¿De qué le sirve el espacio salarial a los Jazz?

Una pista, para muy poco o para absolutamente nada
Fuente: Redsarmy (CC)

El tope salarial proyectado para el nuevo año que entra en vigor de la NBA va a estar en torno a los 94 millones de dólares, incrementando segunda vez la primera estimación que se dio cerca de los 89 millones. Los Jazz, que ya estaban por debajo del límite de esta temporada se encuentran de repente con aún más dinero disponible y apenas un agente libre propio en el que gastarlo. ¿En qué van, o mejor dicho, pueden invertirlo?

A bote pronto Utah dispondrá de casi 38 millones libres, sin contar con los contratos no garantizados del base Shelvin Mack ($2.433.000), el alero Christapher Johnson ($1.051.000) y el pívot Jeff Whitey ($1.016.000). Sólo Trevor Booker termina contrato en breves con los Jazz, y el salary floor o, lo que es lo mismo, el mínimo salarial rondará los 84 millones, dejando a la franquicia de Salt Lake City con unos 28 millones que deben desembolsar sí o sí – aunque aquí no estoy contando lo que vayan a contar los jugadores seleccionados en el próximo draft, donde Utah posee la elección número 12 de la primera ronda y tres picks en la segunda ronda. Si no llegan a esa cifra los miembros de la plantilla se repartirán lo que sobre entre ellos, asi que es indeferente en cuanto a gastos.

Por tanto Utah dispone de las herramientas necesarias como para convertir un equipo joven con un bloque hecho y consolidado en un candidato a algo más, ¿no?. A ser competitivo en los Playoffs al menos, pensarán algunos. Claro está que los Jazz llevan ya un tiempo predicando lo totalmente opuesto, confiando en el talento adquirido en el draft, o vía el traspaso de Deron Williams, y en su desarrollo juntos. Hasta ahí bien, ya que además de tener un sólido líder como Gordon Hayward, un brillante dúo interior en Derrick Favors y Rudy Gobert y la promesa de un posible All-Star en el perímetro como Rodney Hood, el equipo también espera recoger los frutos de los dos últimos drafts, el moderno ala-pívot Trey Lyles pero sobretodo el base australiano Dante Exum, que se perdió toda la temporada 2015-16 por una desafortunada lesión sufrida con su selección nacional a finales de verano.

No hay prisa, total, Hayward es el más veterano y apenas tiene 26 años. Favors, que parece que lleva una vida jugando en la NBA sólo tiene 24. Exum y Lyles son insultantemente jóvenes. De hecho tras conocerse la ausencia de Exum para todo el curso los Jazz trataron de cubrirle con parches, como el decepcionante Trey Burke, que es carne de traspaso en año de contrato, y el desconocido en América del Norte, Raul Neto. El mensaje, que yo compartí y comparto, era que no había por qué desperdiciar recursos buscando a alguien que luego le cortase el paso a Exum, un número cinco del draft cuya promesa, si bien algo disminuida tras sufrir en su debut en la liga – aunque ya hemos hablado muchas veces del salto que afrontó pasando del instituto de Australia al baloncesto profesional con apenas 19 años -, sigue vigente. Si Utah confiaba en que Exum podía convertirse a medio y largo plazo en su base del futuro sin entorpecer demasiado en el camino – eso quiere decir aportando en defensa mientras su ataque se desarrollaba lo suficiente – no tenía sentido invertir en un base titular que, o bien estuviese sólo una campaña y su «alquiler» terminase suponiendo demasiado caro, o bien amenazara con usurpar el rol del aussie.

Es importante tener en cuenta que los Jazz deben ser cuidadosos con sus recursos ya que pocos agentes libres, en igualdad de condiciones, tienen en cuenta los dólares de Salt Lake City, como hemos sido testigos a lo largo de la historia. Y, desafortunadamente, en esta offseason que empieza próximamente prácticamente toda la NBA estará en igualdad de condiciones y los que no lo estén pueden perfectamente estarlo. Los Pistons por ejemplo pueden no renovar a Andre Drummond todavía, abriendo espacio para fichar otro jugador y después ir por encima del límite para mantener a su estrella, como ya hicieron los Spurs con Kawhi Leonard el verano pasado. Las elecciones de draft al menos se pueden usar o bien para el crecimiento interno del equipo, como Lyles recientemente, o bien para algún traspaso, como el de Mack en invierno. Son en realidad el único recurso del que dispone Utah.

Con esto quiero decir que los Jazz pueden tratar de seguir rodeando de jóvenes jugadores que no acaben con su flexibilidad para posteriores extensiones de sus propios hombres y confiar en que los Hayward, Gobert, Favors y Hood sigan dando pasos hacia el estrellato. Total es su mejor opción, ya que «sobrepagar» por alguien como Mike Conley o Harrison Barnes es algo que TODAS las franquicias pueden hacer y Kevin Durant sólo viaja una vez al año a Salt Lake City y es por obligación.

El problema al que se enfrentan en Utah es sin embargo que su principal referencia, Hayward, parece que tiene más prisa que ellos, algo normal teniendo en cuenta que mientras en otros lugares no llamados Philadelphia los procesos de reconstrucción se aceleran en cuanto se puede, hay cierta sensación en el estado mormón de estancamiento. Y aunque el ex de Butler tenga sólo 26 años, para él mismo ya tiene 26 años, y tiene opción además de terminar su contrato a final de la próxima temporada. Con eso los Jazz pueden empezar a sentir aún más urgencia que la que les obligó a buscar un base que mejorara las opciones de Playoffs del equipo en enero. Ya en ese momento el manager general del conjunto, Dennis Lindsey, trató hasta en dos ocasiones de adquirir a un jugador de renombre y solidez para mejorar sustancialmente su escuadra, pero se tuvo que contentar con el tercer base de los Hawks, alguien con experiencia con el entrenador jefe Quin Snyder cuando este era asistente en Atlanta y también ex compañero de Hayward en la universidad.

Jeff Teague, el principal implicado en todos los rumores en invierno, parece que ya no estará disponible porque ha sido traspasado a los Indiana Pacers, que es mejor que cualquier cosa de la que los Jazz estén dispuestos a desprenderse – más que nada porque aunque Utah les diese múltiples opciones de draft Atlanta quiere ganar ahora – y también que les permite dejar ir a Al Horford y destinar su dinero a otras cosas.

Siendo realistas los Jazz tienen pocas opciones, aunque parte de ello sea culpa de tener un bloque todavía muy joven y con el que todavía debe tenerse paciencia. Alec Burks, cuyo contrato a pesar de su historial de lesiones es con el nuevo espacio salarial es ahora bastante asequible, podría ser el recurso necesario para conseguir algún traspaso, pero si rindiese al nivel que se le presupone desde hace dos campañas es precisamente lo que Utah necesita desde el banquillo. Tienen la obligación los Jazz de acelerar el proceso de reconstrucción porque necesitan retener a Hayward lo primero y porque este año sí que sí hay que entrar en los Playoffs, pero el mercado no suele ser muy benigno con los que actúan de manera desesperada y además del mismo dinero que muchos otros equipos Utah no puede siquiera prometer un puesto de titular – fuera de Conley no hay un sólo agente libre en el puesto de base por el que mereciera la pena sentar a Exum y arriesgarse a cortar su progresión.

¿Sería suficiente darle 10 ó 12 millones al año a Brandon Jennings y arriesgarse a no disponer de suficiente dinero como para volver a firmar Gobert y Hayward en 2017? ¿Es mejor Norris Cole que el bastante más barato y ya familiar con el sistema Mack? Si los Jazz quieren dar el salto sin confiar sólo en el desarrollo interno de sus pesos pesados y arriesgase a alienar aún más a Hayward, la única opción realista es un traspaso y lo más probable es que les cueste al menos a Burks, y el escolta ese jugador que si pudiese mantener sano podría ser una de las soluciones a todos los problemas ofensivos del entrenador Snyder.

Pase lo que pase los Jazz van a tener una de las offseasons más interesantes de toda la NBA.

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