Magic Johnson, el hijo del Dr. Buss

Jeanie se harta de su hermano Jim y llega Magic

Magic Johnson
Magich Johnson llega con mucho poder a Los Angeles. CSUF Photos (CC)

Al enterarme de la noticia del estruendoso golpe sobre la mesa de Jeanie Buss para cortar la cabeza de un golpe a Kupchak y a su hermano Jim, no he podido evitar retrotraerme al momento en el que se jodió el Perú, como se preguntaba el Zabalita de Vargas Llosa. En este caso, ese punto en la historia hay que buscarlo cuando el Dr. Buss diseñó su sucesión. El multimillonario patriarca tuvo tiempo a lo largo de su azarosa vida para engendrar una prole de seis vástagos -cuatro varones y dos mujeres- a los que un día consultó qué querían hacer con la franquicia que les había permitido nacer y crecer sin preocuparse por las facturas. Las opciones eran vender para repartirse el botín o mantenerlo para compartir la propiedad y las responsabilidades entre todos. Optaron por lo segundo, y cuando el cáncer se llevó a Jerry el imperio quedó en manos de una empresa formada a partes iguales entre los seis hermanos.

Se cuenta que el plan inicial de Jerry Buss era nombrar a Jeanie sucesora con plenos poderes, pero cambió de idea cuando ella comenzó a salir con Phil Jackson porque consideraba una afrenta intolerable que, según su visión, el entonces entrenador tuviera de forma indirecta también el poder deportivo en los despachos. Así que la dejó al frente de la parcela ejecutiva y entregó a su hijo Jim la deportiva.

La apuesta era arriesgada porque, aunque su padre se ocupó de que las leyendas de la franquicia le enseñaran poco a poco durante años los secretos del oficio, lo cierto es que Jim no era precisamente un cráneo privilegiado, que diría el personaje de Luces de bohemia. Más bien era digno heredero del estilo de vida disipada de su progenitor, pero no de su inteligencia ni sus éxitos empresariales y deportivos. Incluso se ha llegado a publicar que el propio Jerry no pronosticaba que su hijo fuera capaz de aguantar más de cinco años en el cargo.

Jim, desde el principio dejó claro que entre su padre y su hermana, elegía al primero. «Mi trabajo es complacer a mi padre», dijo en su presentación, y sus palabras cobraron sentido cuando desmontó piedra a piedra el edificio levantado por Jackson hasta que el entrenador anunció su retirada y llegó Mike Brown. Con cada nuevo movimiento, la relación con su hermana se tensaba aún más. Y alcanzó su punto más delicado cuando Jim amagó con recuperar a Jackson para luego telefonearle en mitad de la noche y anunciarle que había contratado a D’Antoni. Poco después, el cáncer vencía al Doctor Buss.

Basta un somero vistazo a la trayectoria de Jim para encontrar todo tipo de decisiones controvertidas. A saber, su apuesta por Bynum, el polémico último contrato de Kobe, el caso Howard, el fiasco Nash, dejar escapar a Isaiah Thomas o los sucesivos fracasos cada vez que ha salido al mercado de agentes libres en el que, año tras año, él mismo se encargaba de filtrar nombres como los de LeBron, Carmelo o Durant que ni siquiera se tomaron en serio a los Lakers.

Consciente de su difícil posición, en abril de 2014 lanzó su ya famoso órdago: dimitiría si en tres años no volvían a ser competitivos y luchar por el anillo. Cuando lanzó esta promesa, acababan de cerrar una temporada con 27 victorias. Las dos siguientes se saldaron con 21 y 17, mínimo histórico del equipo y celebrando casi como un título las elecciones del draft. Este año, la apuesta por Walton y los jóvenes comenzó con buenas sensaciones, pero solo fue un espejismo y la otrora inefable palabra tanking hace semanas que ha vuelto a los debates sobre el equipo.

Mientras tanto, Jeanie veía como aumentaba la presión del resto de socios y accionistas minoritarios de la franquicia. Hasta que el vaso de su paciencia se ha derramado, sin que aún sepamos todavía con certeza cuál ha sido la gota definitiva, aunque todo apunta a la operación que ha acabado con Cousins en Nueva Orleans.

Sea como fuere, cuatro años y tres días después de la muerte de su padre, Jeanie ha tomado de verdad las riendas del proyecto como lo había diseñado el Dr. Buss en su cabeza. Y, ya sin Jackson en la ecuación deportiva y sentimental, la máxima dirigente de los Lakers se ha apoyado en la otra persona que más se ha enfrentado en público a su hermano Jim: Magic Johnson.

El propio Earvin sabe que ser una leyenda no te garantiza infalibilidad. Lo comprobó en sus carnes durante su breve experiencia en el banquillo. Así que sólo el paso del tiempo nos permitirá evaluar con justicia este movimiento para saber si su rendimiento en los despachos se acerca más al de Larry Bird en Indiana o al de Michael Jordan en Charlotte.

Mas hay algo que sí podemos afirmar desde ya. Magic Johnson comenzó a prepararse para dirigir los Lakers desde el primer día que Jerry Buss le puso bajo su protección en los albores de los años 80. Magic ponía el glamour y el espectáculo en la mítica cancha de Inglewood al tiempo que Earvin aprehendía cual esponja las estratagemas empresariales que su admirado propietario desplegaba en el no menos mítico Forum Club donde cada fiesta escondía un negocio.

De mayor quería ser como él y, a la vista de sus aventuras empresariales, no parece ir por la mala senda. Ahora su reto es deportivo, pero algo me dice que el Doctor ve con buenos ojos el movimiento de Jeanie. Al fin y al cabo, Magic fue los más parecido que tuvo a un hijo más allá de lo que diga la biología.