El descalabro veraniego de Miami Heat

Este verano marcará un antes y un después en los de Florida

Chris Bosh, uno de los pilares en los nuevos Miami Heat - Keith Allison (CC)
Chris Bosh, uno de los pilares en los nuevos Miami Heat – Keith Allison (CC)

13 de julio de 2014. Aquel día empezaba una reconstrucción en la que los seguidores de Miami confiábamos, no tanto el resto del mundo. LeBron abandonaba el equipo con el que logró sus dos primeros anillos y entonces, de forma casi automática, Miami desapareció de las quinielas para la pelea por el anillo; al revés respecto a cuando llegaba cuatro años atrás. Nueve meses después, efectivamente, las predicciones acertaban, pero algo nuevo empezaba a surgir en Miami.

Poco a poco, con pequeños movimientos, algunos poco sonados, empezaban a levantar los ánimos. Jugadores consolidados como Gerald Green, Luol Deng o Josh McRoberts, muy perjudicado por las lesiones pero muy sólido cuando está bien, fueron los primeros en llegar. También haría su aparición en la liga un año después Justise Winslow, el elegido de LeBron, y al que había muchas ganas de ver. Así, poco a poco, aparecieron nuevas piezas de la nada: Tyler Johnson y Hassan Whiteside entre otros. Además, con un movimiento sacado de la chistera, el mago Pat Riley nos regaló un base como pocos, Goran Dragić.

Por supuesto, aquel año no se llegó lejos. De hecho, no se llegó ni a PlayOffs, pero se había conseguido una materia prima perfecta para crear un nuevo gran equipo. Las lesiones y la poca conexión entre Dragić y el estilo de Spoelstra de aquel momento no permitieron llegar más lejos, demasiadas bajas y poca química en la pista. Sin embargo, el verano no pintaba nada mal. Spoelstra ideó un nuevo estilo mucho más rápido y vertiginoso, donde Dragić salió ganando; y se veía a un Whiteside muy motivado, trabajando además el aspecto mental, sin duda lo más preocupante. Además, Chris Bosh volvía revitalizado supuestamente, con lo que podría formar un dúo maravilloso con Whiteside, pues el abanico de posibilidades era enorme al tener estilos tan dispares.

Al empezar el año, para los más ajenos a lo que se fraguaba en Miami se sorprendieron con cómo, de repente, Miami pasaba de ser un equipo más a un auténtico problema. Solo al ver el hipotético quinteto inicial se predecía que no serían fáciles de batir: G. Dragić – D. Wade – L. Deng – C. Bosh – H. Whiteside. Sin derrochar dinero y sin hacer ruido, de repente los Heat, perdonen la expresión, acojonaban un poquito. Además, jugadores de banquillo como Winslow, Tyler Johnson, McRoberts (cuando descansaba de estar lesionado) o el siempre cumplidor Udonis Haslem aportaban mucha solidez.

Pues sí. Los seguidores de los Heat teníamos razón, no todo pintaba tan mal. Pese a perder de nuevo a Bosh a mitad de temporada, el equipo se sobrepuso. Las ganas de hacer las cosas bien superaron los problemas que iban surgiendo y la temporada regular llegó al fin con un gran tercer puesto (48-34). En PlayOffs se pasó de primera ronda, 4-3 frente a los Hornets, pero la accidentada serie contra Toronto se saldó con la derrota en el séptimo partido.

No llegaron a Final de Conferencia, pero los Heat volvían a ser considerados un gran equipo. Quizás no el favorito, es lo que ocurre si no tienes a Curry, LeBron o KD en tus filas, pero sí un rival muy digno contra cualquier equipo. Sin embargo, Pat Riley quería más. Quería volver a la cima. 

Se decidió a renunciar a jugadores con rol casi marginal y dar esos minutos a otros compañeros o a jugadores del filial de la D-League. De esta forma, se ahorraban varios millones. ¿Para qué? Para lanzarse de cabeza a una piscina en la que no había agua. Pat Riley se jugó la agencia libre a una sola carta, Kevin Durant, pero sus planes eran otros y la jugada salió mal. También los de Green, Deng y Joe Johnson, que hicieron las maletas los primeros. El único aspecto positivo hasta aquel momento fue la renovación de Whiteside, quien se movió a la perfección para que Riley sacara la chequera. Sin el jugador estrella y con Pat hipotecando a los Heat para mantener a Hassan, las posibilidades de fichar bien se esfumaron. Para el colmo, Tyler Johnson alcanzó un acuerdo con los Nets imposible de igualar.

Entre tanta frustración, esperando a que llegara algún jugador, ocurrió el movimiento más inesperado para cualquiera, la marcha de D-Wade. Lo que parecía un verano en el que solo se podría mejorar el equipo, resultó ser una pesadilla. Solo recuperar a Tyler Johnson (igualando la barbaridad de oferta de los Nets con el espacio de Wade) ayudó a mitigarlo. En ese momento solo Bosh, Whiteside, Winslow, Dragić, McRoberts, Richardson y él estaban bajo contrato. Ocho jugadores restaban por llegar y apenas un par de millones libres, además de las tortuosas excepciones salariales conseguidas mediante ingeniería económica.

Por supuesto, todos asumimos que serían jugadores de caché baja, jugadores no drafteados, de D-League, jugadores experimentados y poco más. De todos ellos, quizás Dion Waiters sea el mejor jugador, pues guste más o menos a los fans, tiene capacidad anotadora. También llegaron James Johnson (Raptors) y Beno Udrih, al que se le había prometido recuperar cuando le cortaron después de sufrir una lesión de gravedad, lo que permitió generar espacio salarial. Luke Babbit, Ellington y Derrick Williams aterrizaron en Florida, al igual que Willie Reed, un viejo conocido. Además, Okaro White, Rodney McGruder, Briante Weber  y Stefan Janković se jugarán los últimos huecos en pretemporada.

A modo de resumen:

Altas: Luke Babbitt (NOP), Wayne Ellington (BKN), James Johnson (TOR), Willie Reed (BKN), Beno Udrih, Dion Waiters (OKC), Derrick Williams (NYK), Stefan Janković (-), Rodney McGruder (-), Okaro White (-).

Bajas: Dwyane Wade (CHI), Luol Deng (LAL), Gerald Green (BOS), Joe Johnson (UTA), Amar’e Stoudemire (-).

Sin duda, se trata de nombres que no invitan al optimismo. La calidad de los que se fueron es difícilmente reemplazable por novatos que aún pelean por lograr un contrato garantizado. Sin embargo, la base sigue ahí, con Winslow y Whiteside para el futuro, y Dragić y Bosh en el presente. Quizás vuelva a ser otro año como el de la 14-15, pero nada impide que el verano que viene lleguen grandes jugadores que apuntalen un equipo joven con un buen futuro y volver a estar entre los mejores.

Tal y como ocurría en 2014, se avecinan nubes en Miami, pero quizás no tarde en salir el sol de nuevo.