Los Boston Celtics vuelven a tirar el partido frente a los Detroit Pistons

Detroit Pistons 99 - 94 Boston Celtics

CC: Yago Cousiño
CC: Yago Cousiño

Los aficionados de los Boston Celtics hay días que entran al TD Garden o se aposentan delante del televisor/ordenador de la misma manera en la que Bill Murray se despertaba en aquel pueblo de Punxsutawney: sabiendo perfectamente lo que va a pasar durante las próximas tres horas de su vida.

Sus ventajas con respecto al protagonista de «Groundhog Day» son dos. La primera, que no siempre van a ver el mismo partido, sino que pueden ver uno en el que los Celtics son conscientes de sus limitaciones y sus fortalezas, pelean los 48 minutos, y se llevan o no la victoria. O uno de esos en los que solo pelean unos pocos – y a ratos – con lo que el encuentro acaba de manera inmisericorde con derrota de los de Brad Stevens. La segunda de las ventajas es que en estos tiempos de prisas y en los que el tiempo es nuestro bien más preciado, los Celtics te permiten ahorrarte 36 minutos de partido y viendo el tercer cuarto ya sabes cómo va a acabar la cosa; si como ayer desperdician una ventaja de hasta 11 puntos – realmente esto pasó en el 4Q pero la masacre ya se veía venir – y llegan igualados al cuarto cuarto, ni te molestes en ver la masacre.

Comenzó el partido con una alineación sorprendente de Brad Stevens en la que incluía a Evan Turner como escolta titular al lado de Isaiah Thomas y a Kelly Olynyk como center para intentar crear espacios. La idea no le pudo salir mejor al entrenador de Indiana y, pese a no defender ni porque alguien pasase por ahí de casualidad, los locales pronto impusieron una ventaja gracias a ver el aro tan grande como el Lago Michigan frente a unos Pistons que se limitaban a realizar su juego y a capear los problemas de faltas de su santo y seña, Andre Drummond.

Sin mucha historia continúo el partido, que estaba siendo lento y aburrido como se recuerdan pocos entre estas dos franquicias, pero entre los aficionados verdes reinaba la sensación, no falta de razón, de que en el instante en el que los tiros dejasen de entrar con la facilidad que lo estaban haciendo hasta el momento, el partido iba a cambiar de color. Y así acabó sucediendo tras un tercer periodo horrible por parte de ambos equipos pero al que los de Van Gundy nunca le perdieron la cara al partido.

Al comenzar el último cuarto el backcourt local formado por Marcus Smart e Isaiah Thomas acumulaba un 2 de 22 en tiros de campo en la que estaba siendo la peor noche del texano desde que llegase a la liga y el peor promedio de acierto del de Tacoma en toda su carrera (7.36 %). Frente a ellos, un Reggie Jackson al que de pequeño le debió sentar mal un puré de calabacín y que cada vez que tiene delante a los Orgullosos Verdes saca todo lo que tiene dentro y realiza varias de sus mejores actuaciones del año.

Un despropósito de epílogo en el que solo Isaiah Thomas, anotando los últimos 15 puntos de los locales, y una – por fin – consistente defensa permitieron a los Celtics llegar con opciones al último minuto. En él, como viene siendo costumbre este año, se tomaron todas las decisiones equivocadas posibles y Stanley Johnson acabó de poner el último calvo con un – ¿adivinan? – triple desde la esquina. Final y los Detroit Pistons se llevaron su segundo partido del año del TD Garden de Massachusetts.