Marcus Smart ante la temporada de su consagración

El jugador está llamado a ser el futuro de los Boston Celtics

Marcus Smart es, por el momento, el encargado de liderar la segunda unidad de los Boston Celtics(Foto: MaxDuelIndider CC)
Marcus Smart es, por el momento, el encargado de liderar la segunda unidad de los Boston Celtics (Foto: MaxDuelIndider CC)

Marcus Smart está a punto de comenzar la temporada 2016/17, aquella en la que se asentará como uno de los jugadores más prometedores de la NBA y como el futuro jugador franquicia de los Boston Celtics de Massachusetts.

Vean ustedes, queridos lectores del Despacho de Auerbach, que en la anterior frase no hay un solo condicional ni tampoco aparecen expresiones como ‘debería‘, ‘estoy convencido de‘, ‘me apuesto‘ o ‘los Boston Celtics necesitan que‘. Y si no aparecen tales palabras no es por deseo de que esto ocurra, por ánimos de salir con una boutade, o por echar un órdago al Sol. No señor. Si escribo esa frase con tal contundencia es porque estoy convencido que a día de hoy, Marcus Smart ya es uno de los jugadores jóvenes con más futuro en la NBA, que va a ser el jugador franquicia de los Boston Celtics, y que esta temporada será en la que despeje las dudas de aquellos que las tengan.

Hay una cosa en el mundo de la NBA que no entiendo y me cabrea por partes iguales. Por un lado, todo aficionado al baloncesto o seguidor de la liga, no duda en afirmar que para que un jugador sea decisivo debe ser competente y decisivo en ambos lados de la cancha. Así ha sido en el caso de los más grandes, de Bill Russell, de Michael Jordan, de Kareem Abdul-Jabbar o, más recientemente, de Tim Duncan, Kevin Garnett, Kobe Bryant y LeBron James. Es lo normal y lo lógico: este juego no va solo de meter puntos sino de evitar que te los metan. Todo el mundo está de acuerdo y se llena la boca con esto pero luego dan dos MVP a Stephen Curry y nadie protesta. O peor aún, minusvalora a un jugador por ser solo competente en ataque pese a ser quizás uno de los defensores más completos y versátiles que han llegado a la liga en décadas.

Si un jugador llega a la NBA desde la Universidad siendo una máquina ofensiva que anote 15 o 20 puntos por partido pero que no defiende a nadie, no pasa nada. Nadie le va a recordar esto constantemente ni le va a menospreciar por ser irrelevante en el costado defensivo. Es más, optará automáticamente a ser el mejor novato del año y ocupará portadas en las que se le encumbrará como el futuro de su franquicia. Eso sí, si llega otro que es un defensor de élite desde su primer día en la liga, tanto por fundamentos como por físico o versatilidad, nadie hablará de él y le dirán continuamente que tiene que mejorar su ataque. Por mucho que el primer jugador sea un 7 en el primer apartado y un 2 en el segundo, siempre tendrá mucho más reconocimiento que el que es un 4 en ataque y un 9 en defensa.

Eso es lo que pasa con Marcus Smart. Se pueden contar con los dedos de la mano los jugadores que han llegado a la liga con sus condiciones y capacidades defensivas. En los últimos 20 años solo me viene a la cabeza Kevin Garnett y podría meter a LeBron James, Tim Duncan o Dwyane Wade si abro el espectro. ¿Estoy exagerando? Prueben a ponerme un ejemplo de otro jugador que en su primer año fuese el mejor defendiendo a un James Harden pletórico y a un Russell Westbrook en mitad de una cruzada. O que en su segunda temporada secase en dos semanas a jugadores tan distintos como Kristaps Porzingis, John Wall, Paul George o, de nuevo, James Harden, sin olvidarnos de su habitual tenaza a Westbrook o aquella actuación estelar de Playoffs con Paul Millsap.

El de Texas tiene más talento defensivo no solo que cualquiera de sus compañeros de generación sino que es más decisivo en este costado de lo que ninguno de ellos los es en ataque. Es más, desde su llegada a la liga, unos Boston Celtics realmente faltos de talento no han faltado nunca en Playoffs y tiene un rol específico en un equipo que el año pasado acabó con el tercer mejor récord de la Conferencia Este. Entonces ¿por qué nadie mira raro al que dice que Andrew Wiggins tiene potencial de MVP o que Jabari Parker será un All-star perenne, y con Marcus Smart hay que tener ojo a la hora de alabarlo porque alguien te vendrá a recordar que tiene que mejorar mucho su ataque? ¿No habíamos quedado en que ambos lados de la pista eran igual de importantes?

Y todo esto regalando al interlocutor que Marcus Smart  irrelevante en ataque cuando esto no es para nada cierto. Todos sabemos que el año pasado firmó la peor temporada en triples que nadie haya realizado desde que hay registros. Tan cierto como estos tres puntos: 1. En su año de rookie fue el mejor triplista de todos los novatos (33.5 %) 2. El año pasado, el del horror, sufrió una luxación en dos dedos de su mano derecha que le tuvieron dos meses alejado de las pistas y sin poder entrenar el triple durante todo el año y 3. Ha dedicado todo este verano a modificar completamente su mecánica de tiro y los resultados ya son evidentes.

Tirando peor de lo que ha tirado nadie llegó a promediar 9.1 puntos de partido en 27 minutos de juego que se fueron hasta 12 en 32 durante en Playoffs. Ah, unos Playoffs en los que tiró desde el triple al 34 % de efectividad. Además, ha promediado tres asistencias teniendo dos chupones como Evan Turner e Isaiah Thomas por delante de él y sus intangibles están fuera de las gráficas.

De esta manera, aunque Marcus Smart solo dé el mínimo exigible durante esta temporada y tire al 32 % desde el triple y al 50 % desde el resto de la pista, estaremos hablando de un jugador de 13/15 puntos por partido. Repito, dando el mínimo. Recordemos que este año Evan Turner ya no estará por delante de él y será el amo y señor de la segunda unidad. Volverá a tener el timón de un equipo desde su época en la universidad donde promedió 18 puntos por partido en su último año.

Si Andrew Wiggins es, para la mayoría, el mayor talento de su generación por anotar 20 puntos y ser irrelevante en defensa, además de no ser capaz de ganar 30 partidos en un año que estaba acompañado por Ricky Rubio, Zack Lavine, Gorgui Dieng, o Karl-Anthony Towns, ¿cómo puedes dudar del potencial de un Marcus Smart que ganó 48 partidos – 38 como titular -, jugando todos los minutos finales, y acabó en Playoffs con un equipo al que Isaiah Thomas y Jae Crowder llegaron en Febrero?

El público tiende a minusvalorar la importancia de la defensa, de jugar los minutos calientes y el que un equipo sea mejor o peor con un jugador en pista. A día de hoy, ningún jugador del «NBA Draft 2014» ha hecho ni demostrado más en esta liga que Marcus Smart y aquí estoy, gastando 1200 palabras en convenceros de algo que es evidente: que esta temporada va a ser la de su asiento definitivo en la NBA y que está llamado a ser el jugador franquicia de los Boston Celtics.