¿Hacen bien los Pelicans en retener a Lonzo Ball?
En New Orleans se decantan por no traspasarlo
Una de las sorpresas más inesperadas que el deadline nos dejó fue la negativa de los Pelicans en traspasar a Lonzo Ball, a pesar de la insistencia de franquicias como Atlanta Hawks o Chicago Bulls (estos últimos, especialmente activos en el mercado). Esto significa que el base californiano permanecerá en Louisiana, como mínimo, hasta final de temporada. David Griffin ya ha mostrado su posición al respecto, la gerencia está convencida en retenerle y firmarle una extensión de contrato a largo plazo para acompañar a Zion Williamson y Brandon Ingram en futuras batallas, lo cual representa un escenario muy extraño y complicado de cara al mes de junio.
¿Han tomado los Pelicans la decisión correcta? ¿Es que los packs recibidos por parte de los equipos interesados no eran lo suficientemente rentables como para traspasarlo? ¿Estará dispuesto Lonzo a pedir un sueldo acorde a sus prestaciones para permanecer en un proyecto que baloncestísticamente le beneficia? Desde luego, algo ha tenido que ocurrir para que el GM haya decidido mantenerle en el equipo en lo que parecía ya una «calle de sentido único».
Si te lo quedas, estás obligado a renovarle
O más bien, no puedes justificar tu decisión sin finalmente no lo renuevas. Los Pelicans están obligados a renovar a Lonzo Ball desde el momento en el que rechazan todas las ofertas recibidas. Si no, justo es poder, como mínimo, pedir explicaciones por no haberlo traspasado a tiempo. Es inútil para la directiva de Griffin explorar otros escenarios, no va a quedar otra que sentarse con el jugador a hablar de dinero. Y su condición de RFA, el mayor enemigo de New Orleans en toda esta historia, invitará a participar en la conversación a equipos como los Knicks o los Bulls, equipos con espacio salarial de sobra que con seguridad intentarán encarecer su precio. Al igual que Rich Paul y su entorno, con toda seguridad (que no precisamente es recordado en la ciudad con excesivo cariño), jugarán esta baza en contra de los intereses del equipo.
Y aquí es donde llegan todos los problemas. Lonzo Ball, un jugador inconsistente, con un marketing tremendo y que es agente libre restringido este verano, es exactamente el jugador perfecto con capacidad para poder explotar su situación en búsqueda de un salario más alto de lo que podría merecer. Y sin ser su culpa. Al final, el profesional es el que se encuentra en posición de pedir, y es lógico que pueda tensar la cuerda al máximo para conseguir cuanto más dinero, mejor. En este caso, es el equipo el que debe saber marcar con firmeza dónde están los límites de la negociación.
¿Cuál es el precio? Se preguntarán en Louisiana ¿Qué es lo que los Pelicans deben aceptar? ¿Cuál es el límite? A bote pronto, el suficiente como para satisfacer sus necesidades y permitir al mismo tiempo un margen de maniobra lo suficientemente extenso para poder pelear por la firma de un perfil medio-alto en las próximas dos agencias libres. Contando con la bajada de salario de Steven Adams (pasa de cobrar 27M este año a 17M los dos siguientes), y con que James Johnson es expiring (16M), a Lonzo podría quedarle un trozo del pastel cerca de los 15-20 millones. Pero claro, para poder desestresar en condiciones, y contando también con la renovación de Zion Williamson en el año 2024, se hace requisito indispensable buscar una salida al contrato de Eric Bledsoe, que este año es de 16,8 millones pero asciende a 18,1 la temporada que viene y a 19,3 a dos años vista.
¿Cuál es la otra alternativa?
La única alternativa sobrante es, ya tarde, no renovarle. Dejar el camino libre a los Knicks para conseguir su ansiado base. No es la opción que más beneficia a los Pelicans, pero puede ahorrar más de un disgusto en los próximos años.
No renovar a Lonzo Ball significaría tres cosas, que cobran valor si cabe recordando errores pasados (Omer Asik, entre otros); ahorrarse entre 15 y 20 millones de valiosísimos dólares, tener que moverse activamente en siguientes agencias libres por un base de garantías y dotar de responsabilidad tanto a Kira Lewis Jr como a Nickeil Alexander-Walker, los dos necesitados de rodaje actualmente pero que pueden formar una muy consistente pareja de bases de cara al futuro. Un base fiable como Lewis puede ser el complemento perfecto al talento bruto pero alocado de Walker, que también puede acompañar al primero en el puesto de escolta y jugar sin balón. En este caso, el dinero reservado para la renovación de Ball podría utilizarse para cubrir otras necesidades del equipo que ahora son más importantes, como es el fichaje de un ancla defensiva para el puesto de 3-4.
Los Pelicans deben ser consecuentes con su decisión. Ya es imposible sacar algo de rentabilidad a cuenta del que es, todavía, su base titular, pero aún tienen tiempo para minimizar el perjuicio que puede suponer a largo plazo. Y tal y como está el deporte, en situación de pandemia, puede que este sea el verano para renovar a la baja a jugadores que en condiciones normales saldrían bastante más caros.