Los Angeles Lakers, ¿sueño o pesadilla?

De noviembre a diciembre, han pasado de todo a nada

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Luke Walton no da con la tecla de Los Angeles Lakers. Bridget Samuels (CC)

Los Angeles Lakers 2016-17 han dilapidado en diciembre todo el caudal de ilusión que habían generado entre octubre y noviembre. Sirvan como resumen unos datos: 6 victorias en los diez primeros partidos y 10 en los 20 jugados hasta final de noviembre. Desde entonces, 2 victorias en 14 encuentros para un balance total de 12-24. De soñar en voz alta con los playoff, a la pesadilla de evitar ser el peor equipo del Oeste. Así las cosas, me surgen varias preguntas en este cambio de año.

¿Eran fuegos artificiales lo que vimos en los primeros partidos?

La duda es más que razonable si echamos un vistazo a la evolución de un equipo que ha pasado de firmar un 60 por ciento de victorias a moverse en el 33 por ciento en apenas un mes. Aún es pronto para afirmarlo con rotundidad, pero parece evidente que el impulso inicial de Los Angeles Lakers está muy relacionado con el ímpetu de un grupo deseoso de demostrar que tienen muchas cosas que decir y que reclaman un hueco en el futuro de la liga. Para los que siempre ven el vaso medio lleno, siempre tienen la opción de pensar que es un simple bajón de forma y que todo volverá a su sitio pronto.

En palabras de Nick Young tras la derrota contra Dallas: “We gotta do something, because at this rate, we´re just gonna be another losing team” (O hacemos algo o si seguimos así no seremos más que  otro equipo perdedo).

¿Volverán las sonrisas y las victorias?

Para encontrar la respuesta a esta pregunta, hay que apelar al carácter de la plantilla, que debe demostrar si son algo más que buenos jugadores de baloncesto o si tienen además la personalidad suficiente para no hundirse en los malos momentos. En este caso, se supone que deben ser los más veteranos los que den un paso al frente y tiren de los más bisoños. Unos y otros deben unir sus fuerzas, pero el planteamiento de la pregunta no es irrelevante. Hablo de sonrisas y victorias. Porque ambas irán entrelazadas de forma inevitable y no resulta fácil discernir si será antes el huevo o la gallina.

¿Aguantará Walton la presión de los resultados?

Como ya he subrayado varias veces, Walton llegó al equipo este verano con una advertencia: los resultados importan menos que la evolución del equipo. Pero esa máxima tiene sus límites y Luke lo sabe. Por eso, lanzaba hace unos días una pregunta al vestuario.

Are they comfortable with waiting a few years before their learning curve kicks in? Or do they want to get better this year and show that improvement quickly?. (¿Están cómodos esperando unos años antes de crecer? ¿O quieren demostrar este año que han mejorado rápido?)

El propio entrenador respondía que los momentos duros deben servir para crecer al grupo y convertirse en un mejor equipo. Es es el reto.

¿Hace falta reforzar el equipo a mitad de temporada?

Los rumores están a la orden del día y los hay para todos los gustos. Pívots consolidados, estrellas emergentes, anotadores impenitentes, jugadores que liberen espacio salarial… El ruido seguirá hasta que se cierre el mercado de traspasos en la NBA y los teléfonos de los directivos tendrán que tener siempre buena cobertura y la batería llena. Pero los Buss, Kupchak y compañía deberán tener claro que solo merece la pena modificar la plantilla si la incorporación tiene un impacto inmediato. Lo contrario, sería desvestir un santo para vestir a otro. Si has apostado por un grupo de jóvenes de futuro, su fecha de caducidad no puede ser tan inmediata. Debes demostrar confianza y transmitirles una seguridad que tarde o temprano tendrá su reflejo en la cancha.

¿Caeremos en la tentación del tanking?

Ese sería el peor error que podrían cometer Los Angeles Lakers, sobre todo cuando ni siquiera hemos llegado al ecuador de la temporada. El objetivo a estas alturas del año no debe ser buscar una buena ronda del próximo Draft (una más). Ya hemos perdido tres cursos en los que hemos encadenado los peores registros en las casi seis décadas de historia de la franquicia. Demasiado tiempo fuera de los playoffs y por debajo del 50 por ciento de victorias. Sin un balance decente en primavera, el verano será muy complicado en Los Ángeles y las opciones de conseguir refuerzos de garantías se reducirán aún más. Así pues, el tanking debe ser una palabra prohibida. El objetivo debe ser mirar más hacia arriba que hacia abajo. Luchar por acercarse al octavo puesto del Oeste y no por alejarse del decimoquinto.

Estas y otras preguntas martillean mi cabeza cuando 2016 consume sus últimas horas y mientras 2017 asoma en lontananza. Enero será un mes clave para la evolución del equipo que tiene nueve partidos en casa y solo seis como visitante. Un buen récord permitiría olvidar las sombras de diciembre negro y acercarnos más a las luces de noviembre. Y si cuando llegue el parón del All-Star han regresado las sonrisas al equipo, habremos adelantado mucho trabajo para afrontar los dos últimos meses de competición con la ilusión que pronosticaban los primeros partidos y que nos resistimos a perder tan pronto. ¡Feliz año Laker a todos!