¿Qué pasa con los de verde?

Analizamos el último mes del equipo

Foto: Farm3 (CC)
Foto: Farm3 (CC)

Como cada día 10 del mes aquí estamos analizando lo que ha dado de sí el último mes para el equipo de Brad Stevens (aquí las ediciones anteriores). A lo largo de este mes de marzo, los Boston Celtics se han confirmado como un serio contendiente en la lucha de playoffs, situándose actualmente en la séptima posición de la conferencia Este y con un 56% de posibilidades (datos de basketballreference.com) de disputar la post-temporada.

Con todo esto, nuestro ¿Qué pasa con los de verde? de este mes, solo podría hablar sobre cómo los Celtics se han convertido en un aspirante a playoffs cuando nadie daba un duro por ellos, y lo vamos a hacer en cuatro puntos (deberían ser cinco, pero no me siento con fuerzas para explicar en un punto la principal causa por la que esto está ocurriendo: la Conferencia Este parece la casa de Los Idiotas de Lars Von Trier).

El banquillo

Una de las ventajas que tiene Brad Stevens, y que es a la vez una desventaja, es que tiene un equipo muy compensado; todo lo contrario a la plantilla con la que tuvo que lidiar a principio de la temporada. Mientras que todos los equipos de la NBA tienen una primera y una segunda unidad muy diferenciada, tanto en calidad como en minutos (eliminen de este comentario a Popovich y su profeta, Spurs y Hawks no cuentan, por abusones), en Boston cualquier jugador que sale desde el banquillo podría hacerlo como titular y viceversa.

Esto que es una ventaja, porque el equipo nunca sufre una merma considerable en sus prestaciones, nace de un claro handicap negativo del equipo: la falta de talento de la plantilla. Pero Stevens y los jugadores han sabido hacer de la desgracia una virtud, y es muy común que las victorias empiecen a fraguarse a partir de las ventajas que se logran con la entrada en escena del banquillo.

Nos hemos acostumbrado a ver cómo el banquillo anota bastantes más puntos que el quinteto titular, sirva como muestra el partido más reciente, el que enfrentó a los Boston Celtics con los Detroit Pistons. En él, el equipo acabó anotando 103 puntos, viniendo 73 de ellos desde el banco y 40 aportados por los titulares.

Para los que sean amantes de los números, estos también apoyan lo dicho anteriormente. Durante la primera parte de la temporada, el banquillo de Brad Stevens anotó 39.5 puntos por encuentro, el séptimo mejor promedio de la NBA; mientras que tras el parón del All-Star aporta 41.1 puntos, solo por detrás del banquillo de los Indiana Pacers. Por si no fuera poco, ha habido muchos tramos de la temporada donde este parámetro se ha disparado hasta los 44 puntos, muy lejos de cualquier otro equipo de la liga.

Resumir todo esto en que Isaiah Thomas es muy bueno sería faltar a la verdad. Bien es cierto que recuerdo pocos equipos recuerdo en los que su mejor jugador no sea titular, sino que empiece el partido sentado, pero igual de importante es la aportación de un Jae Crowder con sus 9.5 puntos y sus dos millones de intangibles, Jonas Jerebko con su pelea y rebotes (un auténtico Talón de Aquiles del equipo), o el renovado Kelly Olynyk, mucho más agresivo de cara al aro, y al que la llegada del base le ha sentado a las mil maravillas. El juego de pick and roll entre ambos es la principal arma ofensiva del equipo durante el segundo y tercer cuarto.

Evan Turner

Ya hemos comentado muchas veces por nuestro Twitter (@despachoceltics) que Evan Turner debería estar besando por donde pisa Brad Stevens, pero tampoco nos extrañaría que no lo hiciese. A fin de cuentas, tiene motivos para estar muy cabreado con los entrenadores en la NBA. Pongámonos en situación:

1. Llegas a ser número dos del draft a base de salirte en la universidad jugando toda tu carrera como base.

2. Según llegas a la liga, el iluminado que te ha elegido en esa posición (no hay que olvidar que este genio de los banquillos dejó pasar a DeMarcus Cousins para elegir a Turner), decide que sí, que e gustas mucho, pero que vas a jugar de alero porque te mueves bien en el poste y eres bastante alto, sin tener en cuenta que tu tiro de tres es menos consistente que el de Wade y que tu defensa tampoco es gran cosa.

3. Cuando el experimento no funciona (increíble que no lo hiciese, ¿Verdad?), pero aún así estás haciendo buenos números, te traspasan porque jugar medio bien va en contra de la filosofía de la franquicia en la estás y acabas recalando en la franquicia de moda en la NBA.

4. Vamos a detenernos aquí un poco. Los Indiana Pacers eran el mejor equipo de la NBA hasta su llegada y se hundieron tras la misma, todo de acuerdo. Pero en un vestuario en el que hay gente como Lance «BornFCrazy» Stephenson, Roy Hibbert o el propio Paul George (si es cierto el rumor del trío, esa mujer merece todo nuestro respeto y admiración), culpar de que haya mal rollo en el vestuario a un solo hombre me parece pelín injusto.

5. Con todo tu prestigio por los suelos y con la etiqueta de problemático en la espalda, solo hay un hombre que confíe en ti, Danny Ainge. Seguramente lo hizo con la intención de que jugases bien unos minutos, te revalorizases y cambiarte por un par de rondas; pero en estas apareció Brad Stevens (por favor, imagínenselo vestido de blanco entrando al vestuario mientras un coro gregoriano canta «El Mesias» de Haendel y decide que se va a volver loco y que vas a hacer lo que te hizo destacar: jugar de base acumulando mucho balón en tus manos.

El resultado: jugador resucitado y te unes al exclusivo club de jugadores de los Boston Celtics que han hecho tres triples-dobles en una temporada: Rajon Rondo, Paul Pierce, Larry Bird

Es decir, que sí, Evan Turner tiene que besar por donde pisa Brad Stevens, pero este simplemente ha hecho la cosa más lógica en un momento de necesidad: se va Rondo y Smart no está maduro para llevar todo el peso del ataque, vamos a jugar con un base en el puesto de base.

Hablemos con los números en la mano. Al igual que sus compañeros del banquillo, Turner se ha transformado tras el parón del All-Star; antes del mismo sus números eran de 8.8 puntos, 4.6 asistencias y 4.7 rebotes, tras el fin de semana de las estrellas se han ido a los 10.8 puntos, 6.7 asistencias y 5.7 rebotes. Poco más que añadir.

El liderazgo de Avery Bradley

Tras la marcha de Paul Pierce, Kevin Garnett, Rajon Rondo y Jeff Green el equipo se quedaba sin nadie con veteranía ni carácter para erigirse como líder y capitán del vestuario, excepto por el de Tacoma. Siempre más preocupado por mejorar a nivel individual tanto como sea posible y ayudar al equipo en la misma medida, el jugador renunció a honores como el de ser el último presentado antes de los partidos, pero no a su papel de líder del equipo.

Varias son las causas que lo justifican.

Es un miembro valorado en las oficinas de Massachusetts, como se demostró cuando salió a la luz que Danny Ainge había renunciado a varias ofertas de traspaso durante la deadline que incluían varios picks de primera ronda y, mucho antes, cuando renovó al jugador antes de que ningún equipo siquiera hiciese una oferta para hacerse con sus servicios. El mensaje de Ainge con estas dos decisiones está claro: sobre esta piedra levantaré mi iglesia. Trabajador incansable, un ejemplo para sus compañeros y, además, este año a logrado librarse de la única mancha en su historial: las lesiones.

La defensa como inicio de todo

Cuando Brad Stevens llegó al banquillo de los Boston Celtics, pero sobre todo cuando comenzó esta temporada, todos teníamos más o menos claro cómo iba a jugar el equipo: mucha defensa y salidas rápidas. Y todos nos equivocamos. Si bien este ha sido el proceder habitual de Stevens, la plantilla con la que contaba a principio de temporada no estaba para nada diseñada para jugar así, por lo que el equipo jugó a lo único que podría hacer: a anotar más puntos que el contrario.

No fue sino hasta la salida de Rajon Rondo y, sobre todo, de Jeff Green, cuando Brad Stevens pudo contar con los ladrillos necesarios para construir lo que quería. La llegada de los Crowder y Jerebko, unida a la salida de Green y Rondo (que se habían dejado la defensa y la competitividad en la mochila), más la actitud de perros de presa de Avery Bradley y Marcus Smart, le daba a Stevens un roster muy capacitado para defender, defender y defender, aunque muy blando el cuanto a protección del aro.

De los siete partidos anteriores al All-Star, los Boston Celtics dejaron en seis de ellos a sus rivales por debajo de los 100 puntos, pero aún así el promedio que quedaba en la temporada era que los rivales llegaban a las tres cifras en el 60.7 % de los partidos. Tras el All-Star ese porcentaje se ha reducido hasta el 51.9% de los partidos, lo que sitúa a la de Boston entre las mejores defensas de la NBA.

En definitiva, ha sido un gran mes en Massachusetts, esperemos que el día 10 de Mayo os cuente en ¿Qué pasa con los de verde? cómo les está yendo a estos en los playoffs.