De Azul y Naranja | Bernard King, el rey que no pudo reinar

LAS LESIONES Y EL ALCOHOL, SU GRAN PESADILLA

Bernard King
Bernard King en un show televisivo de Nueva York. (AP Photo/Dave Pickoff)

La NBA está llena de historias de sufrimiento, como fueron las carreras de Sam Bowie, Jay Williams o Grant Hill entre muchos. Sin embargo, pocos recuerdan la carrera de Bernard King, el rey que no pudo reinar.

Bernard King nació el 4 de Diciembre de 1956 en Brooklyn, New York. Hijo de una familia humilde se crió en el barrio marginal de Fort Green, un conglomerado de viviendas sociales donde la violencia y las drogas estaban a la orden del día.

 «El basket nos alejaba de muchas cosas malas que nos rodeaban. Un día me acuerdo que gané un trofeo jugando al baloncesto y me dirigí entusiasmado para enseñarlo a mis padres, sin embargo, de camino a casa me dieron un puñetazo y me lo robaron, ese era el ambiente que me rodeaba» , declaró Bernard King.

El hijo predilecto de Brooklyn, el rey de los suburbios, pronto empezó a despuntar en el baloncesto colegial. En su etapa de Instituto en North Hamilton, King ya se labraba su fama y destacaba como uno de los mejores jugadores del estado con una media de 26 puntos y 16 rebotes.

La fama y el marketing de un joven destinado a reinar llamó la atención de varios ojeadores universitarios, pero finalmente Bernard King escogió a los Volunteers de Tennessee para cursar su etapa universitaria. Allí conoció al famoso Ernie Grunfeld, también de New York, y con el que formó el exitoso tandem baloncestístico conocido como «El show de  Bernie and Ernie», y una intensa amistad que se ha alargado hasta el día de hoy.

«Un ojeador de los Volunteers vino a verme a Brooklyn con su chaqueta naranja, yo no me lo podía creer, el tipo estaba corriendo un peligro enorme llamando tan ridículamente la atención», recordó Bernard King.

La llegada de Bernard King a la universidad de Tennessee junto a Grunfeld catapultó a la fama a un equipo siempre eclipsado por su compañero futbolístico. Sin embargo, la estancia de Bernie en un estado sureño no fue nada fácil. King tuvo varios problemas de discriminación racial en la universidad a pesar de ser un famoso jugador universitario, lo que derivó en graves problemas con el alcohol y varias detenciones policiales. A pesar de los numerosos problemas extradeportivos de Bernard King, su reinado deportivo no se vio apenas afectado, y el equipo de los Volunteers se convirtió en un vendaval ofensivo y lleno de fama. Esta fama les valió incluso una portada en la prestigiosa revista Sports Illustrated, protagonizada por Bernie y Ernie.

«La química que tenía con Ernie Grunfeld no la he vuelto a tener nunca a lo largo de mi carrera, lo que construimos en la universidad fue algo mágico», dijo Bernard King.

En 1977 Bernard King se unió a su amigo Ernie Grunfeld para declararse elegible en el  draft de la NBA. Bernard King fue elegido en quinta posición por los Nets, consiguiendo un impacto inmediato en su primera temporada en la liga. Sin embargo, los demonios internos de Bernard King le siguieron en su aventura NBA, y tras varios problemas con el alcohol y la policía, fue traspasado a los  Utah Jazz, donde finalmente tuvo que dejar las canchas e ingresar en un centro de rehabilitación.

Aproximadamente un año después, King volvía a las canchas con un nuevo equipo, los Golden State Warriors, firmando una gran temporada y consiguiendo el premio a mejor regreso del año.

Pero fue el año 82 el que cambió la vida del alero de dos metros  por completo. En un giro radical de acontecimientos, Bernard King recaló en su equipo de la infancia, los New York Knicks. El rey volvía a casa y allí le esperaba su más fiel servidor, Ernie Grunfeld.

Su primera temporada con los Knicks promedió 23 puntos por partido, y en su segunda temporada estuvo a punto de arrebatarle el MVP al legendario Larry Bird, consiguiendo promediar 26 puntos por partido. Los problemas del rey parecían desaparecer y su famosa «cara de partido» era muestra de ello.

En 1985, Bernard King estaba de dulce y lideraba la liga con 32,3 puntos por partido. El 23 de Marzo de la misma temporada, los Knicks se encontraban luchando por los playoffs ante los Kansas City Kings y de repente, a falta de 1 minuto y 34 segundos, y con 37 puntos en su haber, el reino de Bernard King se llenó de tinieblas.

El usurpador al trono no fue otro que una rotura del ligamento cruzado de la rodilla, la sentencia fue clara, el reinado de Bernard King llegaba a su fin.

Dos años después el rey volvió entre ovaciones y aplausos en el Madison, pero fue traspasado poco tiempo después a los Whasington Bullets, donde contra todo pronostico rindió a gran nivel, aunque muchos opinan que nunca llegó a a acariciar la corona de nuevo.

Bernard King se retiró en 1993 debido a sus rodillas maltrechas. En total estuvo casi cuatro años sin poder jugar al baloncesto debido a sus diversos problemas. En 2013 la NBA le hizo justicia y le otorgó el privilegio de poder entrar al Hall of Fame del baloncesto estadounidense, sin embargo, muchos aún se preguntan e incluso afirman que Bernard King fue el rey que no pudo reinar.