Paciencia: la madre de todas las virtudes

Jaylen Brown necesita tiempo, vamos a dárselo

Jaylen Brown.Foto: Mitchell Layton
Jaylen Brown.Foto: Mitchell Layton

Vivimos en una época en la que necesitamos que todos los tempos se aceleren, de Adagio a Andante, de Moderato a Allegro, de Largo a Larghetto. Exigimos siempre más, mejor y más rápido, es entendible, somos unos voraces consumistas, y es difícil satisfacernos.

Esto, obviamente, también se traslada al baloncesto, incluso la propia NBA busca el ritmo más rápido posible. En niveles no profesionales los jugadores tienen la necesidad de saltarse pasos en su formación, del Larghetto al Andante sin pasar por el Adagio, del instituto a la NBA, sin pasar por la Universidad, o tocando un poco en Adagio, para hacer el cambio a Andante, desde el Larghetto, un poco más ameno, aunque insuficiente.

Pedimos jugadores jóvenes, con potencial, pero que además sean capaces de aportar a buen nivel desde el primer día, incluso a nivel estelar, exigimos joyas, porque estamos mal acostumbrados, somos ansiosos, pecamos de impacientes.

«¿Un estudiante de arquitectura es capaz de planificar la construcción de una casa tras su primer año de carrera?, ¿uno de derecho sabe hacer una demanda?, ¿uno de medicina sabe operar de apendicitis?»

Sin entrar a valorar las razones de este «aceleramiento progresivo» que ha sufrido la vida de las jóvenes promesas, ya sea por culpa de la sociedad, por culpa de ellas o de ambos, nos encontramos, cada año, ante una generación de jugadores cada vez más joven, cada vez con menos experiencia, pero que a la que cada vez, se le exige más.

Jaylen Brown no es una excepción, no es Karl Anthony Towns o LeBron James, Jaylen Brown, es un chico de 19 años con un montón de cualidades, pero que está muy verde, tan verde, que está cayendo sobre sus hombros la decepción de toda una afición, y no es justo. Jaylen Brown es un chico con un cuerpo que quiere jugar en Presto, pero con una cabeza que no puede pasar de Adagio, y es normal, repito, TIENE 19 AÑOS.

«La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces» Aforismo persa.

El sistema actual premia la precocidad, el «one and done» que otorga dinero, fama, competitividad… todo influye, pero pasar de un estado a otro, sin estar preparado, tiene sus consecuencias, y Brown las está sufriendo.

Puede que parte del problema sea la falta de información, no lo niego. En la era del highlight, del vídeo de habilidades, de los homenajes y presentaciones, puede que nuestra vista se nuble, pero todo aquel que conociese al Brown «Golden Bear«, al jugador que llevaba el #0 en California más allá de esto, conocía el proceso por el que iba a pasar el alero antes de ser útil para el equipo, Ainge lo sabía, no lo seleccionó para promediar un 20-8-5 en su primer año, lo escogió por potencial, porque imaginó su techo, porque tiene las herramientas para ser un buen jugador en su día, en el día que su cuerpo y mente lo pidan, no en el que nosotros queramos.

Tras cuatro partidos de Summer League, y una lesión en la rodilla, he visto demasiada negatividad enfocada hacia el pick número 3, y no es justo. No podemos valorar jugadores tras una Summer League, y menos jugadores con tan poca experiencia, y que encima sufren problemas físicos durante la misma.

«La única cosa que no me gusta sobre la decepción de los fans con el Draft es que se refleje en Jaylen y no solo en mí», decía Ainge tras el Draft del 25 de junio.» ‘No nos gustó tu elección’, está bien, abucheame. Pero, ‘Dadle una oportunidad‘, sería la única cosa que diría. Algo así como, ‘vamos a ver que pasa’. Vamos a esperar un año, después de eso abuchearme. No lo abucheemos tras su selección, vamos a darle tiempo».

Brown es un jugador inteligente, puede que demasiado como dicen algunos, pero esta capacidad no se refleja en la pista, su especial intelecto le otorga una herramienta, no le convierte, per se, en Steve Nash. Salió de California con muchas carencias, y hay que decir que ha mejorado en algunos campos, pero necesita madurar, necesita tiempo.

No me quiero contradecir, yo mismo dijo que Ainge escogió al #9 por tres razones, entre ellas su aporte inmediato, pero no en ataque, sino en defensa, cualidad destructora que ha demostrado  de manera suficiente durante las ligas de verano. En ataque tiene mucho trabajo, y nunca ha sido un terror ofensivo, simplemente tiene las herramientas para serlo y con trabajo lo será.

Sin tener un manejo excelso, es capaz de batir con relativa facilidad a su par, porque su primer paso es prodigioso, pero al llegar a canasta, sufre sobremanera en las finalizaciones. Tiene instinto para el robo y la defensa, pero no está del todo metido y concentrado, no atosiga al rival, aunque tenga el físico para ello. Su tiro es inconsistente, pero se nota una mejoría desde marzo, tiene ética de trabajo. En campo abierto es un tsunami, pero necesita que su mente trabaje a la misma velocidad que su cuerpo, para poder aprovechar todas las ventajas que genera con su físico. Nunca fue su punto fuerte la toma de decisiones, ayudado del mal sistema de los Golden Bears, pero no ha asistido mal durante la Summer League. Además, tiene carácter y personalidad, aunque por momentos desaparezca en los partidos.

«Estoy demasiado confiado», decía Brown hace unas semanas. «Creo en mí mismo al 100%. Creo en mi juego y creo en mi ética de trabajo. No creo que nadie trabaje tanto como yo, especialmente en este Draft. Voy a salir y demostrar lo que se hacer. Roma no se construyó en un día. Llevará tiempo. Ya lo veréis«.

Pido paciencia, aunque sea amarga y complicada, no por amor hacia el jugador, por justicia. Entiendo que la Summer League es utilizada, no sin razón, como escaparate para analizar a las nuevas adquisiciones de tu equipo, pero no puede ser utilizada como patíbulo. Yo, de momento, me quedaré con las cosas buenas que he visto en Brown, los flashes de potencial, las trazas de talento por pulir. Yo, de momento, esperaré un tiempo para valorarlo, esperaré a que llevé meses entrenando con Smart, Bradley, Crowder y compañía, esperaré a que Stevens lo moldee a su gusto. Yo, de momento, me conformaré con el Adagio, disfrutaré, en su día, del Allegro, y soñaré con verlo jugar en Presto.