¿Por qué somos de los Lakers?

Una pregunta que tiene fácil respuesta

Fuente: Wikimedia Commons (CC)
Fuente: Wikimedia Commons (CC)

Ser aficionado a un equipo, algo tan común como privado, tan libre como motivado. Quizás muchos de los que me leéis sois de un equipo por vuestro padre, o alguien de vuestra familia, es algo lógico, que suele pasar en la mayoría de ocasiones. Pero no es mi caso. Siempre he querido ser libre de tomar mis propias decisiones, tanto religiosas, políticas o deportivas, y así ha sido. La pregunta viene pronto, ¿por qué eres de los Lakers? 

Muchas veces, ante esta pregunta no sabemos qué responder, es algo que llevamos dentro, que escogimos hace muchos años por determinados motivos que ni siquiera tienen que ser importantes, como ver fotografías en una revista de baloncesto, y al pasar la página, deslumbrarte el color amarillo de la equipación Laker, y más aún la instantánea, de un Kobe Bryant jóven, con el pelo a lo afro, haciendo diabluras en el aire.

A un niño de 8 años en el año 2000 le entraron los colores por los ojos al ver fotos en una revista, pero a otros les entraría la magia de Magic Johnson, guiando el showtime junto a Big Game Worthy, Byron Scott, Jabbar y compañia, a otros tal vez les viene de nacimiento por su ciudad natal, angelinos nativos de L.A. cuya pasión por los Lakers no es más que una obligación. 

Si preguntamos a los más ancianos tal vez nos hablen de cómo Baylor parecía el LeBron James actual, con un físico y coordinación envidiables, y cómo se enamoraron (las chicas) de la cara bonita de no romper ni un plato de Jerry West (bueno, los chicos también, para que engañarse). Nos hablarán de esas batallas contra Celtics que no salían con victoria ninguna por más que lo intentaran (hablo de batallas porque la guerra aún sigue en marcha) y de que por mucho que se fracasara… siempre se daba todo por la victoria.

El glamour, el oro.. (¿a quién no le gusta ser rico?) el aire que envuelve todo lo relacionado con los Lakers es de grandeza, pero lo que más ha hecho por atraernos son sus jugadores. Siempre estrellas, siempre los mejores, muchos se hicieron de los Lakers por Mikan, otros por West , Worthy o Magic, y muchos, como es mi caso, por Kobe Bryant. Y como consecuencia de las estrellas vienen los campeonatos, 16 para ser exactos, 5 en los últimos 15 años, los 5 que yo he disfrutado como un enano.

Christian Hernández (cc)
Christian Hernández (cc)

Ser Laker es más que presumir de victorias, es ser diferente al resto de los equipos. ¿Qué franquicia lleva un color de camiseta local diferente al blanco? Pues nosotros. 

Siempre fuimos diferentes, siempre fuimos emprendedores, como el gran Dr. Jerry Buss, quién impulsó a la franquicia a ser lo que es hoy en día.

Pero ser Laker también tiene como consecuencia un circo mediático alrededor que te perjudica como aficionado, y ya puestos al equipo también, es lo que tiene ser tan grande, que siempre estás en los medios, ganando o perdiendo, la carnaza va a su destino.

Lo bueno de esto, es que no tenemos un sólo verano aburrido, ya sea para bien o para mal, rumores, rumores, rumores, ¿he dicho rumores? Así se nos pasa el verano, y la verdad, prefiero eso a no tener ni una sola noticia, o rumor que entretenga mis ansias de NBA, y ya de paso mis elucubraciones veraniegas sobre tal o cual jugador vestido de púrpura y oro, sabiendo que tarde o temprano… volveremos a tener un equipo competitivo para ganar más anillos (porque todos lo sabemos)

Por todo ello (y mucho más, quizás este sea sólo el Capítulo 1) somos de Lakers, por las victorias, por las derrotas, por los colores, por las estrellas, por una revista, por una jugada, por Magic, Chamberlain, Cooper o Kobe, por Phil, Buss, Riley, Hearn, Fisher o Shaq o simplemente porque estamos infectados por L.A. Fiebre Amarilla.