Mucho tiempo ha pasado desde que en 2010 Gordon Hayward llegase a liga. Un esmirriado chico de Indianápolis que llevó al pequeño programa baloncestístico de Butler a (casi) la cumbre del baloncesto universitario. Sólo tres puntos le separaron de la gloria en un duelo contra el todopoderoso Duke de Mike Krzyzewski. En este caso salió victorioso Goliat. El entrenador de David, curiosamente es ahora entrenador de los Celtics: Brad Stevens.
Sus números en el torneo universitario le auparon en el draft. Con la selección número nueve, los Utah Jazz eligieron a un joven Hayward que pesaba 95 kilos. Es curioso observar el largo camino que ha llevado a Hayward a ser uno de los líderes del vestuario mormón. Él era un tipo tímido y poco hablador, frente a jugadores de rodaje y galones en 2010 como lo eran Deron Williams, Andrei Kirilenko, Al Jefferson y un incipiente Paul Millsap.
«La situación era diferente en ese entonces», afirmó el veinte de los Jazz para The Salt Lake Tribune. «Yo era diferente. Creo que ahora soy más maduro. He crecido».
Ciertamente, crecer ha crecido. Con casi 10 kilos más de masa muscular, el Hayward flaco de hace cinco años ha dado paso a un hombre más fuerte, que puede penetrar y finalizar en contacto como nunca pudo hacerlo en Butler.
Primeros pasos en la NBA
Y madurar tuvo que madurar a la fuerza. Cuando los Jazz iniciaron la reconstrucción allá por el verano de 2013, él y Favors fueron los pilares de esta. Gordon fue tirado a los leones y los resultados fueron esperanzadores a la par que contradictorios. A pesar de que su promedio de puntos aumentó hasta los 16’2, su eficiencia como anotador bajó considerablemente. Hasta entonces las defensas rivales se concentraban en el tandem Millsap-Al Jefferson, jugadores interiores, y esto dejaba el perímetro más al descubierto. Fruto de eso, Hayward durante sus tres primeras campañas consiguió tener un 40% de acierto desde la línea de tres puntos. Pero con el adiós de aquellos y los primeros pasos como titulares de Favors y Kanter, G-Time se convirtió en el arma ofensiva principal de Utah. Y no es lo mismo ser un jugador de catch-and-shoot – como lo fueron buena parte de sus triples y puntos hasta la temporada 2015-16 – que tener que fabricar tus propias canastas, fruto de un nuevo esquema y de los pasos de bebé de los compañeros, que tratan de encontrar su lugar en la liga en general y en el equipo en particular. Así, sus porcentajes se resintieron hasta un 30% en triples y 41% en tiros de campo (promedió hasta antes de esa campaña 45% en este último apartado). Aunque hay que salientar que su all-around game mejoró mucho. Junto a Lebron James, Kevin Durant y Michael Carter-Williams, fue uno de los cuatro únicos jugadores en promediar al menos 15 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias. Los Jazz acabaron esa primera temporada de reconstrucción, la 2013-14, con un récord de 25-57.
El chico se hizo hombre
La eclosión llegó la temporada pasada. Después de que los Jazz igualaran la oferta – que provocó encontradas opiniones de aficionados y periodistas – de los Hornets de 63 milllones de dólares en 4 años en la agencia libre, Gordon Hayward floreció bajo la batuta de Quin Snyder. El juego se ralentizó y se hizo más natural para el hombre de Indianápolis. Sus puntos subieron una vez más, convirtiéndose en el tercer jugador en la historia de la liga en aumentar por al menos dos puntos su promedio anotador, detrás solo de The Glove y la Black Mamba. Sus porcentajes reflotaron y se estableció como uno de los mejores aleros de la NBA. Lo que hace único a Hayward es su basketball IQ, su capacidad de crear juego y su excelente capacidad de pasar la pelota. Todo esto, unido a su buen hacer tanto ofensivo como defensivo, y su mezcla única de talento y atletismo, lo hacen encaminarse esta temporada a un nivel de All-Star.
Así, de la mano del brillante Quin Snyder, Hayward, Favors y el nuevo terror de las defensas rivales, Rudy Gobert, los Jazz terminaron con unas respetables 38 victorias en el salvaje Oeste, incluyendo un sorprendente registro de 19-10 tras el All-Star. Nadie daba un duro por ellos a principios de temporada. Pero más importante aún, encontraron una identidad como equipo con la salida de Kanter y la entrada de Gobert: La defensa. Esto les ha dado alas, tanto a la organización como a los aficionados, que piensan que la casa ya tiene tejado, paredes, ventanas y puertas, y que por lo tanto, ya llegó la hora de dar por finalizada la reconstrucción y dar el salto a la postemporada. Incluso los jugadores se han contagiado del último tramo de la temporada anterior. Así lo dejaba entrever Hayward:
«Creo que todos sabemos lo que nos gustaría que pasase este año. Creo que todos sabemos donde queremos que esto [el equipo] vaya.»
Ofensivamente Gordon no ha empezado del todo bien este asalto de 2015-16. A pesar de que lleva jugados únicamente tres encuentros, solo ha metido 12 tiros de 34, un 35%. Pero en donde se ve realmente la mano de Snyder con Hayward, es en el aspecto defensivo, un aspecto que, por cierto, generaba muchas dudas de cara a su entrada en la NBA, por su falta de fuerza física y su de desplazamiento lateral. Estas dudas han quedado disipadas con el tiempo, la experiencia y el nuevo headcoach. Este aparente bache en su faceta atacante no preocupa para nada a Quin Snyder, que alababa de esta manera a su pupilo tras la victoria frente al equipo de Frank Vogel:
«Yo creo que Gordon se ha establecido como uno de los mejores jugadores de esta liga. Pienso que jugó realmente bien contra Indiana, realizando muy buenas jugadas también para sus compañeros. Creo que ha sacado faltas en ataque que, para mí, son canastas. Por eso me gusta lo que está haciendo y hacia donde se dirige.»
Precisamente contra los Pacers el pasado 31 de octubre se observa una jugada magistral que enseña lo inteligente y lo mucho que ha progresado el número veinte. En el siguiente vine, se ve como Hayward cierra la penetración a George Hill, forzándole la realización de un tiro de media distancia. Así, fuerza un tiro de menos porcentaje de acierto al adversario. Cuanto más lejos de canasta, mejor. Esto forma parte del muro defensivo que Snyder ha enseñado a los Jazz.
https://vine.co/v/eLKzz3ambaI
Un minuto más tarde del tercer cuarto, cuando Utah empezaba a apropiarse de un partido que ganarían por veintiún puntos (97-76), se puede ver como los miedos sobre su físico y desplazamiento lateral han quedado en meros recuerdos. Primero se ve como Hill pone un bloqueo para intenta forzar el cambio, pero Neto sale agresivamente a la ayuda para evitar la penetración de Paul George; Neto y Hayward recuperan rápidamente sus emparejamientos – hard-hedge es el término técnico de esta secuencia en inglés – para que este último posteriormente realice una defensa soberbia en el uno contra uno. El chico de apenas 20 años y 95 kilos no hubiese podido permanecer frente a Paul George. Hace un par de años, ver a Hayward hacer esto sería impensable.
https://vine.co/v/eLKKBYzWgd9
Ambos vídeos son una ínfima muestra del progreso de seis años del antiguo jugador de Butler (además de demostrar la increíble mente baloncestística de Quin Snyder, pero eso ya es harina de otro costal).
Hayward sabe que esta temporada tiene que ser mejor. Que está en el salvaje Oeste. Pero su ética de trabajo es increíble, tal como atestigua la foto de David Locke, insider de los Jazz ( «Último tío en el gimnasio»). Con playoffs o sin ellos, lo cierto es que Gordon Hayward, con aún 25 primaveras, está todavía a un par de años de su mejor baloncesto. Lo mejor está por llegar.