
Tras dos victorias seguidas, Utah se ha colocado en novena posición del Oeste, por detrás de los Portland Trail Blazers, en la carrera para entrar en los Playoffs y el «privilegio» de ser masacrados por los Warriors en cuatro rápidos partidos en la primera ronda. A simple vista el objetivo al inicio de curso era este, pero entrando en detalle las cosas no están funcionando como estaba previsto, o al menos no de la manera en que estaba previsto. Una de repente débil conferencia y una plaga de lesiones han propiciado que los Jazz estén donde estén y tengan las dudas que tienen, y es que en un futuro no muy lejano van a tener que decidir si este bloque es el que les puede llevar a la tierra elegida o será pronto la hora en que tengan que cambiar sus planes.
Tras terminar el año pasado con muy buena nota, liderados por una de las mejores defensas de la NBA, el objetivo era partir de esa base y crecer con la multitud de jugadores jóvenes que tiene Utah. Ocho componentes de la plantilla Jazz tienen 25 o menos años, y otros tres cumplirán 26 en los próximos meses. Los restantes jugadores – Trevor Booker, Tibor Pleiss y Joe Ingles – tienen un rol pequeño, aunque importante en la mayoría de los casos, y no son esenciales para el futuro de los Jazz. Ese futuro, sin embargo, necesita de algunas certezas más que lo que se ha visto hasta ahora, porque la mayoría de los miembros que son a día de hoy claves en el equipo, van a ser susceptibles de hacerse con un contrato máximo en los próximos veranos, limitando, y mucho, a Utah, uno de los mercados más pequeños de los deportes profesionales estadounidenses, y sin que estén seguros en Salt Lake City de que este plan va a producir resultados.
Evidentemente es todavía pronto para pulsar el botón de alarma, pero Gordon Hayward, el actual jugador referencia de la escuadra, podría convertirse en agente libre en 2017, el mismo momento en el que el francés Rudy Gobert también acaba su contrato rookie. Cuando llegue ese instante, los Jazz ya tendrán comprometidos más de 22 millones de dólares en Alec Burks y Derrick Favors, y este último entraría en el mercado al verano siguiente, junto con el prometedor Rodney Hood y Dante Exum. El australiano es harina de otro costal, puesto que al perderse por completo esta campaña, los Jazz se quedarán sin un tiempo muy valioso para analizar su papel en el conjunto y hasta qué punto es el base que necesitan a largo plazo. Si todo sale a pedir de boca, Utah tendría en algo más de dos años una enorme cantidad de dinero comprometida en apenas cinco jugadores, y eso incluiría probablemente adentrarse en el impuesto de lujo, algo que los equipos en mercados pequeños suelen evitar a toda costa.
¿Por qué plantearse esto ahora? Esa misma pregunta se hacía el reconocido periodista Zach Lowe en ESPN. Exum se ha pasado el año en blanco, Burks está fuera indefinidamente y también se perdió la recta final de campeonato en 2015, y los cimientos del equipo, el dúo interior Favors-Gobert apenas han jugado algo más de una quincena de partidos juntos esta temporada. Estos incidentes están contribuyendo a aumentar la incertidumbre que rodea al actual bloque Jazz. ¿Serán suficientes los jugadores que tiene para triunfar? ¿Se puede ganar en la NBA moderna con dos jugadores grandes clásicos con poco tiro? ¿Está el base del futuro en la plantilla o se podrán permitir encontrarlo fuera?
De momento Utah ha tenido que modificar su identidad poco a poco por las ausencias, sobre todo la de Gobert y luego la de Favors también, y al entrar Trey Lyles en la rotación los Jazz se han convertido por semanas en un equipo donde el rol de los triples es bastante mayor. Lyles, como señala en su reciente artículo Lowe, podría ser la gran clave para el futuro de los Jazz, puesto que si desarrolla todo su potencial se podría convertir en el interior versátil que les ayude a enfrentarse a potencias como Warriors y Spurs que siempre están al acecho de superioridades en los emparejamientos. El brasileño Raul Neto ha tratado de suplir a Exum, pero su defensa no estará nunca al nivel de la del australiano, y en ataque sigue siendo un jugador limitado. Exum fue parte importante del resurgir en 2015 por su papel como depredador de perímetro en retaguardia, gracias en parte a su 1,98m. de altura. Sin él en pista el rating defensivo de los Jazz caía en 5.4, pero si Neto en ataque es limitado de cara al aro, Exum muchas veces tornaba en un cono pegado a un lado del perímetro. Cuando atacaba la canasta su producción era bastante buena, algo de esperar de un jugador con tamaña envergadura. Es por eso que el perderse este curso es un gran paso atrás en la evolución de Utah, que esperaba disipar algunas de las dudas con respecto a la posición de base a medio y largo plazo.
Por supuesto, la franquicia se encuentra en este cruce de caminos por el modelo de reconstrucción elegido en su día, cuando quedó claro que un equipo liderado por Al Jefferson y Paul Millsap nunca sería capaz de dar el siguiente paso. Utah tomó el camino largo, más seguro, y fue acumulando elecciones de draft para complementar a Hayward y Favors, que vino desde New Jersey en el proceso que desmontó los mejores Jazz desde la era de Karl Malone y John Stockton. Ahora gran parte de la escuadra ha pasado la totalidad de su carrera NBA en los Jazz, con apenas excepciones como Favors, que llegó en su año rookie, o Booker, único agente libre de mediana relevancia firmado en Salt Lake City en las últimas temporadas.
Muchas de las esperanzas están por tanto depositadas en la evolución de dichos jugadores, que están acumulando incesante número de horas de vuelo juntos y están progresando, parece, al mismo ritmo. La evolución en los casos de Hayward y Favors es sobre todo crucial, porque ambos son las mejores opciones de los Jazz de encontrar ese anotador de referencia que lidere al equipo. El natural de Indiana es un candidato al All-Star perenne, y tras un inicio de campaña pedregoso, Hayward se ha vuelto a afianzar como opción ofensiva número uno, con similares números a los de su gran año pasado. Favors por su parte sigue mejorando año tras año, demostrando además un arsenal ofensivo cada vez más refinado. En defensa sigue siendo uno de los mejores interiores de la liga, aún cuando este curso sea difícil de comprobar por las lesiones que le han afectado a él y a Gobert. Su true shooting está en un 56,3%, mejor marca de su carrera, y su índice de pérdidas es espectacularmente bajo a pesar del aumento de sus responsabilidades con el balón. Una vez denominado como futuro defensor interior y poco más, Favors está rindiendo a mejor nivel en ataque cada vez más, y en lo que llevamos de temporada, con apenas 29 partidos jugados, ya acumula casi el mismo número de offensive win shares que en 2014 entero.
Hood está demostrando ser un acierto y su versatilidad en el pick n’ roll – el mejor de largo en los Jazz con 0,93 puntos por posesión y un moderado 15,2% de pérdidas, lo que le pone en 86,7 percentil junto a la élite de la NBA – abre muchas posibilidades al entrenador Quin Snyder en una liga donde cada vez más se rota para defender esa acción y los perímetros se llenan de aleros ultraversátiles. Burks es una incógnita, pero tal vez, con Hood y Hayward en plantilla sea redundante, y el mismo Lowe sugería que el escolta de la Universidad de Colorado podría ser el precio a pagar por Jazz para hacerse con un base que resuelva probablemente el mayor agujero que tiene el combinado de Salt Lake City. Aunque mucha parte de culpa la tenga el pasar buena parte de sus minutos en pista con los otros suplentes, los números de los Jazz con Burks en pista son malos y sus porcentajes como tirador exterior han empobrecido.
La combinación Favors-Gobert puede ser el relevo del dúo Marc Gasol-Zach Randolph como último reducto de dos grandes interiores tradicionales dominantes, pero nada es seguro en esta vida y ambos tendrán que seguir aumentando su versatilidad si los Jazz quieren poder permitirse pagarles las cantidades que pueden llegar a demandar en el mercado. En una liga donde casi todos están tratando de copiar a los Warriors y jugar pequeño, Lowe hace especial hincapié en su artículo en que los Jazz están simplemente tratando de ser inteligentes y adaptarse a las virtudes de sus hombres, en este caso la dupla interior Favors-Gobert. El francés es especialmente un caso a tener en cuenta por los problemas que pueda tener alguien de su envergadura para emparejarse con jugadores más pequeños o afrontar cualquier rotación con rivales de perímetro. Su ataque sigue centrado en la zona restringida alrededor del aro, aunque se discutió este verano la probabilidad de que el pívot galo trabajase en ese aspecto de su juego para poder ofrecer más alternativas cuando comparte pista con Favors.
Sin embargo, otro dato que añade Lowe, es la increíble capacidad atlética de Favors y Gobert, probablemente dos de los especímenes mejor cualificados físicamente para este deporte que la NBA haya visto nunca. Además, la presencia de Lyles en la escuadra ahora permite poder ofrecer soluciones a los problemas derivados de jugar a los dos gigantes, y excepto en el caso de Burke, los Jazz están consiguiendo acertar en la zona mediana del draft, en la que podrían encontrar algún otro exterior más que pudiera desenvolverse en la posición de tres y medio a precio de coste.
En definitiva, Utah todavía no ha podido hacerse a una idea de a dónde se dirige, o al menos tenerlo más claro que antes. Las lesiones de hombres importantes les está quitando un recurso precioso como es el tiempo, pero los Jazz tienen todavía margen para seguir adelante con su apuesta por este bloque y la capacidad para ir dando pequeños toques de timón que corrijan el rumbo, como podría ser el añadir un base titular en este mercado invernal.