ANÁLISIS | Zach LaVine, objetivo All-Star

Esta debe ser la temporada de su cosagración

El NBA All-Star es uno de los eventos deportivos más icónicos a nivel mundial. No sólo en el mundo del baloncesto sino también en el deporte en general. La mayoría de la gente es conocedora o ha oído hablar del All-Star de la NBA, es más, seguro que la mayoría de ellos han visto alguna vez este evento, aunque solo sea los concursos de mates o triples, eventos de mayor entretenimiento para los aficionados esporádicos.

En este evento la actividad más representativa es el partido de las estrellas, donde los mejores jugadores de la liga se reúnen para brindar de espectáculo a los espectadores. Ser designado para participar en este partido es uno de los mayores reconocimientos individuales que pueden recibir los jugadores, ayudando incluso a conseguir en el futuro contratos más altos o, bien, nuevos patrocinadores. Cada año mediante este evento se puede ver la irrupción de nuevas estrellas de la competición, permitiendo continuamente debutar a nuevos jugadores en el partido como pueden ser el caso de Ben Simmons o Nikola Jokic el año pasado, o el caso de Joel Embiid el año anterior. Este año seguro que no es una excepción y nos permite ver la consagración como estrella de la liga a nuevos talentos, y uno de los jugadores llamados a despuntar en este partido es el escolta de los Chicago Bulls, Zach Lavine.

El que fuera campeón de mates en el All-Star del 2015 y 2016 quiere volver a ser uno de los protagonistas del fin de semana de las estrellas. LaVine está mostrando desde la pretemporada que puede ser uno de los jugadores referentes de la competición, con algo más de 23 puntos por partido en poco más de 23 minutos por partido. Si bien la pretemporada no permite sacar grandes conclusiones, nos da una muestra de que podemos estar ante la temporada de explosión.

Pero… ¿qué necesita Zach LaVine este año para dar el salto de nivel? Estas son las claves de su consagración.

Lo que debe y urge mejorar

Mayor sacrificio defensivo. Uno de los aspectos que más se le han achacado al juego de Lavine desde su llegada a la NBA ha sido su poca consistencia defensiva. Si bien el jugador nacido en Renton ha mejorado en diferentes aspectos del juego durante estos años, como su consistencia desde el triple o su visión de juego, la defensa no ha sido uno de esos aspectos. Tampoco los equipos en los que ha estado le han ayudado a poner más énfasis en este aspecto, ya que ni los Wolves ni los Bulls (20º mejor defensa temporada 2018/19) de los últimos tres años han sido equipos que hayan destacado por sus defensas. La temporada pasada se pudieron ver varios partidos en los que la defensa de LaVine condicionaba todo el entramado defensivo del equipo, jugadores como Dunn o López se veían constantemente obligados a saltar a las ayudas defensivas y dejar descubiertos sus emparejamientos defensivos. Esto permitía a los equipos rivales poder crear constantemente ventajas ofensivas siendo el jugador defendido por el LaVine el eje central del ataque. Poder progresar en este aspecto puede ser uno de los motivos que darían a LaVine ese salto de calidad de cara a la liga para poder postularse como uno de los jugadores que representen a la Conferencia Este en el All-Star.

Juego más en equipo. El escolta de los Bulls es un jugador que necesita mucho control de balón para poder desarrollar de forma más eficiente su juego, ya que es un jugador que no se encuentra cómodo en sistemas donde juega sin balón. La estadística avanzada nos muestra que tiene un USG (número de posesiones que tiene un jugador por cada 40 minutos) de 30,5, duodécimo en la liga. Únicamente consiguió promediar 4’5 asistencias por partido la temporada pasada, siendo una estadística escasa para el volumen de balón que atesora. Esto nos da a entender uno de los aspectos clave en el que LaVine debe hacer énfasis para poder crecer como jugador, ya que si consigue aprovechar sus cualidades ofensivas para crear ventajas ofensivas para sus compañeros y trasladarlo a mayor volumen de asistencias podemos estar ante uno de los jugadores más difíciles de defender de toda la liga. Además, no sólo porque sería un upgrade para él, sino que también permitiría a los Bulls seguir creciendo como equipo.

Lo que tiene a favor

Facilidad anotadora. Todos sabemos cual es el argumento que apoya cualquier tesis acerca del nativo de Washington. LaVine es un jugador capaz de generar ventaja en ataque a partir del bote ya sea para poder terminar él mismo la jugada o, bien, doblar el balón para asistir a un compañero. El jugador de los Bulls consiguió promediar casi 24 puntos la temporada pasada, lo que le permitió ser el decimosexto máximo anotador de la competición. La cantidad de recursos de la que goza lo convierte en una de las armas más temibles de toda la liga: el 28’28% de sus lanzamientos se basan en su tiro de tres puntos (37’4% acierto T3 la temporada 2018/19), su facilidad para provocar faltas a sus defensores le permitió el pasado curso promediar casi 6 intentos desde la línea de personal, es un grandísimo finalizador… Muchas de estas faltas vienen dadas gracias a su facilidad al contraataque, su atletismo le permite ser uno de los jugadores más peligrosos a campo abierto y así conseguir puntos fáciles.

Zach LaVine, objetivo All-Star.

La mejoría de los Bulls. Los Chicago Bulls son uno de los equipos jóvenes con mayor proyección de la liga. No sin más el equipo de Illinois cuenta en sus filas con varios jugadores llamados a ser importantes en la NBA en un futuro, como son Luari Markannen (22 años), Wendell Carter Jr (20 años) o Coby White (19 años). Año tras año vemos como plantillas jóvenes crecen y dan un salto de calidad que permite a sus equipos escalar posiciones en la clasificación, podríamos mirar el caso de los Denver Nuggets el año pasado o los Philadelphia 76ers la temporada 2017-2018. Este año uno de los llamados a dar el siguiente paso es el equipo de la ciudad del viento, más teniendo en cuenta que la Conferencia Este tiene una disputa mucho más laxa por las primeras ocho plazas que la Conferencia Oeste. Varios medios de comunicación expertos auguran una mejor temporada para los fans de los Bulls; medios como Bleacher Repoort les da un balance de 36-46, ESPN les sitúa con un balance de 32-50, otro medio como Five Thirty Eight les coloca con un balance de 37-45 y, por último, Ranker les sitúa como vigésimo primer equipo de la competición, peleando con los Pistons por la última plaza que da billete para la postemporada. Todos los medios coinciden en un mayor volumen de victorias, lo que le permitiría a Zach Lavine tener mayor opción de representar a los Bulls en el partido de las estrellas.

Lo que no depende de él

Lesiones. El escolta de los Bulls ha sido castigado por las lesiones desde la temporada 2016/2017, donde únicamente pudo disputar 47 partidos debido a un desgarrado el ligamento cruzado anterior izquierdo sufrido el 4 de febrero del 2017 ante los Detroit Pistons. Esta lesión le obligó a pasar por el quirófano y perderse el inicio de la temporada 2017/2018, campaña en la disputó tan sólo 24 partidos. El año pasado tampoco se pudo librar de las lesiones, en este caso Lavine se perdió varias semanas por una lesión en el tobillo izquierdo disputando un partido ante los Orlando Magic en México, algo que hizo que se perdiera varios partidos y tan solo disputara 63 encuentros la campaña pasada. En total, son 106 ausencias en los últimos tres años. Solo hay retroceder a la temporada 2017-18, en la cual Malcom Brogdon fue designado como ROY por delante de Embiid, el hecho clave que hizo que el premio no se le asignase al jugador de los Sixers fue el número de partidos disputados, ya que si nos ceñimos a las estadísticas el premio a novato de año hubiese sido para el camerunés. Por tanto, conseguir dejar atrás las lesiones y tener una temporada libre de lesiones se antoja como uno de los puntos importantes a tener en cuenta de cara a las opciones de LaVine para el All-Star.

Irrupción de Lauri Markannen. Como ya hemos hablado, los Bulls son un equipo que parece destinado a dar un salto de calidad y poder aspirar por una de las ocho primeras posiciones de la Conferencia Este en los años venideros, cosa que aumenta las posibilidades de los Bulls de contar con un jugador en el All-Star en caso de producirse. Sin embargo, no tendría por que ser Zach Lavine el que represente al equipo de Illinois en el fin de semana de las estrellas, pues hay otro jugador que se encuentra en igualdad de condiciones en cuanto a importancia en el equipo se refiere: Lauri Markannen. Su temporada pasada estuvo marcada por una lesión que le impidió empezar la campaña, lo que hizo que disputara únicamente 52 encuentros, pero a diferencia de la pasada campaña, esta temporada Markannen podrá empezar desde el inicio sin problemas físicos. Todo esto, añadido a que las posiciones interiores no existe tanta competencia para poder ser designado para el All-Star, darían más posibilidades al finlandés de representar a los Bulls. Se antoja complicado que los Bulls puedan colocar dos jugadores en dicho partido, por lo que curiosamente parece ser que el principal competidor para poder ir al partido de las estrellas lo tenga en su propio equipo.

Bonus Track: Competencia. La posición de Zach Lavine es una de las mejor cubiertas en la conferencia este, teniendo que competir por una plaza con jugadores de la talla de Bradley Beal, Jimmy Butler, Víctor Oladipo (aunque este no vuelve hasta enero), Kyle Lowry, Kyrie Irving, Kemba Walker… Si quiere ser All-Star, debe tener en cuenta que el nivel en el puesto de dos es muy alto, y ser consecuente con ello.


En el caso que Zach LaVine mantenga el nivel mostrado en pretemporada, los Chicago Bulls van a poder pelear por las ocho primeras posiciones de la Conferencia, y las aspiraciones del escolta de los Bulls de poder ser All-Star por primera vez en su carrera deportiva aumentarán de forma exponencial. Todo es ponerse, que dice el dicho. El escolta se enfrenta, al fin, a una de las situaciones más ventajosas de toda su carrera. El reto no parece ya tan difícil como años atrás y Chicago es una afición que necesita pequeños bocados de ilusión como el comer. Pero todo es ponerse, y hay que ponerse.