Y llegaron las derrotas de Los Angeles Lakers
Dudas y perspectiva para salir del agujero
«No perdamos la perspectiva. Yo ya estoy harta de decirlo. Es lo único importante». Así comienza una de las obras maestras de la literatura española del siglo XX, «La colmena» de Don Camilo José Cela. Tranquilo. No estás en un blog de escritores. No cierres la ventana de tu navegador. Te juro que voy a hablar de Los Angeles Lakers.
Cuando me siento a escribir este artículo, Los Angeles Lakers acaban de perder en Sacramento su séptimo partido consecutivo y están a solo una derrota de empatar la peor racha negativa de su historia, que firmaron el año pasado. Tras diez victorias en los veinte primeros encuentros, tras un noviembre de vino y rosas, diciembre nos ha traído una tinaja de vinagre.
Dado que no parece demasiado probable que en el vestuario de Los Angeles Lakers abunden los lectores del Nobel gallego (quizá el bueno de Calderón), me gusta la frase de Larry Bird a la que recurre Luke Walton para mantener la fe y la perspectiva de los jugadores: “Never let winning make you soft. Never let losing make you quit. Never let your teammates down in any situation”. O lo que es lo mismo: Nunca dejes que una victoria te ablande. Nunca dejes que una derrota te haga abandonar. Nunca dejes caer a tus compañeros en ninguna situación.
Como era de prever, con las derrotas han llegado las dudas. Es momento pues de levantar el vuelo y tratar de observar el paisaje a vista de pájaro. No quiero entrar en este artículo a analizar las causas de esta espiral descendente, prefiero centrarme en el diagnóstico de los síntomas para poder buscar la medicina adecuada.
A saber, la defensa se ha resentido en demasía, las pérdidas de balón han sido por momentos exasperantes, el balón ha dejado de circular, muchas jugadas se resuelven en un cara a cara que facilita el trabajo del equipo rival… Aspectos todos ellos en los que, por tanto, hay que trabajar para hacer que el viento role y traiga de vuelta los buenos hábitos de juego que Walton antepone al balance de victorias-derrotas del equipo, si hacemos caso a lo que dijo en pretemporada.
La pregunta inevitable es qué tratamiento debemos aplicar para recuperar las buenas sensaciones de las primeras semanas y qué hacer para reconducir al equipo a la senda de las victorias. La primera respuesta que me viene a la mente es que no hay que precipitarse. Un paso detrás de otro. No merendarte la cena. Para ello es imprescindible mantener la calma y encontrar un punto de apoyo que nos permita impulsarnos hacia arriba.
Lou Williams ha intentado convertirse en ese referente cuando las lesiones han lastrado la rotación y los equilibrios de la plantilla. Pero no ha sido suficiente. Tampoco lo ha sido la regularidad de Julius Randle, cada vez más asentado en la liga. Por supuesto, también lo ha intentado Luke Walton con una de las herramientas más viejas del manual del entrenador: forzar técnicas para encorajinar a tus jugadores. Lo vimos cuando apenas se habían jugado unos minutos del primer cuarto contra los Kings y funcionó un rato. Pero tampoco ha bastado.
En realidad, no creo que vaya a funcionar ninguna fórmula individual. El punto de apoyo que necesita el equipo debe ser reflejo de la ontología del proyecto. O lo que es lo mismo, debe ser colectivo. Los Angeles Lakers actuales no son el equipo de un solo jugador. Ni siquiera son el equipo del entrenador. Son un coro en el que cada voz debe estar afinada para que la sintonía suene como el público espera. Si cada uno hace bien su trabajo, todo funcionará de nuevo. Si nadie escatima esfuerzos en defensa, todo será más sencillo. Si todos comparten el balón en ataque, habrá más posibilidades de encontrar libre al mejor tirador. Y así, poco a poco, codo con codo, todo volverá a fluir. La espiral se volverá ascendente y veremos el mundo con otros ojos.
Esta crisis, y eso es lo más importante, habrá servido de algo si de esta racha de derrotas sacamos una lección para el futuro. No hay que empezar a hacer castillos en el aire ni vender la piel de los playoffs antes de cazarlos. El proyecto es joven y el camino no va a ser fácil. Tendremos recaídas. Vendrán más derrotas. Lesiones. Malas caras. Nos invadirá el pesimismo. Precisamente por eso hay que perseverar, o como cantarían Xoel López y Deluxe:
“Nadie dijo que era fácil remontar el vuelo,
sé que muchos se quedaron, que no volverán.
Sé que otros se dieron directamente contra el suelo,
pero si aguanto un poco más será para no caer jamás”.
O como decía doña Rosa mientras tropezaba con su tremendo trasero entre las mesas del café, cuyas mesas dicen que eran lápidas del revés: «No perdamos la perspectiva. Es lo único importante».