

Creo que hablo en nombre de todos los baskonistas cuando admito que llevo unos cuantos días en vilo pendiente de cualquier noticia que pueda llegar de Málaga.
Los rumores que ocupan las portadas de la prensa malagueña no han pasado desapercibidos en Vitoria, y realmente, nos han dejado helados. ¿Quién podría imaginarse a Ioannis Bourousis, a nuestro “Bou”, volviendo a otro equipo de la liga española que no sea Baskonia?
No fue Baskonia su único equipo en la ACB (de hecho no fue ni el primero ni el segundo, ya que pasó por Barcelona en una breve estancia en 2006 y por el Rea Madrid después, entre 2013 y 2015), pero si en el que vimos al mejor Bourousis.
Pocos jugadores podrán presumir de haberse convertido en el ídolo de un club, de una ciudad y de una afición en tan solo una temporada, pero el pívot griego lo logró con creces. La imagen de Bourousis se convirtió en una religión en Vitoria, el “heleno” era la figura omnipotente sobre la cual se encomendaba toda una ciudad. Una ciudad que disfrutó cada minuto de este “crack” vistiendo la elástica azulgrana.
Cuándo a finales del verano de 2015 Baskonia decidió fichar a Ioannis Bourousis, muchos se echaron las manos a la cabeza, ¿Qué hacia Baskonia fichando a un jugador “semi-retirado”, que venía de pasar unos años sin pena ni gloria en el Real Madrid? Pero algo cambió dentro de Bourousis. Además de un indudable talento, el contundente pívot griego llegó a Vitoria con ganas de demostrar, demostrar que todavía valía para jugar a baloncesto, pero sobre todo con ganas de callar bocas a aquellos que dudaron de él. ¡Y vaya si lo hizo! Pobres inocentes los que pusieron en duda su nivel…
Poco tardó en demostrar que Baskonia se había llevado una ganga con él, y que el fracaso del Madrid dejándolo marchar había sido sencillamente… ¡estrepitoso!

Velimir Perasović le dio poder total, dejó claro desde el principio quien era el jugador sobre el cual giraría su proyecto, el capitán que guiaría a Baskonia. El final todos lo conocemos, Baskonia peleó hasta el final todos los títulos y logró la hazaña de clasificarse para la Final Four de Berlín. Que cerca estuvo la gloria, que cerca estuvo el todopoderoso Fenerbache de de Obradović de sucumbir ante el “Baskonia de Bourousis”.
La imagen del “capitán Bourousis” derrocando con su “velero” Baskonista a los mejores “transatlánticos” europeos quedará eternamente guardada en la retina de todos los aficionados del baloncesto. Ioannis Bourousis parecía tener la “brújula de Jack Sparrow”, siempre indicando el destino correcto al que debía navegar su Baskonia.
Podría ponerme a enumerar todas y cada una de las genialidades que “Bou” realizó en Baskonia, pero me llevaría su tiempo, así que mencionare las más significativas. Jugadas mágicas y al alcance de muy pocos como lograr una canasta ganadora en los play-offs contra el Barcelona cuando solo quedaban 0.8 segundos y Baskonia sacaba de fondo, o cuando prácticamente él solito le endosó un 3-0 al Panathinaikos para llevar a Baskonia a la Final Four, o cuando fue nombrado mejor pívot de la Euroliga y MVP de de ACB alavado por sus asombrosas estadísticas. Ni más ni menos que prácticamente 15 puntos y 7 rebotes por partido, con una valoración cercana a los 20 puntos. Sin olvidarnos, además, de que los mejores partidos de Bourousis siempre eran en los partidos de verdad, en los que el rival apretaba a muerte y en donde a los demás jugadores les temblaban las piernas. Ahí es cuando aparecía el de siempre, ahí es cuando aparecía Bourousis.

Por encima de las estadísticas lo que realmente hacía grande a Bourousis era lo que transmitía. Su mera presencia en la cancha indicaba; “tranquilos, todo bajo control”. Su “modus-operanti” era claro. Comenzaba los partidos desde el banquillo, para observar y analizar a su presa. Cuando saltaba a la pista todo cambiaba, todo giraba en torno a él. Él era el faro que alumbraba a su equipo, el arnés que lo sujetaba en los malos momentos, el comodín de la fiabilidad al que sus compañeros encomendaban el balón cuando la cosa se ponía seria y complicada. Y por supuesto, él no fallaba, y día a día agrandaba su imagen.
En definitiva, Ioannis Bourousis hacía de todo; anotaba, asistía, reboteaba, mandaba, animaba, contagiaba a la afición… Podía desempeñar su función natural de pívot de la misma manera que lo hacía de base dirigiendo a su equipo. Tal era la magnitud de importancia de “Bou” dentro de Baskonia que, quien sabe, si se lo hubiera planteado hubiera podido ejercer de entrenador, presidente, e incluso de director de la “charanga” que ambienta cada partido el Buesa Arena.
La imagen de Bourousis fue más allá de la de un jugador. Bourousis se convirtió en un dios en Vitoria.
Zeus, Afrodita, Apolo, Ares, Demeter, Atenea…y tantos y tantos dioses griegos quedaron a un lado en Vitoria, ya nadie los conocía, ya nadie los estudiaba en los colegios. Un nuevo dios “emergió” y les robó su lugar en El Olimpo. Un nuevo dios que resucitó a un Baskonia que llevaba varios años vagando sin rumbo, a la deriva. Un nuevo dios griego llamado Ioannis Bourousis.
Lo que éste jugador generó en vitoria traspasa la realidad, va más allá de lo metafísico. Sinceramente, imposible de explicar con palabras. El imponente pívot griego creó un vínculo eterno con nuestro club, que será eternamente recordado en la memoria de todos los Baskonistas. Por todo esto…
“No me jodas, Bou”. No te vayas a Málaga. Si quieres volver a Europa, ya sabes dónde has dado tu mejor nivel, ya sabes dónde has sido más querido que en cualquier otro lugar, ya sabes donde sigue vivo el “Bourousismo”, ya sabes donde eres idolatrado, ya sabes donde sueñan todos los días con verte de vuelta, ya sabes donde sigues presente en la memoria de todos los baskonistas, ya sabes donde tienes el agradecimiento eterno de toda una afición, en resumen, ya sabes cuál es tu casa, ya sabes cuál es tu club; el Baskonia.
Y sino, sigue viviendo y disfrutando de tu aventura asiática, que nosotros nos alegramos si tú eres feliz, y de esta manera, que tu recuerdo siga vivo en la cabeza y en el corazón de todos los baskonistas.