El gran misterio de Chapel Hill

Unos Tar Heels que no dejan indiferente a nadie

Probablemente, estemos ante uno de los casos más extraños de esta campaña en la NCAA. Un conjunto capaz de perder, o en su defecto, jugar a un nivel impropio de su categoría ante equipos inferiores y que militan en mid-majors o, en caso opuesto, vencer a los mejores programas universitarios de la nación y jugando bien.

Hablamos de North Carolina Tar Heels. Todos conocemos que es uno de los ‘colleges’ más reputados de la historia del basket universitario y que ha tenido en sus filas a jugadores de muy alto nivel. Pero en este caso, nos encontramos en un año en el que los de Roy Williams son tildados cómo ‘el equipo más extraño de la NCAA’.

Y desde luego, no es para menos.

Recapitulando, UNC ha sido capaz de vencer a bloques cómo Kentucky, Louisville, Michigan State y Duke en una misma temporada, pero también de perder ante Belmont, UAB, Wake Forest y Miami, equipos muy inferiores a los anteriormente mencionados, sin contar derrotas previsibles ante Virginia, Syracuse y Texas.

8164848-590x392

¿Cuáles son las diferencias entre uno y otro ‘pack’ (por decirlo de algún modo) en los que se ha enfrentado North Carolina? El cambio de mentalidad entre uno y otro es capital, lo que implica después el cómo plantearse un partido y otro. Es evidente que no es lo mismo enfrentarse a Michigan State que hacerlo con UAB, desde luego.

Un equipo que contiene las características precisas para ser un equipo ‘perfecto’ para un torneo como el March Madness. Imprevisible, absolutamente capaz de todo, tanto de perder ante el más débil cómo de ganar al más fuerte, de jugar muy bien o muy mal… No existe el término medio este año en North Carolina, y esas características hacen que los de Roy Williams sean una arma de doble filo en un torneo cómo el de Marzo y un bloque muy peligroso que muchos ‘grandes’ quieren evitar.

Un bloque en el que, tras encontrar regularidad en su juego, van viéndose detalles de cuál es su verdadera identidad. Un equipo física y atléticamente muy superior, que ataca muy bien el rebote (8º mejor equipo reboteador en la NCAA), defensivamente van a mejor partido tras partido y que se sienten a gusto cuando buscan ataques y contraataques cortos y rápidos con James McAdoo y Brice Johnson cómo hombres altos con muy buena capacidad para finalizar bajo aros y con Jean Pierre Tokoto, que está cuajando una buena temporada sophomore. Sin olvidarse de jugadores de la talla de Marcus Paige, el jugador más talentoso del equipo y el más fiable en ataque, de la veteranía de Leslie McDonald, del trabajo sucio de Jackson Simmons y de los freshmen Nate Britt y Kennedy Meeks, éste último, con un conocimiento del juego fantástico para un center.

No tan bien lo pasan cuando pasan a la ofensiva en estático, con circulación lenta y dificultosa, además de no contar con un lanzador fiable desde el perímetro y especialmente desde el tiro libre, donde los Tar Heels poseen uno de los peores porcentajes de la nación.

Aunque a todo esto, ¿Cuál es el objetivo de North Carolina esta temporada? Sin ninguna duda, no dejar indiferente a nadie.