Brad Stevens, el único entrenador posible

Tiene el reto de construir un equipo campeón

brad stevens

Es el año 2010 y en el Lucas Oil Stadium está a punto de disputarse uno de los eventos deportivos del año en los USA, la final de la NCAA. De un lado, los históricos Duke Blue Devils entrenados por Mike Krzyzewski y grandes favoritos para llevarse el trofeo. Del otro, los Butler Bulldogs entrenados por Brad Stevens, el equipo revelación, que procedente de una pequeña ciudad y muy alejada del prestigio de Duke, ha venido jugando como los ángeles a lo largo del año . A manerade resumen, decir que esta final de campeonato había sido calificada por el «New York Times» como «la más ansiosamente esperada en años

Presenciando el encuentro desde la grada están Danny Ange y Steve Pagliuca, General Manager y co-propietario de los Boston Celtics respectivamente. Sentados el uno junto al otro, llegó el momento del apretón de manos entre los dos entrenadores y es aquí cuando Pagliuca, reconocido seguidor de los Blue Devils dice: «Es el mejor entrenador del baloncesto universitario»; a lo que Ainge, siempre tan Ainge, responde: «Sí, estás en lo cierto Brad Stevens es el mejor entrenador de todo el baloncesto universitario».

Podía parecer el típico comentario de Ainge para molestar un poco a su jefe – de hecho el ha reconocido que algo había de eso en el comentario -, pero la verdad es que llevaba tiempo siguiendo al entrenador de Indiana y le habían impresionado tanto su manera de entrenar como el juego de su equipo.De todos modos, cuatro años después la conversación es aún más válida que nunca, Danny Ainge sigue pensando que Brad Stevens es el mejor entrenador de los dos, y ya no hay nadie que le pueda discutir a Pagliuca que Kryzewski es el mejor entrenador de baloncesto universitario…

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Así y todo, pese a las palabras del General Manager de los Boston Celtics, nada parecía aventurar que tan solo tres años después, Brad Stevens estaría ocupando el banquillo de la franquicia. Pero todo se precipitó en verano del año pasado. Cuando, tras los movimientos que precipitaron el actual proceso de reconstrucción (el traspaso de Pierce, Garnett y Terry a los Brooklyn Nets a cambio de futuras rodas del draft), el entonces preparador de los de Massachusetts, Doc Rivers, decidió que él no estaba para reconstrucciones y se fue camino de Los Ángeles. Los días posteriores a esta decisión fueron un caldero de rumores, pero había una persona que tenía muy claro quién iba a ser el futuro entrenador de los Orgullosos Verdes. Al ser Danny Ainge preguntado sobre qué nombres estaba barajando para el puesto, expuso su lista:

«1. Brad Stevens 2. Brad Stevens y 3. Brad Stevens «

Tal confianza debería haberse llevado las dudas iniciales de Pagliuca, pero se mostró un tanto preocupado ante la «audaz» decisión de Ainge al no buscar ningún otro hombre aparte de ese jovencísimo entrenador – 38 años recién cumplidos el pasado 22 de Octubre – que, en esos momentos, seguía viviendo en casa de su madre en Zionsville, Indiana. No nos confundamos, Stevens no era un Wollowitz de la vida, simplemente se encontraba en plena mudanza a Butler, la ciudad donde llevaba 13 años entrenando y donde acababa de firmar un contrato por 12 temporadas más .

Anteponer la ciudad que amas a ofertas laborales de otras Universidades más prestigiosas había sido algo fácil a lo largo de los años, rechazar a la franquicia de baloncesto más prestigiosa de la historia es otra cosas muy distinta. Tampoco es que Stevens estuviese poco acostumbrado a tomar decisiones difíciles. Años antes ya había renunciado a un trabajo con un buen sueldo (unos 44.000 dólares anuales) por marcharse a un puesto de trabajo no remunerado en la Universidad de Butler. Y el tiempo acabó demostrando que fue la decisión acertada. El propio entrenador recuerda aquellos tiempos con cariño, cuando vivía con un sueldo máximo de 18.000 dólares

«Eso todavía era muchísimo dinero para mí. Yo creía que estaba haciendo lo mejor para mí mismo. Tenía un alquiler barato. Tenía un montón de pizzas Torino´s y de noodles Ramen. Y todo fue bien.»

Así, Stevens tuvo que abandonar su zona de confort y aceptar el reto más grande de su vida: coger en uno de sus momentos más bajos al equipo con más campeonatos de la NBA y volver a hacerlo campeón. La prensa ya estaba esperando. Los días siguientes al anuncio de quién iba a ser el entrenador de los Boston Celtics todos los debates y artículos periodísticos se centraban en los problemas que, tradicionalmente, había tenido los entrenadores universitarios al llegar a la NBA. Pero Ainge y Pagliuca ya había hecho en análisis y tenían claro cuales habían sido las causas de dichos problemas.

«Aparte de que generalmente han entrenado en malos equipos, o ellos han querido tener el control completo sobre el mismo-algo muy común en la Universidad, pero muy distinto en la NBA –, o no han acabado de confiar en ellos y les ha faltado tiempo para desarrollar sus ideas».

La solución, muy fácil: «Para que veas que confiamos en ti, te lo demostramos desde la firma del contrato». Eso, o algo muy parecido, debieron pensar Ainge, Pagliuca y Wyc Grousbeck – el otro co-propietario de los Celtics, cuando le ofrecieron seis años de contrato garantizado. Como el propio General Manager dijo pocos días después:

«No sé de ningún otro entrenador que tenga un contrato garantizado de seis años de duración. Menos aún siendo un rookie. Estas oportunidades no vienen muy a menudo».

Ahora, tras una temporada de debut bastante difícil en la que los Celtics acabaron con un récord de 25-57, Stevens se encuentra mucho más a gusto y capaz en la franquicia. Ya conoce a su plantilla y esta está integrada por la clase de jugadores que siempre ha entrenado, jugadores muy jóvenes (solo Gerald Wallace supera la treintena).

«Ha sido como pasar de la noche al día. El año pasado no conocí a nadie del equipo hasta la noche antes del Training Camp. «

«Más que nada, lo que he aprendido, y no me he dado cuenta de ello hasta hace dos días, es que soy mucho mejor entrenador cuando ya conozco a mis jugadores. Y a estos chicos los conozco y tengo un gran feeling con ellos»,

Esperemos que la confianza que la franquicia y él mismo tienen en su figura sea devuelta en forma de resultados. Aún pronto para pedir resultados, Brad Stevens tiene tiempo para desarrollar este joven plantel e ir mejorando sus principales carencias. A saber: demasiados jugadores de corte defensivo, unos escoltas demasiado erráticos y una gran falta de jugadores altos. Por lo pronto, sabe que tiene aún cuatro años de contrato con el equipo y, en caso de no ir las cosas del todo bien, también sabe quienes son los dos principales candidatos a ocupar su puesto: Brad Stevens y Brad Stevens.

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