El último aporte de Kevin Garnett a los Celtics

“And change will come” grita Dave Grohl, una y otra vez detrás del micrófono a mil giga vatios en de “The Feast and the Famine” y Kevin Garnett llega a Boston el 31 de Julio del 2007 como una promesa de eso “el cambio vendrá”. Todos en Massachusetts tenían la esperanza de que “the big ticket” modificara más de 20 años de “suerte irlandesa” (muertes inesperadas, malas decisiones de los directivos, técnicos negligentes) y lo peor de todo… el olvido de un legado de culto a la defensa y al trabajo en equipo que ha sentado las bases de la franquicia desde su creación.
Por esos tiempos, el bueno de Paul Pierce, mantenía sobre sus espaldas y en SOLITARIO más historia de la que podía cargar un solo jugador. La llegada del ex MVP, fue un premio a años de frustraciones y sacrificios del número 34, que aguantó la peor época de la historia celta, llegando a firmar temporadas que serán recordadas por el número de derrotas. Ahora podía compartir el costal de ladrillos en forma de banners y números retirados que le recordaban una y otra vez eso a lo que no podía aspirar. El resto, como se suele decir, es historia…
No voy a detenerme a enumerar cuestiones estadísticas y numerológicas, que las hay y muchas, para indicar el vuelco histórico que realizó Kevin Garnett al ponerse la número 5 de los Boston Celtics, lo mío va a ir por otro lado, voy a tratar de concentrarme en los intangibles, porque las estadísticas no me van mucho y porque Garnett es el “Himalaya de los aportes invisibles”.
“El Cuervo” pareció haber nacido para ponerse la camiseta de los Celtics, por esa maldita suerte que nos persigue como si fuera un recordatorio de que las cosas fáciles no son para nosotros, tocó la “fortuna” de verlo durante años en los Minnesota Timberwolves, cambiando el destino de la franquicia y llevándola a lo más alto de su historia. Pero como aquellas cosas que están predestinadas, llegó el tiempo indicado para que llegue como el Mayflower a Massachusetts (no cargado de peregrinos y puritanos separatistas) sino de una bodega cargada de filosofía de equipo, amor por el compañero, sacrificio defensivo, respeto por la historia, fortaleza mental, actitud ganadora e intimidación ajena. En efecto, Kevin Garnett llegó a Boston.
Muchas características personales del jugador se amoldaban como si fueran propias a la historia de los Celtics, su defensa de élite fue una marca registrada de la institución verde durante años, el respeto por el compañero y la filosofía de conjunto es parte del ADN de la estructura verde y fue traída en forma de “Ubuntu” por el ex Farragut, su intensidad y sacrificio en la cancha era un recordatorio de esa característica del “orgullo verde” (lo nuestro va por tirarse de cabeza “a lo Bird” y no al “glamour” de LA) y él lo entendió siempre y así podría continuar toda la tarde, pero no tengo tiempo ni tanta verborragia como Javier Rodríguez, solo quiero que se entienda la idea.
El alcance de su influencia transformadora llega hasta nuestros días, más allá de que se fuera rumbo a los Brooklyn Nets (ya hablaré de esto) hace más de dos años, “el giro copernicano” que significó su paso por Boston marcó un camino a seguir y una filosofía que, transformada de alguna manera, vemos diariamente en Crowder, Bradley, Smart y en Stevens por nombrar a los más destacados de la etapa actual. Téngase en cuenta que el rumbo que se tomó cuando Ainge apretó el control + alt + supr está inspirado en esa cuestión profesional y de conjunto que Garnett trajo y revitalizó allá por el 2007, cuando los Celtics pasaron de haber tocado fondo en la liga al olimpo que supone ganar el anillo, y más tras tantos años de sequía.
Hay que verlo cada día cuando Avery Bradley dice que debe su profesionalismo a haber compartido un vestuario con Garnett y que su legado está más presente que nunca, cuando Crowder dice que él quiere llegar a asemejarse a KG en intensidad y sacrificio, cuando Stevens basa su trabajo táctico en la cuestión equipista por encima de todo ¿o ustedes se creen que esto es una casualidad? Ainge se empapó diariamente de ésto, y cuando el nuevo rumbo asomó sabía que no había que perder eso que KG había vuelto a revitalizar en Beantown porque en sí es parte de la idiosincrasia de la franquicia.
El último gran aporte del nacido en Greenville fue haber tomado la decisión de partir hacia Brooklyn; él siempre dijo que se quería retirar en Boston, lo repetía una y otra vez y por eso muchos no entendieron de su partida. Conocedor de la filosofía de Ainge (todos son transferibles) se reservó su veto de traspaso y no lo utilizó solo porque Paul Pierce y el mismo Ainge le explicaron que su aporte hacia la franquicia podía ser mucho mayor si permitía un nuevo comienzo.
Ese traspaso marcó el punto cero de la historia reciente de los Celtics, con la llegada de Brad Stevens, Marcus Smart, Jae Crowder y Avery Bradley como continuadores del legado de KG, tranquilamente se podría haber quedado en Boston y haberse retirado por la puerta grande pero como le explicó en su momento el general manager, solo iba a retrasar el renacimiento de la franquicia ¿les suena esto?
Su trabajo estaba hecho y en ese aplauso y ovación cerrada en la noche del lunes de un TD Garden entregado a su ex jugador, terminé de entender que a Garnett se le va a retirar el número, no por el hecho de haber ganado un título, quizás eso sea hasta poco injusto con otros…se lo va a hacer porque reconstruyó la filosofía y el orgullo verde.