después se puede hablar del acierto a la hora de realizar traspasos. Te deshaces de un Monta Ellis, que a partir de ahí comienza su cuesta abajo, y así permites la explosión de Klay Thompson y por tanto del proyecto, y a cambio te haces con el pívot perfecto para tu proyecto, Andrew Bogut.

Además, luego también aciertas con el entrenador. Ganas la puja a New York y te haces con un Kerr capaz de idear un sistema sin defectos. Fieles a la gran capacidad ofensiva que solía realizar la franquicia de Golden State, pero además lo haces uno de los mejores equipos defensores.

Añadimos, como ya sabéis, el buen hacer con las relaciones contractuales o la suerte al tener atadas a tus estrellas a bajo coste, te permite hacerte con un MVP más, Kevin Durant. Obviamente, ahí puedo ver alguna razón de malestar, pero, ¿por qué vas a negarte a mejorar tu equipo? No tiene sentido.

Otra excusa recurrente es la de «es que sus nuevos aficionados son unos fanboys«. Sinceramente, dudo mucho que estos sean los primeros aficionados de estas características que aparecen en la NBA. Será que LeBron no tiene fanboys.

Y a propósito, ¿por qué nadie habla de Cleveland? Resumo su proyecto en tanking, derroche de dinero mediante el impuesto de lujo y el tener por suerte a LeBron, uno de los mejores de la historia.