Desde aquí, hace no mucho, ya nos aventurábamos a apostar por que todo equipo necesita un líder. Pues bien, si un líder es importante, una cabeza visible que represente los colores del equipo puede que sea más importante aún, y si además estas dos figuras coinciden, es que algo marcha bien.
El escolta verde, Avery Bradley, ha visto como en los últimos dieciocho meses, las piedras angulares sobre las que se cimentaba el equipo comenzaban a caer una tras otras, como piezas de dominó: Pierce, Garnett, Rondo, Green… ¿Será él ahora el elegido? ¿La columna sobre la cual reformar un equipo llamado a estar en lo más alto de NBA?
Vistiendo el verde desde que pisó en la liga, y siendo querido y respetado por sus compañeros y por la afición, posee ya con eso dotes para ganar más importancia que el resto de sus compañeros.
Pero debemos tener en cuenta también, que el baloncesto es un deporte en el que la grandeza, aparte de por los continuos méritos, se gana por momentos; por una jugada que marcó al espectador o por aquella canasta culminante que se metió.
Así, acciones como las de Avery en el partido contra Denver Nuggets, el cual se ganó gracias a dos canastas decisivas del base (una de ellas a falta de 25 segundos) no hacen más que acrecentar los galones del de Washington para liderar al equipo, tanto como capitán, como cabeza visible en pista, como referente, como aquel al que buscar en los momentos difíciles.
Es muy pronto para señalar a Bradley como guía del equipo, pero si a la fama de la que está gozando últimamente, le sumásemos la posibilidad de que diese un salto tanto cualitativo como cuantitativo en su nivel de juego, aumentado sus números, y consiguiendo logros como el del partido ante Nuggets, de seguro que el número de camisetas verdes vendidas con el 0 se multiplicaría considerablemente.