Australia acaba con el sueño checo
Australia 82-70 República Checa
Australia es feliz. Muy feliz. Cuentan sus partidos por victorias, juegan un buen baloncesto y, casi sin que nos hayamos dado cuenta, se han plantado en semifinales del Mundial de baloncesto. Todo ello sin parar de sonreír. Transmiten una confianza que solo se encuentra cuando te rodeas de gente magnífica, con quien encajas y a la que conoces perfectamente. Personas de tu mismo estilo y con las que llevas cerca mucho, mucho tiempo. Así es Australia, una selección donde todos se conocen y entienden el baloncesto de una única manera: como un juego alegre y divertido. Y esa felicidad, es contagiosa. Para el espectador, poder ver a un equipo que divierte y se divierte de esa manera es algo fantástico.
Hoy, enfrente, se encontraba la República Checa, un equipo al que nadie invitó, ninguno esperábamos, pero que asistió y de qué manera. Tras dejar a Grecia y Brasil por el camino hoy peleó contra el conjunto «aussie» y en ningún momento regaló el partido.
Así, con la noticia de la eliminación de EE.UU. a manos de Francia, los checos saltaron a la pista con la energía de quien se ve con posibilidades de lograr un hito histórico. Ataron en corto a sus rivales, bajaron las revoluciones del juego y llevaron a Australia al barro, donde menos le gusta estar. Lo que ni siquiera la férrea defensa francesa logró lo estaba consiguiendo el combinado europeo en el día de hoy. Su rival no estaba cómodo, no estaba en su salsa y puntales como Ingles o Baynes no terminaban de aparecer.
Al duro discurso checo sólo se le escapó un verso, pero era un verso libre magnífico: Patty Mills. El base cogió el balón, dirigió y, sobre todo, anotó. Una y otra vez, un punto tras otro. Gracias a él Australia pudo llevar la iniciativa del partido casi en todo momento, pero sus picaduras encontraban respuesta en Auda, anotando, y en Satoransky, haciendo todo lo demás.
Tras un primer cuarto que acabó con empate, el tanteo de 33 – 30 al llegar al descanso daba la clave. Aunque fuera ganando Australia, el partido estaba donde Chequia quería. Su plan de partido, apretado y a pocos puntos, se iba cumpliendo. No sabemos lo que se dijo en el vestuario de los oceánicos durante el descanso, pero seguramente se miraron a sí mismos y rieron. Recordaron que son felices con la pelota naranja en las manos y, lejos de agobiarse por cómo estaba yendo el partido, demostraron tablas y le dieron la vuelta.
Australia cerró en la segunda parte
Así, la segunda parte fue completamente diferente. Australia salió con energía, destrozó la dinámica predominante y llevó el partido a su terreno. Lo hizo con Mills tomándose un descanso anotador y con Ingles fallón desde más allá de la línea de tres (0/4 para él desde la larga distancia) pero dominando el rebote y con Chris Goulding ejecutando. Los checos lo siguieron intentando, no era momento de rendirse, pero la entrada de Bogut al campo acabó con sus esperanzas. El pívot demostró que aunque ande escaso de piernas, el baloncesto le sobra. Acabó el partido con 10 puntos, 2 rebotes y 3 asistencias en 12 minutos, o eso dicen las estadísticas. Porque lo que en realidad hizo fue un clínic sobre dónde estar, cuándo tirar y cómo jugar a esto. La ventaja australiana llegó a ser de 17 puntos. Un duro mazazo para los europeos, pero que no les hizo amilanarse.
La República Checa no renunció y siguió yendo a la guerra dirigida por un Satoransky espléndido que hizo historia. Nadie había logrado más de 12 asistencias (ese récord lo compartían el mito Papaloukas y el argentino Campazzo, que las había logrado en el día anterior), pero el nuevo jugador de los Bulls lo superó con 13 pases de canasta, los cuales redondeó con otros 13 puntos y 9 rebotes. A uno sólo de conseguir el primer triple-doble de siempre en un Mundial. Un hito que, junto a la meritoria participación de su selección, dejan este torneo como historia para Chequia.
Pero no pudo ser más. Patty Mills se encargó de sentenciar un partido que manda a Australia a sus primeras semifinales de un Mundial y deja a los checos con el casi. Durante medio partido estuvieron ahí, su estrella casi logra el primer triple-doble y su campeonato casi acaba en final redondo. Casi. Pero al final, la alegría en el juego de Australia logra el billete a la siguiente ronda. Porque, al final, la felicidad casi siempre gana. Casi.