Las lesiones no dan tregua a los Jazz. Cuando no se lesiona uno se lesiona otro. Lesiones de todo tipo. Desde lesiones complicadas de larga duración como la de Exum, pasando por sustos como el que sufrió Gobert que finalmente le tuvo 18 partidos fuera de las pistas, o la de Favors que no parecía gran cosa pero lleva ya mas de 10 partidos sin poder participar, operaciones como la de Burks o lesiones cortas de uno u otro que están siendo un verdadero dolor de cabeza para el equipo técnico de los Jazz. El último en caer ha sido Trevor Booker. Parece que no es gran cosa su lesión, pero quien sabe viendo los últimos antecedentes…lo mismo es el fin de su carrera.
Esperando la resolución del caso, Quin Snyder ha tenido que apañárselas como siempre: explotando al máximo lo que tiene. Y analizando el banquillo es mas que evidente que tiene tres piezas útiles ahora mismo en el juego interior: Rudy Gobert, Jeff Withey y Try Lyles. Pleiss no cuenta, ni creo que lo haga en un futuro cercano. Y como entrenador inteligente que es no tuvo reparos en hacer jugar mas de 30 minutos al francés y al canadiense, siendo Withey quien asumió el rol de jugador de refresco. ¿Qué hubiese sido de éste equipo, ahora mismo, si no hubiesen tenido obligatoriamente que hacer jugar muchos mas minutos de lo esperable a jugadores como Withey o Lyles por culpa de las lesiones? Evidentemente estaríamos hablando de otro escenario muy diferente.
Trey Lyles comenzó la temporada totalmente sobrepasado por las circunstancias. Se le notaba tímido, inseguro, un poco perdido. Los pocos minutos que le fue brindando Snyder no los supo aprovechar. No producía prácticamente en ningún factor que fuese positivo para su equipo. En otras franquicias le hubiesen enviado a la D-League casi de inmediato, pero es un Jazz-Man, y a los Jazz les entrena Quin Snyder. A su entrenador le apasiona trabajar con jugadores jóvenes, seguramente porque se le dan muy bien. Emocionalmente sabe como manejar estas situaciones, y como ya pasó el pasado año con Exum, cuando no le tembló el pulso al poner al base de titular pese a lo poco que había hecho para merecerlo. Y no solo lo ponía, lo mantenía en pista y en el puesto pese a partidos de 0-10 en tiros, varias perdidas de balón y un par de asistencias. Se enfocaba en lo que hacía bien y lo potenciaba. De ahí surgió un base que entendía muy bien el tramado defensivo de su entrenador y donde comenzó a brillar en ese aspecto, proporcionando a sus compañeros equilibrio en defensa e incluso brillando en esa faceta . A partir de ese punto comenzó a crecer el australiano. Un crecimiento evidente que no nos ha permitido apreciarlo su maldita lesión de rodilla.
El caso de Trey Lyles es muy similar. Tras la lesión de Gobert la decisión de poner de inicio a Favors y Booker en el juego interior parecía a todas luces la indicada, pero no terminó de funcionar. Fue entonces cuando Snyder dio muestras del tipo de entrenador que es y sentó al ex-Wizard para poner en el quinteto titular al ex de Kentucky. En su nuevo rol Lyles se mostró como lo había hecho en sus anteriores funciones: dubitativo. Un día sumaba, al otro no producía prácticamente. Un día tiraba muy poco y anotaba, al otro tiraba mucho con porcentajes penosos. Entonces apareció el ancla emocional en su juego: el rebote. Tres partidos seguidos acercándose o alcanzando la decena de capturas llevó a su entrenador a resaltar públicamente su trabajo en general y su faceta reboteadora en particular. Comentó Snyder que el jugador estaba aprendiendo una importante lección: era capaz de sumar y ayudar a su equipo sin anotar. Y así fue. Desde aquellas alabanzas el juego de Trey Lyles no deja de crecer. Confianza, paciencia y minutos han producido en el juego del canadiense una evolución clara con la que conseguimos atisbar la imagen de ese power foward abierto, dinámico y reboteador que muchos esperamos que llegue a ser algún día.
De momento, me temo, va a seguir gozando de minutos y protagonismo. La plaga de lesiones que sufre la plantilla seguirán, indirectamente, ayudando a que goce de mas oportunidades. Esperemos que las aproveche como hizo la pasada madrugada contra los Lakers. 17 puntos, 9 rebotes, 2 asistencias y un tapón en 30 minutos de juego, con un porcentaje del 60% de acierto en tiros de campo, un 50% en tiros de tres y un 75 % en tiros libres, esas fueron sus cifras anoche ante los Lakers. Un gran partido por su parte, que tiene que ayudar a que su confianza aumente y comience a dar muestras de madurez. Antes, durante y después del Draft, donde fue elegido por los Jazz en noveno lugar, su entrenador en la Universidad de Kentucky, John Calipari, no paró ni por un instante de alabarle. Parece que tenía razón al hacerlo, se ve que algo sabe de baloncesto este hombre.