La fase de grupos de esta improvisada Fase Final excepcional de la Liga Endesa para definir el campeón de la temporada 2019/20 llegó ayer a su fin. Y visto lo visto, supone casi más mérito el haber logrado clasificarse para la “Fina Four” del formato de lo que supondrá ganar lo que se está convirtiendo en “la Liga del asterisco”, que en el prisma de muchos, pasará a la historia como la liga con el campeón más debatible. Todos sabemos que no es un contexto fácil, que las bajas han hecho mucho daño a algunos equipos concretos y que, después de la cuarentena, ha sido duro para muchos otros intentar recuperar el ritmo de competición.
Sin embargo, de alguna manera tenemos que premiar a los equipos que sí han conseguido sobreponerse a las circunstancias, han sabido gestionar las situaciones adversas de partido y han logrado mostrar una imagen mejor de lo que se esperaba. Y por tanto, contrastarla con aquellos equipos que no lo han conseguido. Estos son, a nuestra manera, el bueno, el feo y el malo de estas alocadas pero amortizadas dos semanas de frenético y fugaz baloncesto.
El bueno: Barça Lassa
De todos los equipos que han hecho bien las cosas, el Barça Lassa ha sido el que más cosas ha hecho bien. O más bien, al que menos cosas se le pueden achacar. Si meses atrás habían dejado lícitas dudas acerca de sus posibilidades a partido único, durante esta Fase Final se han encargado de disiparlas completamente, mostrando una de sus caras mas ganadoras.
Todo ha salido a pedir de boca para los blaugranas. Pesic ha conseguido algo que parecía casi imposible, suplir la baja de Malcolm Delaney sin salir demasiado perjudicado, y no sólo lo ha conseguido, sino que lo ha hecho logrando implicar a todos sus jugadores, recuperando alguno que otro que se había quedado en el camino y lavándole la cara por completo al ataque del equipo. A base de hacer las cosas bien, sin complicarse mucho la vida. Confiando en una fórmula concreta y aplicándola con autoridad. La pareja de pick&roll entre Adam Hanga y Ante Tomic, la aparición estelar de Pierre Oriola cuando el equipo ha necesitado un catalizador en la pintura, y sobre todo, la toma de decisiones a lo largo de los cinco enfrentamientos son los credenciales que colocan al equipo con tan sólo una derrota, compartiendo con Valencia Basket el mejor récord.
El Barça se coloca como claro favorito a ganar la liga, más todavía sin el Real Madrid en competición. Si Hanga sigue a su nivel, el sistema sigue funcionando y no ocurre ningún contratiempo que imposibilite estas dos cosas, será muy complicado desviarlos de ese camino. En frente se encontrarán a un matagigantes como San Pablo Burgos, lo cual podría hacer mucho más dura la derrota en caso de producirse, al estar ya avisados. En cualquier caso, son los mejor posicionados para hacerse con el título y deben actuar en consecuencia.
El feo: Real Madrid
El feo. Muy feo. Inexplicablemente feo. Es posible que hayamos estado ante el Real Madrid más errático y endeble de la era Pablo Laso. El que ha sido, sin acostumbrarlo, la otra cara de la moneda. El que ha planteado quince días de competición como si duraran dos meses. No será una derrota para lamentar en los años venideros, y menos todavía echando la vista atrás, pero no deja de ser una derrota no deja de ser el Real Madrid.
Y la única pregunta legítima es; ¿qué ha fallado? ¿A qué le echamos la culpa? Por suerte o por desgracia, es la única que hay que responder, por suerte porque es una derrota que no significa nada ni para el proyecto ni para encarar la temporada que viene, y desgraciadamente porque un equipo y una afición como el Real Madrid no pueden permitirse algo así.
Probablemente, haya sido un poco de todo. El planteamiento no ha sido del todo correcto, el juego no ha brillado por su excelencia como suele hacerlo, la defensa ha castigado en momentos importantes y no ha resultado tan férrea e inexpugnable como venimos viendo, Facundo Campazzo se ha visto excesivamente sólo en la producción de situaciones de peligro… Un cúmulo de factores que, acrecentado por el momento tan específico en el que nos encontramos y con tan poco margen de error en un formato en el que dos derrotas te condenan, han dejado fuera al coco.
En cuanto a los jugadores, difícilmente se salva nadie que no se llame Facundo Campazzo o Walter Tavares. Igual que esa profundidad de plantilla es la que le ha hecho el favor al Barcelona, la poca implicación del núcleo secundario madridista ha acabado por lapidar sus opciones. Los principales señalados son, sobre todos, un Gabriel Deck sin chispa ofensiva, un Rudy Fernández desacertado desde la larga distancia y un desaparecido Jeff Taylor, tanto del quinteto inicial como del desarrollo del juego en pista, algo incomprensible por otra parte teniendo como referencia el tramo pre-cuarentena. Señalados, principalmente, porque son jugadores que por condiciones y experiencia tienen que servir para solventar este tipo de situaciones. Porque por supuesto, de Nico Laprovittola, poco hay que comentar que no se haya comentado ya.
Toca verano de reflexión en la Casa Blanca. De reflexión, de pelear todo lo posible por retener a Facundo Campazzo en Europa y esperar a que el rebrote no pegue demasiado fuerte el año que viene. Y si pega, estar preparados.
El malo: San Pablo Burgos
El malo ha sido, sin ninguna duda, San Pablo Burgos, por encima de decepciones como Cassademont Zaragoza o Iberostar Tenerife, que estaban previstos a ser los rivales que pusieran en aprietos a los grandes a la hora de la verdad. Al final, ha sido Burgos ha sido el equipo al que todos habrían deseado apartar de su calendario. Han sido los de Joan Peñaroya los que se han colado a gorronear en la cena de los grandes. Hasta tal punto que son responsables de que el presidente de dicha mesa, el Real Madrid, haya tenido que salir dejando a medias el segundo plato.
El propio Peñaroya es el principal culpable de todo esto, desde principio de temporada. Qué bueno es, y qué poco le cuesta serlo, lo tiene interiorizado. Es difícil encontrar un entrenador español que resulte tan diferencial para las aspiraciones de su equipo que él, y eso que el producto de entrenador español está al alza desde hace un par de temporadas. Su gestión de los tiempos muertos, la mayoría cuando su equipo no está haciendo bien las cosas, sumado al grandísimo talento que tiene para ajustar las rotaciones y saber qué es lo que necesita su equipo en cada momento, hacen que parezca que Burgos juega con seis.
A partir de aquí, todo es pelear. Intentar seguir sorprendiendo. El mejor Barça de la temporada espera en semifinales, y la lógica hace previsible que sean ellos los que acaben asaltando esa plaza en la final, pero ya hemos visto lo que es capaz de hacer San Pablo Burgos y el momento de forma en el que se encuentran. Algo que imprime un sentido de epicidad todavía más grande a une gesta que, a pesar de lo que pase mañana, quedará marcada desde ya en los libros de historia de la ACB.