Cavs vs Warriors, una rivalidad histórica en el presente
Se forja un nuevo capítulo de hostilidad en la NBA

La competición trae siempre rivalidad, es algo inevitable. Entre jugadores, entrenadores, equipos y aficiones siempre ha habido roces y siempre los habrá. Algunas de ellas, por su alcance, hacen auténtica historia. O acaso ningún seguidor del baloncesto piensa en Larry Bird y aparece Magic Johnson en su cabeza, y viceversa.
Todo empezó con LeBron
El prólogo de esta rivalidad se escribió, sin saberlo, cuando LeBron James anunció su vuelta a Cleveland. Después de su paso por Miami, el cuál aumentó su número de detractores de forma desorbitada, la vuelta a Ohio para terminar el trabajo pendiente despertó los sentimientos dormidos de muchos seguidores que no simpatizan con el Rey. Los Cavaliers pasaban de ser uno de los peores equipos de la NBA a contenders y odiados por medio país.
Con Steve Kerr como nuevo inquilino en su banquillo, los Golden State Warriors dieron un lavado de cara radical a la ofensiva. Reescribieron el baloncesto, el tiro exterior, el uso de pantallas y la circulación de balón. Ese estilo de juego, unido al odio que profesaban unos Cavaliers completamente antagónicos, les llevó a ser merecidamente el equipo de moda.
Tampoco podía faltar enfrente un nuevo jugón. Stephen Curry ya había sido All-Star, pero Kerr le convirtió con sus sistemas y con el renacimiento de Draymond Green en MVP. La sonrisa de Curry nunca había brillado tanto, y brilló tanto que parecía capaz de eclipsar al propio LeBron James.
El yin y el yang
Dos fuerzas completamente opuestas. Así se presentaron Cavaliers y Warriors en su primer gran enfrentamiento, Las Finales de 2015. No existía prácticamente tensión previa, sí algún recuerdo complicado de LeBron en el Oracle, pero no una rivalidad real.
Los Warriors, con el estandarte del pace&space, el tiro exterior, circulación de balón, velocidad y juego creativo. Los Cavaliers de David Blatt, todo lo contrario, quintetos altos, búsqueda de ventajas y juego lento y destructivo. No hace falta decir por cuál se decantaba el aficionado.
LeBron rozó la épica, una vez más, y con Matthew Dellavedova y Timofey Mozgov estuvo cerca de frenar la histórica sequía de Cleveland en las Grandes Ligas. Pero no pudo ser, los Warriors de Kerr se merecían el anillo, por su temporada y rendimiento en Las Finales. El primer capítulo de la rivalidad estaba escrito.
Pero los Cavs no se rindieron. El despido de Blatt y el posterior ascenso de Tyronn Lue modificaban totalmente el estilo de juego. Se dejaban a un lado los quintetos altos, Mozgov pasaba al final del banquillo, llegaba Channing Frye y se instalaba el small&ball que precisamente los Warriors habían puesto de moda.
La tensión comenzaba a notarse. Los partidos entre estos dos conjuntos ya no eran lo mismo y se podía respirar Playoffs durante sus encontronazos de temporada regular. La gente pedía a gritos unas segundas Finales entre Cavs y Warriors. Sobra decir que el baloncesto concedió el deseo.
Sin embargo tras solo cuatro partidos el 3-1 a favor de Golden State parecía definitivo: nadie jamás había remontado tal diferencia. Los Cavaliers además no daban sensaciones positivas, parecían estar completamente perdidos, abrumados y superados por unos Warriors crecidos en una temporada histórica pero más complicada.
Y es que el 73-9 se merecía otro anillo, se merecía el back-to-back. Pero el baloncesto no siempre es justo y, esta vez si, LeBron e Irving lograron la épica (ayudados por la lesión de Andrew Bogut y la sanción a Draymond Green). Una exhibición continua del jugador más determinante desde Michael Jordan, de un equipo y dos estrellas que se crecieron en la más absoluta adversidad. Nunca jamás se había remontado un 3-1 y nunca nadie había perdido menos de diez partidos en una regular season. La historia tumbó a la historia.
La rivalidad se escribe a fuego
Dos Finales consecutivas, con la última de ellas en los libros de historia con un énfasis bien marcado. Y aún así no iba a ser el único capítulo, ni quizá el que más comentarios levantó, de este 2016. El segundo capítulo de la rivalidad se había escrito, pero quedaba el más polémico.
Tras ser derrotado por los Warriors en las Finales de la Conferencia Oeste, dejando escapar una ventaja de 3-1, Kevin Durant anunció el 4 de julio que se marchaba a jugar a Golden State. Un gesto tachado de hipócrita, de falta total de competitividad, por firmar por el equipo que le había vencido, al que tanto criticó en rueda de prensa, a un conjunto que ya había logrado un anillo y el mejor récord de la historia y sumaba ahora otro MVP y, también, después de que hace años criticase en Twitter la formación de superequipos.
La renovación de Russell Westbrook con los Thunder encendía aún más el tema y que Draymond Green fuese poco a poco pero sin sutileza convirtiéndose en uno de los villanos de la NBA no ayudaban a la imagen de los Warriors. Unos Warriors que hace apenas un año eran el equipo más querido y que se encontraban, al comienzo de la nueva temporada, un panorama distinto.
Con Durant los Warriors ultiman más aún su conocida death-lineup, mientras los Cavaliers apuestan por el factor más desequilibranrte del planeta, LeBron James, en un big-three más en forma que nunca. Todo apunta a una tercera Final consecutiva. Nunca dos equipos se han enfrentado tres veces seguidas en Las Finales de la NBA.
De nuevo, el yin y el yang
Atrás quedan los tiempos en los que Celtics y Lakers se repartían el pastel de la NBA; los Knicks no encuentran ni a los Pacers ni a los Bulls para regalarnos viejos recuerdos; al igual que los Spurs y los Suns; Lakers y Kings; Bulls y Pistons… Las viejas y más conocidas rivalidades están muertas hoy en día. La NBA necesita enfrentamientos, los seguidores pedíamos a gritos dos nuevos protagonistas. Y de nuevo el baloncesto nos los ha dado.
Aunque sigan siendo opuestos, unos blancos y otros negros, al igual que el yin y el yang se necesitan, se complementan para un equilibrio perfecto. Los seguidores necesitamos que existan para mantener en calma la locura que transmite la NBA.
No es que los Cleveland Cavaliers y los Golden State Warriors necesiten otra Final para consagrarse como una nueva rivalidad histórica, es que ya lo son. Dejemos los debates y los enfrentamientos, salvo cuando Draymond Green vuelva a lanzar sus piernas, y disfrutemos de la creación de una nueva rivalidad histórica de la NBA.
Una rivalidad a la altura de las más grandes, a la que todavía le quedan episodios por emitir. El morbo está servido y se ha comprobado en la jornada de Navidad. Ojalá el baloncesto nos regale otra final entre estos dos equipos, otras Finales para la historia.
Warriors’ view from the Cavs’ visiting locker room
#NBAXmas (via @twithersAP) pic.twitter.com/pebT5qRJb5
— Bleacher Report (@BleacherReport) 25 de diciembre de 2016
La rivalidad Cavs – Warriors no conoce límites. Siempre es un buen día para recordar que GSW perdió un 3-1 pic.twitter.com/OSiapwbAIf
— Losilla (@Losilla_) 26 de diciembre de 2016