En defensa de Russell Westbrook
Un alegato de @NdeBasket sobre el base de OKC
De igual modo que hay actores para los que el papel de villano parece hecho a medida, hay jugadores que parecen diseñados para atraer hacia su persona las críticas más feroces. Russell Westbrook es uno de ellos.
En Westbrook confluyen un físico portentoso, una enorme facilidad para generar lanzamientos y una capacidad pasmosa para llevar el balón a las inmediaciones del aro. Pero al mismo tiempo se percibe en su juego un peligro de precipitación casi constante, síntoma de un largo historial de malas decisiones a la hora de elegir cuándo y desde dónde lanzar a canasta o cómo encontrar al compañero abierto.
Ese es Westbrook, el jugador. Un balrog de metro noventa que incendia todo cuanto toca, y que tras su paso te deja absorto mirando las cenizas para decidir cómo de positiva fue su aportación. O lo tomas o lo dejas.
La temporada 2012-13 de Russ fue absurdamente dominante, hasta el punto de que durante diversas partes del año fue él y no su compañero Durant el mejor jugador de los Thunder. Westbrook hizo unos registros estadísticos clavados a los deDerrick Rose el año que fue elegido como MVP de la NBA (23.2 puntos, 7.6 asistencias, 5.2 rebotes, 1.8 robos, 44% en tiros de campo, 80% en tiros libres), sobre todo cuando se tiene en cuenta que Thibodeau (a su más puro estilo) ponía a Rose en cada partido 2.5 minutos más en pista de lo que Brooks hacía con Russ. Los Thunder acabaron con el mejor balance del Oeste, y el segundo mejor de la NBA tras esos Miami Heat que llegaron a ganar 27 partidos consecutivos en el mes de marzo y alrededores.
Todo dio igual. A veces cuesta más mover una montaña que un prejuicio, y muchos seguían viendo en Westbrook tan solo a un base “impuro” que tiraba a canasta más que nadie pese a que Kevin Durant, posiblemente el mejor anotador del mundo, estaba a su lado vistiendo su misma camiseta. Lanzar una alabanza a Westbrook caía en saco roto, mientras que compartir un vídeo de Russell tirando desde el centro del campo con 20 segundos en el reloj de posesión –buscaba una falta de tiro que no se pitó– generaba un alud interminable de críticas hacia el jugador
Una de las derrotas de Oklahoma City la pasada temporada vino por obra y gracia de un tiro en el último segundo de Tony Parker tras salir de bloqueo. Le defendía Westbrook, que intentó anticiparse a la jugada saltándose agresivamente el bloqueo por arriba. En cuanto Parker lo vio, cambió de dirección y salió por el lado opuesto. La situación se desarrolló a la máxima velocidad, creando una instantánea –Parker en un lado de la pista dispuesto a lanzar y Westbrook desorientado en el lado opuesto– que rodó considerable tiempo por internet. En fechas recientes los Blazers ganaban a los Thunder en Portland, siendo la jugada decisiva en este caso un triple de Nic Batum tras escurrirse por la línea de fondo mientras su defensor miraba la pelota sin preocuparse de él. La instantánea era parecida a la anterior, pero en este caso el defensor era Kevin Durant. Poco o nada se dijo.
El ejemplo anterior es una constante. Los errores de Durant tienden a perdonarse y olvidarse rápidamente, mientras que los de Westbrook tienden a magnificarse, a menudo hasta el absurdo.
Unas semanas después de terminar la temporada regular 2012-13, toda esa percepción general había cambiado. Para ello no fue necesario mover ninguna montaña, sino simplemente que la rodilla de Westbrook hiciese “crack” tras chocar conPatrick Beverley en el segundo partido de la serie de Playoffs OKC-Houston. El hombre de hierro que nunca antes se había perdido un partido universitario o de NBA se despedía hasta la siguiente temporada y los Thunder se veían obligados a sobrevivir sin él.
No lo consiguieron.
Fue entonces cuando quedó claro por qué los porcentajes de Durant aumentan espectacularmente cuando Westbrook está en pista. O cómo Westbrook desatasca esas posesiones en las que Durant no consigue solventar su mayor problema ofensivo (la recepción del balón en posiciones de ventaja) y los Thunder necesitan sacar un tiro en los últimos segundos de posesión. O, en resumen, cómo ese par de balones tontos perdidos y esos 3-4 tiros alocados que el base se juega cada partido pesan en realidad muchísimo menos que todo lo que sí hace Westbrook al más alto nivel NBA.
Hace un mes el analista estadounidense Sam Amick situaba a Russell Westbrook en la cima de su reconocimiento público a lo largo de su carrera. Y esto es algo enormemente irónico. A fin de cuentas, hace un mes estábamos contemplando al peor Westbrook que hubiésemos podido ver en los últimos dos años.
Westbrook sale de una lesión de rodilla peligrosa, y no pudo ejercitarse durante el verano ni hacer la pretemporada con sus compañeros. Su juego en esos primeros partidos se parecía peligrosamente a la descripción que de él hacen sus detractores: demasiados tiros, demasiada precipitación en los mismos, demasiadas pérdidas absurdas. A eso habría que añadir algunos lapsus defensivos en rotaciones básicas (por ejemplo, Stephen Curry se encontró con varios triples abiertos contra OKC exclusivamente por despistes de Russ mientras le marcaba). Westbrook sólo anotó más del 50% de sus tiros en uno de sus primeros 14 partidos, y sus porcentajes de tiro hasta hace 3 semanas (39.4% en tiros de campo, 72.7% en tiros libres) representaban mínimos históricos para el jugador. Pero no sólo era el tiro el problema. Su Player Efficiency Rating (PER) había bajado desde el 23.9 de la pasada campaña hasta un preocupante 17.9, y estaba dando casi 2 asistencias menos que el año pasado. En resumen, demasiados fallos, demasiadas pérdidas, y muy poca generación de juego para un jugador impaciente por demostrar a todos que seguía siendo el mismo tras la operación en su rodilla, y de cuya impaciencia –y de la natural falta de ritmo por inactividad– estaba surgiendo un juego más errático de la cuenta.
Ciertamente todo esto era un problema… para los rivales de Oklahoma City en la Conferencia Oeste.
A día de hoy, Westbrook ha recuperado casi por completo su fantástico juego de la temporada pasada. En sus últimos 10 partidos, el base de OKC promedia 23 puntos, 7.1 rebotes, 8.6 asistencias, 1.8 robos, 47.7% en tiros de campo y 90% en tiros libres. Lean las cifras anteriores de nuevo. Son una barbaridad. En esos últimos 10 partidos los Thunder anotan con Westbrook en pista 111.5 puntos por cada 100 posesiones, y reciben tan solo 95.5 puntos en esas mismas 100 posesiones. Todo superior al Rose MVP, de nuevo. Pese a su mal inicio, su PER ya es de 21.4. ¿Su único problema? Que está perdiendo el balón con más frecuencia que en toda su carrera (4.1 pérdidas por partido).
En otro orden de cosas, los Thunder están destrozando al rival cuando su base suplente Reggie Jackson está en pista (+15.9 puntos por cada 100 posesiones) y no logrando despegarse con Reggie en el banquillo (-0.5 puntos por esas mismas 100 posesiones). Algo parecido sucede con otros suplentes como Nick Collison o Jeremy Lamb. Sin embargo, con los titulares Thunder ocurre justo lo contrario: el equipo logra más ventaja con ellos en el banquillo. Una parte de esto es achacable a que entre los titulares están Kendrick Perkins y un Thabo Sefolosha lejos de su mejor nivel, pero otra parte se debía al mal inicio de Westbrook. En las últimas semanas los números de los titulares de OKC a nivel de puntos por posesión han mejorado considerablemente.
Los Thunder han ganado 17 de los 18 partidos jugados desde el 16 de noviembre hasta el 21 de diciembre, y actualmente poseen el mejor registro de la NBA, con 23 victorias y 5 derrotas, igualado con Portland e Indiana.
Muchas cosas están yendo bien para Oklahoma City en este inicio de temporada, desde el propio Reggie Jackson hasta Jeremy Lamb pasando por la irrupción en la rotación del pívot rookie neozelandés Steven Adams y la apreciable mejora defensiva de Durant y Serge Ibaka. El mal inicio de Westbrook contrastaba con ese optimismo, pero a día de hoy todo apunta a que era un simple bache, fruto de la inactividad.
Aún es pronto, pero si Westbrook consigue mantener ese nivel del último mes –y el resto de buenos augurios Thunder se consolidan–, es posible que cuando en junio examinemos las cenizas creadas por su paso podamos atisbar el brillo de un anillo entre ellas.
Pablo Mira ( @NdeBasket )