ANÁLISIS | ¿Pero quién hace 9 tapones en 22 minutos?

Mitchell Robinson comienza a destrozar récords

En el partido de ayer, que enfrentaba a los Orlando Magic ante los New York Knicks en el Madison Square Garden, pudimos ser testigos de una de las gestas más grandes, tanto de la historia reciente de la franquicia de la Gran Manzana, como de la propia NBA en los últimos años. Al menos, en cuanto a precocidad se refiere.

Por si aún no saben de quién se trata, esta incatalogable bestia de taponar tiros se llama Mitchell Robinson, y es la 36ª elección de este pasado Draft. La hazaña, ya la han visto: son 9 los tapones que Mitchell colocó en 22 minutos ante unos Orlando Magic, que a pesar de ganar el partido, se llevaron un nefasto recuerdo del joven. Vamos a contextualizar un poco lo ocurrido, porque pensar que esto es pura casualidad puede ser un error

Los nueve tapones, marca de la casa

Lo primero que se nos pasa por la cabeza en cuanto escuchamos la friolera cifra de 9 tapones en un partido, nos imaginamos lo difícil que es esta gesta para cualquier jugador profesional. Esta cifra, además, nos impacta muchísimo más el saber que la ha alcanzado un rookie de 20 años. Pero las alarmas saltan cuando, yendo más lejos todavía, consultamos que son 22 minutos los que el joven pívot ha necesitado para quedarse a tan sólo un tapón del récord en un partido, el cual ostenta Dikembe Mutombo.

Y es que nos quedamos sin calificativos. Estos son todos los logros (insignias que llamaríamos en el NBA 2K) que el jugador ha conseguido con esta estadística:

  • Récord de la franquicia de tapones en un partido.
  • Récord de tapones en un partido para un rookie.
  • Segundo jugador más joven en conseguir este registro (Josh Smith colocó 10 con 19 años).
  • Mejor marca de la temporada hasta el momento (junto a los 9 de Whiteside ante San Antonio).

¿Tiene precedentes?

Al menos, y quitando el caso de Josh Smith, no en cuanto a precocidad. Parece de chiste ver como un jugador, que llevaba tantísimo tiempo apartado del baloncesto de máximo nivel, se haya podido adaptar tan bien al estilo de juego NBA. Por ahora, tenemos muy pocos ejemplos históricos en la faceta física que puedan asemejarse con el bueno de Robinson, que a pesar de como hemos dicho, llevar tanto tiempo sin ritmo competitivo, se está mostrando a un ritmo altísimo.

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Quizás, la decisión de mantenerse un año fuera de las pistas ha sido clave para cultivar ese estado físico. Todos los ejemplos de años sabáticos en el baloncesto de primer nivel nos invitan más al pesimismo que al optimismo. Robinson, al no ser un jugador que base su baloncesto en las capacidades técnicas, y siendo uno de los prospects en 2017 más preparados en cuanto a comprensión del juego (sobre todo, en defensa), ese año no se nota tanto como si se lo tomara otro tipo de jugador, más acostumbrado a la muñeca caliente y el ritmo de juego.

Tenemos que tener en cuenta este último punto, y es que ver a Robinson te da la sensación de estar viendo a un jugador que lleva toda a vida jugando en la NBA. Sobre todo, en defensa. La facilidad que tiene para recomponerse y recuperar la posición o la manera que tiene para intimidar incluso desde la media distancia son dignas de mención en un jugador que, no sólo no lleva ni un año en la NBA, sino que tampoco ha pasado por la universidad.

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Si tuviéramos que contestar la pregunta, y buscar algún jugador al que se asemeje, se nos vendrían a la cabeza muchos de los pívots que antaño dominaban y ahora casi no tienen hueco en la liga. Eso sí, con muchísimas más capacidades atléticas.

La rotación de New York es el lugar idóneo

Los Knicks, últimamente muy acostumbrados a acertar con sus elecciones de Draft, han creado un ecosistema de jugadores jóvenes, pero a su vez con «pocas» expectativas (o menos que otros jugadores), que beneficia muchísimo la experimentación y el reparto de minutos. Vamos, justo lo que Mitchell Robinson necesita en este momento. Cómo ven, su media de juego no sobrepasa los 20 minutos (está en 18,5 por encuentro), en los cuales mantiene un Defensive Rating de 106 puntos encajados por 100 posesiones. David Fizdale sabe que no puede confiar en él para algo más que mantener la corrección defensiva, pero sí que está sabiendo premiar su esfuerzo con considerables minutos de juego.

Sus carencias en ataque son lo que está limitando su tiempo de juego. Normal, por otro lado. Al competir en una NBA que no es precisamente generosa con jugadores de sus características, le está costando a nivel ofensivo.

Su potencial, aún una incógnita

Su comienzo de temporada está siendo cuanto menos digno, aprovechando las oportunidades de las que goza y mostrándose muy eficiente en la faceta que domina. Sin embargo, aún no podemos saber cuál es su potencial real. Capacidades físicas tiene (y por encima de la media), pero al no tener ni tiro de tres ni ser demasiado útil en ataque, le va a costar mucho a lo largo de su carrera conseguir medias altas de minutos. En ataque, se convierte en un pívot de sistema.

Lo que sí que está claro es que, a pesar de esa carencias en ataque, estamos ante un jugador único. Ni sólo un rim protector, ni sólo un taponador. Estamos ante un jugador que, si los Knicks saben respetar los plazos y sacar partido de él, puede llegar a ser un titular muy decente en muchísimos equipos. Y lo está demostrando desde ya.