Los Golden State Warriors han arrasado sin piedad alguna en estos Playoffs, hasta tal punto que se encuentran a un partido de poder ganar el campeonato de la NBA y no han perdido un sólo partido en lo que llevamos de postemporada, 15-o. Este proceso encontró su pico para Kevin Durant en los compases finales del Game 3, donde hundió desde más allá de la línea del triple un tiro que parecía estar escrito en un guión. Sin embargo, Kevin Durant ha estado entrenándose para ese momento desde que ya en su infancia jugara al baloncesto en los alrededores de Washington.
Un niño tímido, que llevaba todo el día una pelota de baloncesto encima. Así lo describen sus amigos de toda la vida cuando le preguntan por cómo era Durant en su niñez y adolescencia. Sin embargo, sus amigos lo veían en el colegio o instituto, la que más estuvo al pie del cañón fue su ya famosísima madre, Wanda Durant. Wanda, con cierta nostalgia, recordaba cómo su hijo se pasaba las tardes emulando el movimiento que pondría en práctica el pasado miércoles:
«Dios mío, he visto eso desde que tenía 7 años» decía la madre de Kevin. «Desde el primer momento que empezó a jugar al baloncesto, he visto ese tiro. Pero no pienso que alguno de esos significara lo más mínimo a lo que ha significado el de esta noche«.
La recompensa no llega por arte de magia. Kevin se despertaba cada día temprano para entrenarlo, y con constancia y trabajo hablamos ahora de él como el mejor jugador de las Finales, o al menos lo incluimos en el debate. Pero incluso en Golden State, punto de su carrera en la que ya algunos creerían que poco debe mejorar. Error. En Oakland, Kevin ha tenido un incansable trabajo con su tiro de tres, practicándolos en las instalaciones de entrenamiento de los Warriors día tras día. Eligiendo sitios específicos, Kevin no se marcharía hasta que encadenara 10 aciertos seguidos en el mismo sitio. Por ello Kevin Durant tiene un don con la anotación, por su ética de trabajo duro.
A veces, las situaciones que engrandecen el legado de un jugador llegan por sí solas, como por arte de magia, y hay tantas cosas que podrían haberlas impedido que por eso se hacen tan remarcables. Todo surgió de una jugada en la que los Cleveland Cavaliers tenían en su mano cerrar el partido, quedaba menos de un minuto. Entonces, James mira hacia canasta y penetra, pero en su camino decide abrir hacia la esquina donde Kyle el francotirador Korver falló el triple más importante de su carrera, que podría haber resucitado a los Cavs. Sin embargo, los eventos no quisieron desarrollarse así, y tras fallo en el tiro, Durant atrapa rebote, recorre la pista, y frente al semblante de LeBron James introduce en la red un triple que provocó un silencio sepulcral en la parroquia ‘cavalier’. Y así, de esta forma, uno crea una jugada que se verá repetida centenares de veces cuando se quiera recordar el nombre de Kevin Durant. Sólo el que LeBron James no hubiera pasado el balón y hubiese buscado el contacto o simplemente hacer una bandeja, o el que Korver acertara su triple, o el que el contraataque hubiera caído en otras manos, habría cambiado segur el destino del partido. Pero el tiro entró, y por culpa de Kevin Durant.
«Tenerlos bien gordos» decía Shaun Livingston. «Eso es lo que hace falta. Él sabe qué tipo de jugador es. Acierta o falla. Lo amo. ¿Fuera de casa? ¿Y dos abajo en el marcador? A la yugular».
En efecto, es lo que Shaun Livingston nos cuenta sobre lo que hace falta tener para colocar un tiro así en una situación como esa. En un Quicken Loans Arena (con un público en ciertos aspectos desagradable, por un enfrentamiento con la madre de Draymond Green) abarrotado hasta el último asiento, todos abucheaban a los Warriors para evitar que saliera a su favor lo mínimo posible. Es imperativo recordar que a falta de 2 minutos, los Warriors se encontraban seis puntos abajo en el marcador, con la victoria casi sellada para los de Ohio, y confirmando que la serie se antojaba larga. Pero está la cosa en los pequeños detalles, donde uno puede apreciar que aunque el partido estuviese apretadísimo, los gestos de prudencia en los Warriors corrieron a su favor en los segundos finales. Remarcable es la acción de Iguodala, donde, tras taponar a LeBron en una oportunidad de oro para contestar el tiro de Durant, pide tranquilidad a sus compañeros en el banquillo, en vez de celebrarlo efusivamente como bien sabe Iggy.
Pues bien, Kevin Wayne Durant, nacido en Maryland, Estados Unidos: Esta noche, viernes 9 de junio, es el partido de su vida, la razón por la que entró en la NBA y la razón por la que decidió entrar en los Golden State Warriors, la búsqueda del anillo. En un Game 4 que se propone como mínimo histórico, tiene el señor Kevin Durant la oportunidad de acariciar la historia, acariciar el prestigioso Olimpo de los mejores jugadores de todos los tiempos, donde se pide anillo de campeón antes de entrar si quiera al vestíbulo.