Hakeem Olajuwon, el rey de la pintura

Repasamos la carrera de The Dream

Fuente: Texas Heart Institute (CC)
Fuente: Texas Heart Institute (CC)

Hakeem Olajuwon llegó a Estados Unidos procedente de Nigeria con 18 años y fue seleccionado como número 1  del Draft de 1984 por los Houston Rockets, el cual está considerado por muchos expertos como el mejor que ha habido, debido a los grandes jugadores que salieron de él, Michael Jordan, Charles Barkley y John Stockon entre otros.

Olajuwon llegó a un equipo donde rápidamente se entendió con Ralph Sampson y el dúo pasó a ser conocido como Twin Towers debido a su altura.  Tras acabar segundo en la votación a novato del año, Olajuwon y Sampson brillaron en la temporada 1985-86 en la que ambos disputaron el All-Star Game,  clasificándose luego para Playoffs y barriendo en las Finales de la Conferencia Oeste a los Lakers de Magic Johnson con un balance de 4-1, en una serie que convirtió a Hakeem en una de las superestrellas de la liga.

«Lo hemos intentado todo. Hasta poner cuatro jugadores a defenderle. Y nada ha valido» declaraba Pat Riley tras la eliminatoria.

Sin embargo, la pareja no pudo imponerse en la Final a los todopoderosos Celtics de Larry Bird y compañía.

No obstante, el dúo no volvería a ser el mismo, las lesiones de Sampson le lastraron y fue traspasado en 1987, a partir de ahí y hasta 1992 los Rockets entraban en una etapa de transición en la que no eran capaces de superar la primera ronda de Playoffs. El nigeriano se cansó de perder y cargó contra la directiva por no rodearlo de buenos jugadores, llegando a decir años más tarde que esto casi provocó su salida, algo que afortunadamente nunca sucedió.

Hakeem convierte a los Rockets en Clutch City 

La llegada de Rudy Tomjanovich al banquillo y el refuerzo del roster hicieron a Houston dar un paso más hacia el título y a Hakeem convertirse en uno de los jugadores más dominantes e imparables de la liga.

La temporada 1993-94 comenzó con un 15-0 arrollador de los Rockets y con un Olajuwon que dejó asombrado a todos gracias a sus fintas, su buen juego de pies y sus movimientos en el poste, conocidos como Dream Shake. Esto le valió ser reconocido como uno de los mejores pívots de la época junto a Ewing y Robinson, con quienes mantuvo una gran rivalidad dejando para el recuerdo encuentros en donde saltaban chispas en la pintura.

Los tejanos brillaron esa temporada y el pívot volvió a jugar el All-Star Game. Hakeem ganó aquel año el MVP y el galardón Mejor Defensor del Año, y los Rockets se clasificaron como segundos para post temporada. El equipo llegó a las Finales, donde Olajuwon se enfrentaría a uno de sus máximos rivales, Patrick Ewing, en una serie épica en la que la superestrella de los Rockets fue determinante tras taponar un triple de John Starks en los últimos segundos del Game 6 que hubiese dado el campeonato a los Knicks. Tras forzar el Game 7, el nigeriano dio una exhibición con 25 puntos y 10 rebotes, dando su primer anillo a Houston y convirtiéndose en el único jugador de la historia en ganar el MVP de regular season, el MVP de la final y el premio a Mejor Defensor del Año.

Olajuwon estaba en la cumbre de su carrera y acaparaba la miradas y elogios de todos los aficionados y resto de jugadores, como es el caso del propio Ewing, quien llegó a decir lo siguiente sobre el juego de Hakeem:

«Es alta costura. Es como una obra de arte… hasta a mí me dan ganas de sentarme y verle hacer esas cosas. Hakeem es simplemente único«.

Tras conseguir su primer anillo el pívot no se detendría ahí. A pesar de que los tejanos no iniciaron bien la siguiente temporada, pronto recuperaron su nivel y la incorporación de Clyde Drexler, que volvía a juntarse con Hakeem tras coincidir en la Universidad, les hizo remontar el vuelo. El interior de los Rockets llegó al culmen de su rivalidad con David Robinson al enfrentarse los dos en las Finales de Conferencia, en las que el Almirante no fue capaz de parar a Hakeem. Houston se impuso 4-2 a San Antonio y pasó a las Finales, dejando patente que Olajuwon era el interior más dominante de la época, llegando poco tiempo después a decir Robinson lo siguiente en la revista LIFE cuando fue preguntado sobre cómo se paraba a Hakeem:

«¿Hakeem? No se puede hacer nada contra Hakeem«.

En aquellas Finales, los Rockets se enfrentarían a los Orlando Magic de un joven Shaquille O’Neal, que se vio superado por los movimientos de The Dream, quien coronó a Houston con su segundo campeonato consecutivo tras acabar la serie 4-0. Esa temporada, los tejanos fueron los campeones más inesperados ya que nadie les daba como favoritos a principio de campaña y ni siquiera cuando se clasificaron para Playoffs. Una vez ganado el anillo, Hakeem se coronó como MVP de las Finales y Rudy Tomjanovich pronunció la famosa frase que aún resuena en la cabeza de los aficionados de H-Town, «nunca subestimes el corazón de un campeón».

Casi diez años más tarde, O’Neal volvería a hablar de aquellas finales y explicaría lo que fue para él jugar contra Olajuwon:

«The Dream era mi jugador favorito por razones personales, y la razón más poderosa es que era alguien a quién no podía superar, era el número 1«.

La dinastía que pudo ser y no fue

Los Rockets pudieron iniciar una dinastía, sin embargo la vuelta del retiro de Michael Jordan volvió a hacer de los Bulls un equipo imparable, y Olajuwon ya nunca volvió a disputar unas Finales de la NBA. Los años pasaron y aquel equipo se disolvió, la directiva tejana hizo un último intento de construir una plantilla ganadora incorporando a Barkley, que ya estaba en sus últimos momentos y ya no era aquel jugador que deslumbraba a todos, y años más tarde a Pippen. Los esfuerzos fueron en vano y en 2001 The Dream fue traspasado a los Raptors, donde jugó su última temporada como profesional, retirándose al finalizar la misma con 39 años.

Olajuwon ponía fin a su «sueño» con un palmarés impresionante:

  • Dos anillos NBA
  • Dos veces MVP de las Finales
  • Un MVP de la temporada regular
  • Un oro olímpico logrado en Atlanta en 1996
  • 12 presencias en el All Star-Game
  • Dos veces Mejor Defensor del Año
  • Nombrado uno de los 50 mejores jugadores de la NBA
  • Uno de los cuatro jugadores de la liga en haber logrado un cuádruple-doble

Hakeem se retiró siendo el décimo máximo anotador histórico de la NBA con 26.946 puntos, el decimocuarto máximo reboteador de la NBA con 13.748 y como máximo taponador histórico de la liga con 3.830 tapones. Al tiempo de retirarse, los Rockets le honraban retirando el número 34, siendo el quinto jugador en recibir tal homenaje en la franquicia, y durante la ceremonia Hakeem pronunciaba ante el público del Toyota Center un emotivo discurso dando las gracias a la ciudad:

«Estoy muy emocionado, esto es un gran honor para mí. Nunca podré agradeceros lo suficiente el apoyo que me habéis dado durante todos estos años. Esto es histórico y Dios quiera que podamos ver otro campeonato en esta ciudad«.

En 2008 la NBA también le rendía un particular homenaje y The Dream entró a formar parte del Basketball Hall of Fame, reafirmándole como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.

Actualmente, Hakeem Olajuwon vive entre su rancho de Houston y Jordania donde reside con su familia y continúa con sus estudios sobre el Islam, cuya religión profesa. El pívot asiste en muchas ocasiones a los partidos de los Rockets y se le puede ver como un ferviente seguidor más, además de que ayuda a jugadores de la liga a desarrollarse con entrenamientos individuales para mejorar sus movimientos en el poste, entre ellos, a Dwight Howard y a Clint Capela.

¿Qué más se puede decir de este jugador? Es un hombre que habla por sí solo. Fue uno de los interiores más dominantes e imparables de la historia, que deslumbró a todos con su magia en la zona y sus movimientos en el poste, es uno de los máximos representantes de la era del pívot que nos ha mostrado la belleza de este deporte. La pasión por el baloncesto es algo que no todos pueden transmitir, pero este jugador consiguió levantar a los fans con sus fintas y su juego de pies. Quién sabe si algún día podremos volver a ver algo similar, lo que está claro es que ningún pívot tendrá jamás la elegancia y clase que tenía Hakeem Olajuwon.