No crucifiquemos a Danny Ainge… todavía

Analizamos sus movimientos durante este verano

Foto: DGA Productions (CC)
Foto: DGA Productions (CC)

Una de las mejores cosas que tiene twitter es intercambiar opiniones sobre tus mismas aficiones. Lo malo de twitter es intercambiar opiniones sobre tus mismas aficiones con gente que tiene una opinión completamente contraria a la tuya; pero esto es incluso más enriquecedor. A lo largo de los últimos siete días, que por lo visto en esta red social bien se podría denominar La Semana de la Ilusiones Rotas, los aficionados verdes hemos experimentado por orden las siguientes emociones:

  1. Decepción, cuando no se pudo ascender posiciones en el «NBA Draft 2015«.
  2. Estupefacción, cuando vimos lo que Danny Ainge seleccionó en el mismo (sobre todo al escoger al pobre Terry Rozier, que se tuvo que tirar a una piscina como la avestruz que esconde la cabeza bajo el suelo).
  3. Esperanza, cuando Woj dijo que íbamos a traer a López, Love, Pierce y resucitar a Cousy.
  4. Desamor, cuando vimos cómo cada uno de estos iba firmando por una franquicia distinta.
  5. Ganas de quemar cosas, insertar aquí el momento exacto ______ .

Así, alcanzado el quinto punto hay quienes hemos intentado alejarnos un poco del cuadro para ver que igual desde lejos todo tiene un poco más de sentido, mientras otros se han quedado estancados en esta última fase y llevan unos cuantos días pidiendo la cabeza de Danny Ainge, o al menos la de su primogénito, para apaciguar a los dioses. No me malinterpreten, cualquiera de las dos opciones es respetables y tiene argumentos a favor y en contra, no estoy elevándome en una atalaya desde la cual esparcir sabiduría cual granjero que siembra la tierra.

Entiendo perfectamente las argumentaciones en contra de mi opinión: Danny Ainge lleva 12 años en el cargo y los Boston Celtics solo han sido serios candidatos al anillo tres de ellos, los dos últimos veranos ha prometido fuegos artificiales, sorpresas la noche del draft y agentes libres para acabar trayendo a Evan Turner y a Amir Johnson. Pero no creo que haya que ser tan catastrofistas, las reconstrucciones son viajes lentos y como dijo aquel de «mirada larga y paso corto».

Muchas cosas pueden salir mal.

  • Se pueden dar todas nuestras rondas a cambio de All-Star contrastados y firmar un Big Three o Big Four. Si nos sale como en 2008, perfecto, pero ¿Y si nos pasa como a los Brooklyn Nets?
  • Podríamos haber dado aún más para ascender en el draft, ya se ofreció mucho, pero sin incluir a Marcus Smart no habrían aceptado. La cosa puede ir genial y que Winslow acabase siendo nuestro Paul Pierce, pero ¿Y si acaba siendo otro de los mil Top-10 que no ha llegado a nada?
  • Deberíamos haber pujado fuerte por alguno de los Agentes Libres, como está haciendo todo el mundo.

Y así un largo etcétera de cosas que podrían haberse hecho y no se han hecho. Es más, de entre los muchos que tenéis posturas más criticas, vuestra principal queja es la inacción de un Danny Ainge que parece estar cual vaca mirando al tren; siendo este el punto al que quería yo llegar. Eh, y solo he tardado 500 palabras, Galdós me llamaban.

Danny Ainge sí que ha hecho cosas este verano, y las ha hecho conjugando muy bien esa visión a largo plazo que es tan importante en una reconstrucción como esta. Vayamos por partes, hace una semana los Boston Celtics tenían una plantilla joven, con un carácter contrastado gracias al cual lograron meterse en playoffs de la mano de un gran entrenador, cuatro picks algo devaluados por esto mismo y un espacio salarial de unos 30 millones de dólares. En lo que se ha convertido todo esto se puede leer aquí, pero vamos a haber qué es lo que se ha hecho y porqué, a mi entender, está bien hecho.

  • Se ha drafteado por calidad y no por urgencias actuales.

El famoso «Draftea por talento traspasa por necesidad» no es un eslogan vacío, debería ser el primer mandamiento de cualquier reconstrucción. La actual plantilla pide a gritos un alero de garantías y un center defensivo. Y quizás lo más lógico habría sido draftear jugadores para esas posiciones, pero la historia de la NBA está llena de estos errores (franquicias que dejan pasar a Jordan porque ya tienen a un escolta, por ejemplo). Y quizás habría sido lo correcto en un equipo que está optando al anillo y necesita de pequeños retoques, pero no estamos en esta situación.

Este roster puede cambiar de cincuenta mil maneras en dos meses y no me gustaría verme en 2017 lamentando no haber cogido a Hunter, con lo importante que es un tirador en la NBA actual, por haber cogido a ese alero o center que encajaba a la perfección en una plantilla que no recuerda nadie. En un equipo que no tiene NINGUNA opción de ganar este año, necesitas coger al jugador con más proyección aunque ya tengas cubierta esa plaza, porque igual acaba siendo tu jugador franquicia y el que ocupaba su posición, o él mismo, se convertirá en una valiosa pieza de intercambio.

  • No se ha comprometido el espacio salarial.

La inacción de Danny Ainge en esta Agencia Libre ya hemos dicho que ha sido una de las cuestiones más criticadas, pero seamos realista: de los jugadores disponibles este verano y que son capaces por sí mismos de cambiar el rumbo de un equipo (Love, Aldridge y Gasol, ya), ninguno iba a venir a un equipo en plena reconstrucción cuando hay opciones mucho más atractivas. La NBA de los grandes mercados se ha acabado, ahora los jugadores priman los proyectos deportivos y el de Boston, pese a ser muy interesante en el largo plazo, no les permitiría empezar a competir por el anillo desde ya mismo.

¿Se podría haber firmado a buenos jugadores, mejores que los actuales? Sí, se podría haber hecho. Uno de los nombres que más habían sonado – y que más me gustaba a mí mismo, no voy a negarlo -, Tobias Harris, parecía perfecto para Boston: un alero polivalente, joven y que se habría adaptado muy bien al juego de Stevens. Pues sí, quizás es un error dejarlo escapar – aún hay tiempo de un sign and trade a cambio de Olynyk y Gerald Wallece aliñados con una segunda ronda -, pero también es posible que tape el desarrollo de jugadores como James Young o R.J. Hunter, que además no están cobrando el máximo.

Por contra, se ha traído – y se ha criticado – a Amir Johnson. Mi compañero, y a pesar de ello amigo, Yago, ya analizó aquí las razones de su fichaje, que podría resumirse en que es un jugador que va a aportar desde ya, que cubriría el puesto de Sully y Oly en caso de un posible trade que los involucrase, y que su contrato no garantizado no nos ata las manos para el siguiente verano. Es un win, win, win.

Para finalizar, las renovaciones de Jae Crowder y Jonas Jerebko han sido auténticas gangas ahora y regalos a partir del verano que viene.

  • Se mantiene una cantidad ingente de activos.

De haberse efectuado el trade-up con Charlotte habríamos obtenido a un jugador con muy buena pinta – y que no ha sido contrastado en la NBA -, pero habríamos perdido a un Jared Sullinger que ha demostrado de más y de sobra su valía pese a los problemas de peso que parecen solucionados; y a un Marcus Smart (no olvidemos que era la primera exigencia de cualquier equipo para negociar) que ya es un defensor de élite en la liga, que se ha erigido como líder de la plantilla con tan solo 21 años, y que trabaja cada día en sus puntos débiles (llegó a la liga como un mal tirador y acabó el curso como el rookie con mejor porcentaje y más triples encestados y este año su objetivo es el pick and roll).

Por si no fuese suficiente perder a nuestros dos mejores jugadores junto a Isaiah Thomas, habríamos perdido hasta seis picks de primera y segunda ronda que son una golosina. ¿Por qué? Porque todas son primeras y segundas rondas potencialmente de lotería. Provenientes de equipos como Dallas, Brooklyn y Boston, cosas muy raras tienen que ocurrir para que al menos 7 de las 10 rondas que la franquicia tiene para 2016 no sean de lotería. Esto no significa que vayamos a conseguir 10 jugadores nuevos, pero sí que serán atractivos activos para traspasar a cambio de cualquier jugador descontento. Y los habrá tras esta Agencia Libre tan rara.

  • Hay un grupo joven, comprometido y por mucho que desarrollar con un gran entrenador.

¿Cómo se puede dudar de unos chicos que llegaron a playoffs tras una temporada en la que más de 23 jugadores jugadores vistieron la camiseta verde? Pues todos esos jugadores siguen en Boston, con un año más de experiencia, habiendo jugado ya unos playoffs pese a su insultante juventud, comprometidos con el equipo y besando allá por donde pasa su entrenador, seguirán de verde.

Además, se les une un grupo de rookies cuyas primeras declaraciones no pueden ser más prometedoras en este sentido.

En definitiva, Danny Ainge no ha traído fuegos artifíciales y no pudo escalar en el draft, pero tampoco se ha vuelto loco por ello firmando cualquier cosa para contentar a la afición. Él sigue dando pasos cortos y con la mirada puesta en la luz al final del túnel, solo el tiempo dirá si esa luz es el brillo de un anillo o el fuego de su hoguera.