Los indomables Boston Celtics
Brad Stevens ha encontrado la manera de guiar a su equipo
Pasando el mediodía de temporada, el conjunto de Brad Stevens se encuentra con récord de 32-23, tercero en la Conferencia Este, y de cara a la NBA trade deadline con la incertidumbre de que podrá ser de su futuro inmediato, a mediano y a largo plazo.
Matt Damon era un chico de inteligencia sobrenatural y problemas de comportamiento complejos en “Good Will Hunting” y estos Celtics como aquel muchacho de Boston, tuvo que pasar por un arduo y doloroso proceso de conocimiento interno, para sacar lo mejor de sí. Esto no llevó medio año, es algo que viene germinando desde el trade de Rajon Rondo, (allá por diciembre del 2014) pasando por la gira del Oeste en principios del 2015 y la primera parte de esta temporada.
El talento estaba ahí, simplemente se necesitaba de una guía que encontrara la manera de sacarlo a la luz. Con la partida de Rajon Rondo a Texas y de Jeff Green a Tennessee, un equipo que en teoría había disminuido su calidad encontró su ADN baloncestístico en una agotadora gira por el entonces salvaje oeste. Stevens, como el personaje de Robin Williams en la película anteriormente citada (psicólogo «hippie» fanático de los Red Sox) sirvió de guía para hacer entender que los caminos y las decisiones difíciles, son parte del deporte/vida, pero que suelen ser las indicadas si son honestas con uno mismo, o en este caso, con el equipo.
El ex entrenador de Butler, observó cuáles eran las características de los jugadores con los que contaba y aquellos puntos fuertes para, a partir de allí, edificar su “huella dactilar” o su marca distintiva y el camino por el cual edificar triunfos. No culpar a nadie por la falta de talento, simplemente explotar lo que se tenía de la mejor manera, y poner un objetivo común para ir por él.
Estos Celtics son como el grupo de amigos de Damon, un núcleo cerrado agresivo, que no le sobra talento, pero si cohesión interna y que pone el equipo y los intereses generales por delante de las pretensiones indiviuales. No hay egos. Si hay que salir a “golpear” a alguien “todos se bajan del coche” y eso, es algo que se ve cada noche en el Garden.
Con la llegada de Isaiah Thomas y el salto exponencial en ataque, no cambió el estilo, simplemente se le agregó la cuota de gol necesaria para poder dar un paso adelante y añadir a la máquina de triturar defensiva, su costado más sensual y delicado (si, estoy comparando a Thomas con Minnie Driver) pero digamos que el “pequeño gigante”, como la buena de “Skylar”, potenció lo mejor de estos Celtics, como hizo el personaje, con el bueno de Will (Damon).
Después del increíble push del año pasado batiendo records en Back to backs, ganando partidos en canchas difíciles, rompiendo rachas negativas en el oeste y llegando a playoffs, había que dar un paso más en la escalera imaginaria hacia el éxito.
El verano no fue lo que todos esperábamos, pero la llegada de David Lee, con su reluciente pergamino de campeón y su conocido nivel ofensivo, daba para ilusionarse con un incremento exponencial como el que había recibido con la llegada del “pequeñín” de Tacoma.
Pero el bueno de David, fue lo que un mal padre para el personaje de nuestra película, solo cuando lo dejas atrás, te das cuenta del daño que estaba provocando, “tú no tienes la culpa” pero ésta ahí y tienes que lidiar con él… por suerte esta Williams / Stevens, para ayudarte a superarlo.
Desde que el ex Golden State fue sacado de rotación, el conjunto de Beantown encontró lo que estaba buscando, la respuesta a todas las incertidumbres que se venían suscitando desde el comienzo de la presente temporada (sea achicó la rotación, se clarificaron las unidades y se consolidó el juego del equipo).
Lee generaba un desequilibrio muy grande en el sistema defensivo, que además no se podía cubrir, sumado a que quitaba tiempo de cancha a jugadores que necesitan de continuidad para poder rendir (sea Jerebko, Zeller) o diezmaba el protagonismo a Evan Turner, que necesitaba ser el “alfa dog” en esa segunda unidad.
Pero las culpas son compartidas, y como Will, sus traumas pueden ser analizados (por Stevens en este caso) pero necesitan de las decisiones propias o de la ayuda de los amigos para salir adelante. Crowder es lo más parecido al Chukie Sullivan (Ben Affleck). Es ese amigo poco brillante que se tira “debajo del coche por vos” y que te canta la justa para despertarte y ponerte en vereda (todos necesitamos un “Chukie Sullivan” en nuestro equipo o en la vida) y Jae es esa pieza angular que todo lo sostiene, solo con ver como bajó el rendimiento defensivo del equipo por su lesión en el tobillo nos damos cuenta de su vital importancia.
Desde que se encontró la causa del problema y se trabajó en ello, los Celtics elevaron su nivel de manera notoria (13-5 desde el primer DNP de David). La rotación ordenada y pautada, le dio a los jugadores esa tranquilidad que estaban buscando para, no solo crecer individualmente, sino también a nivel colectivo (la segunda unidad es muestra de ello) Turner/Smart/Jerebko han incrementado todos sus números e influencia dentro de los partidos, sumados al gran nivel de Olynyk y a la recuperación de Zeller (¿hasta dónde puede lastimar Lee?).
Pero no podemos culpar de todo a un “padre alcohólico y golpeador” o a un Jugador que descompensa todo, esto se remite a los caminos que uno elige y como se compromete a ello. Como el bueno de Will, los Celtics parecen entender por dónde hay que seguir y el camino que tomar, aunque muchas veces las cosas no dependan de uno (en este caso Danny Ainge) hay que tener en claro que solo se llega al objetivo si el compromiso es mancomunado y sincero y así parece serlo.
Que deparará el destino de estos celtics, no lo sabemos. Es lo más parecido a tomarse un auto e ir por la chica de nuestros sueños, simplemente hay que confiar en que cuando lleguemos esté allí, o nos la pueda acercar Ainge.