ANÁLISIS | Jahlil Okafor, el renacido

El pívot desumbra con su rendimiento reciente

“Ya no tengo miedo de morir, eso ya me ha ocurrido”. Y como todos le dimos por muerto, al igual que Leonardo DiCaprio en «El Renacido» (película que le dio su primer Oscar y le quitó el cartel de eterno nominado), podemos decir que Jahlil Okafor ha vuelto a la vida. No como se esperaba, no va a ser esa gran estrella que se auguraba, pero sí ha logrado encontrar una versión de sí mismo que resalta, tanto por números como por sensaciones.  Porque sí, las sensaciones son buenas, a pesar de que muchos estén utilizando estas para desprestigiar su buen rendimiento.

¿En qué se cimenta su nivel?

Primeramente, tenemos que entender de dónde viene todo esto. Nos remontamos a este verano, la concienciación total para el jugador de que, si quería triunfar, debía producir un cambio en su juego y, asumir de una vez por todas, que está NBA no es para él. No, para ser más exactos, la NBA no es para las características naturales y primarias de Jahlil Okafor. En verano, tanto en entrenamientos por su cuenta como acudiendo a psicólogos para tratar su mayor problema, su estabilidad emocional y problemas con la ansiedad, empezó a trazar el plan para un proceso de cambio con el objetivo de optimizar lo máximo posible su aportación a una franquicia, al que yo titulé en su día «operación renovarse o morir».

Porque sino, su muerte era asegurada. Su velocidad su atletismo, su pobre rango de tiro y su juego en el poste amasando mucho balón le iban a impedir poder tener consistencia en un equipo NBA. Tanto, que incluso se habló de una posible marcha del pívot a tierras europeas, lugar donde por cierto, ofertas no le habrían faltado.

Pero claro, Jahlil Okafor es un superclase, y eso nadie puede negarlo. Si quieres optimizar el rendimiento de un jugador así, no puedes obviar todas esas cualidades que lo hacen ser un jugador tan poco útil, pero tan efectivo. En otras palabras; si quieres a Okafor en tu equipo, debes llevarlo al poste, aunque eso conlleve problemas de ritmo y velocidad a la hora de atacar.

Pero la clave de todo es, sin duda, sus problemas de ansiedad. Cada vez, más jugadores son los que admiten un problema más común de lo que nosotros pensábamos. Kevin Love, DeMar DeRozan… John Lucas hablaba hace poco sobre ello. El caso más impactante es, sin duda, el de Love, que declaró hace unos meses a The Players Tribune:

 «Acabé tirado en el suelo del vestuario boca arriba, tratando de tener suficiente aire para respirar. Lo siguiente fue la visión borrosa antes de que alguien de los Cavaliers me llevó a una clínica».

Es evidente que un jugador con cuadros de ansiedad no puede producir un cambio en su juego. Por lo tanto, el primer trabajo era en su cabeza. Y una vez enchufado, empezar a trabajar ese cambio. Empezar a moldear a Okafor.

¿Puede ser la NBA para él?

Si el quiere, desde luego. O mejor dicho, si el trabaja, es imposible que no encaje aquí. Un jugador con su juego de pies, no puede estar fuera de la mejor liga del mundo. Ahora, hay que contextualizar eso. Tener un buen juego de pies es importante, pero el objetivo primordial era poder ajustarlo para que no sólo pudiera emplearlo recibiendo balones al poste bajo. Crear un híbrido entre pívot de pura raza y finalizador debajo del aro, vaya. Por ello, las mejoras en su juego pasaban por:

  • Ganar atletismo y velocidad para correr la pista, algo que se consiguió con pérdida de peso.
  • Hacerle entender que el poste no podía ser su único recurso. Debía mejorar dos aspectos importantísimos si quería ser consistente en anotación; juego sin balón y rango de tiro.
  • Ser más agresivo, algo que pasaba directamente por centrarle. Devolverle la ambición por jugar al baloncesto. Algo que, además de poder ser más poderoso en la pintura, también le ayudaría a capturar más rebotes. Y algo que le está haciendo cumplir en esa faceta reboteadora, con el % de rebote más alto de su carrera (17%)

Sobre todo, focalizándose en la segunda, lo que lo iba a hacer un jugador útil era la capacidad de poder adoptar un rol de ejecutor, que aumentara su producción ofensiva en muy poco tiempo gracias a la efectividad que conllevaría no generar sus propios tiros. Menos balón al poste, más recibir debajo del aro y más poder finalizar desde la media distancia. Todo ello, con jugadores a su lado que abrieran la pista, algo que los Pelicans tenían de sobra con Jrue Holiday, E’Twaun Moore, Darius Miller, Nikola Mirotic… Y lograr así un rol de pívot suplente de garantías. Sus cinco puntitos, con siete rebotes y 70 % en tiros de campo en 15 minutos.

Una titularidad inesperada

Lo que nadie daba por sentado era que Jahlil Okafor fuera a tener un rol más allá de eso, y aquí es cuando llega el verdadero mérito del jugador. Cuando ha tenido la oportunidad de ser titular, ha logrado extrapolar el rendimiento de 15 a 30-33 minutos. Y lo que eso significa; la fórmula funciona. En los últimos nueve partidos, a costa de Julius Randle y Anthony Davis al principio, sus promedios ascienden a los 18,2 puntos, 9,8 rebotes y 2 tapones, con un asombroso 67,3 % en tiros de campo en 32,6 minutos, incluyendo 27 puntos y 12 rebotes ante los Houston Rockets.

¿Con vistas a mejorar?

Tiene 23 años, un talento que destaca frente a otros jugadores y el problema base está parcialmente solucionado, con lo cual… ¿porqué no? Al final, si su cabeza está donde tiene que estar, y él está enchufado, debería al menos haber optimismo de cara a una posible promulgación de su nivel en el tiempo. Vamos, que puede hacerlo. O mejor dicho, puede seguir haciéndolo, puede convertirlo en algo habitual. Quizás ese sería el siguiente paso, antes de buscar cualquier mejora, el conseguir una estabilidad que no ha tenido desde su año rookie (y ni siquiera).

Lo que debe quedar por delante es que está en su mano. Hemos visto que la adaptación está ahí, la pérdida de peso es evidente y los números hablan por sí solos, lo cual indica que la excusa de que «esta liga no es para él» va perdiendo cada vez más solidez. Cuando entra, aporta, aporta acorde a lo que quiere el equipo de él y aún es joven para poder implementar más cosas a su juego. Eso sí, la primer debería ser la defensa, pie del que, aún jugando muy bien, sigue cojeando. Pero esa es otra historia, que otro día contaré.