Los Angeles Lakers 2017: Crónica de una muerte anunciada

Analizamos la debacle del equipo angelino

Los Lakers siguen sin alma ganadora - Elaboración Propia (SB)
Los Lakers siguen sin alma ganadora – Elaboración Propia (SB)

Los Angeles Lakers llevan tiempo avisando. Y no les hacíamos ni caso. Era inevitable. Qué impotencia. Han decidido suicidarse. Con lo contentos que parecían a principios de temporada con el 10-10 inicial, quién iba a pensar que acabarían así. No puede ser.

Y es que, aficionados del dorado y púrpura, la dinámica de este equipo era simplemente la crónica de una muerte anunciada. Y eso que dieron pistas y mostraron hasta la saciedad que esta temporada no era la suya, que son jóvenes y que Luke es primerizo, ¿cómo iba a ser posible que saliera bien? Así se excusa ahora la franquicia, pero lo cierto es que no les ha importado mostrar sus debilidades en la pista a lo largo de toda esta horrible temporada.

Consideren este escrito como una esquela. Y no una esquela de esas bonitas en las que se le dice al lamentablemente fallecido todo lo bueno y grande que fue en vida. Porque Lakers lo ha sido, pero a diferencia de en la vida real, en la NBA es posible una resurrección a la temporada siguiente, y eso no se consigue diciendo lo bueno y maravilloso que es el equipo, sino criticando (constructivamente) lo horrendo de este despropósito de suicidio (más comúnmente llamado en este mundillo, tanking).

En el baloncesto moderno, desde un tal Magic Johnson, que por estos lares le conocemos bien, se ha ido abriendo camino un nuevo modelo de juego. Cada vez va importando menos la altura de los jugadores (antes vital para la dominación de la pintura) hasta que ha llegado un punto que ha resultado ser el apogeo de la función en detrimento de la posición. En el juego de la “Old School”, la única y gran función de los pívots era salvaguardar su tablero y arrebatar el del otro. Hoy en día, un 5 sin tiro y siendo sólo un pívot, difícilmente va a conseguir destacar en los nuevos sistemas. El mayor ejemplo es Marc Gasol, que siendo consciente de la evolución del juego y ya siendo un gran jugador en la liga, este verano decidió implantar su tiro de tres puntos, y ciertamente, mal precisamente no le ha ido.

La clave es la versatilidad. Giannis Antetokoumpo con sus 2,11 cm de estatura,  es capaz de hacer TODO para su equipo a sus veintidós años. LeBron James, Anthony Davis, Draymond Green más de lo mismo y así una lista innumerable de jugadores que son capaces de acaparar todas las facetas del juego. Anotan, defienden, asisten, botan y rebotean. Y a nadie le preocupa si el griego juega de base, alero o pívot. Porque la función se ha impuesto a la posición. Está claro que la evolución de la naturaleza siempre tiende al equilibrio, y los jugadores a medida que avanzan las generaciones, son mucho más completos que antaño.

Dando ya pistas sobre el análisis de estos Lakers que vendrá a continuación, comprender el panorama actual  es completamente vital para entender el por qué de que una plantilla con mucho potencial es incapaz de pasar por encima de unos rivales que sí han modelado sus plantillas en torno a la nueva época que ya está aquí.

Los Angeles Lakers tienen un récord de victorias-derrotas pésimo y es probable que hasta final de temporada siga empeorando. En este momento es el segundo peor récord justo después de los Brooklyn Nets, y tienen por delante equipos como 76ers, Orlando Magic o Phoenix Suns. Y hay que dejar claro esto desde el principio, los Lakers quieren perder y lo van a hacer. Quieren mantener el pick protegido Top 3 de los Sixers, y más derrotas significan más opciones de hacerlo realidad. Además, solo con visionar dos o tres partidos de la temporada se pueden dar cuenta de que casi siempre, el juego del equipo es totalmente inexistente, lo cual no ayuda para ganar. Es un equipo que funciona a base de rachas, siendo las de desconexión mucho más numerosas que las de acierto y concentración.

Contra franquicias con un nivel de juego y de plantilla similar al de Lakers suelen aparecer los mejores minutos del equipo (siempre intercalados con cuartos de carencias tremendas de acierto y control de balón) y de vez en cuando se ganan esos partidos, nunca sin sufrimiento, por supuesto. Esto ya es un problema, porque si no eres capaz de ganar a tus iguales, hacerlo con tus superiores es misión imposible. Incluso, y este ha sido uno de los episodios más vergonzantes de la historia de la franquicia, se ha llegado a perder con Dallas Mavericks de 48 puntos, un equipo a priori no muy superior al de los Angeles. Es la derrota más abultada de la historia angelina.

Contra franquicias superiores, la derrota, salvo sorpresa mayúscula, es clara. Ni siquiera contra Boston Celtics, los eternos rivales, son capaces de dar la cara y poner en aprietos a los verdes. Yo, personalmente, al ver este tipo de partidos, siento rabia y vergüenza a momentos. Solo siento un descanso de esa intranquilidad en los momentos de acierto en el tiro y espejismos de fluidez. Por ejemplo, los 47 puntos que anotaron en el primer cuarto en el partido contra Milwaukee Bucks y las rachas incontrolables de Lou Williams antes de su marcha a Houston Rockets.

Lou Williams salió traspasado de los Lakers. Nil Alemany (SB)
Lou Williams salió traspasado de los Lakers. Nil Alemany (SB)

Hay que destacar que la mayor parte de los partidos los pierden remando a contracorriente, recortando diferencias de treinta puntos a diez en pocos minutos debido a esas inspiraciones divinas, que aun así, no pueden ocultar los graves errores que generan esas diferencias tan altas en los partidos. Y además, generalmente también, esas diferencias se producen en el primer cuarto, por lo que el equipo siempre juega por detrás en el marcador, teniendo que hacer remontadas constantes. Esto es la consecuencia de falta de tensión al comenzar el partido, de la procrastinación continuada. Pocos equipos son capaces de empezar siempre perdiendo y centrarse y acabar ganando, porque ya no es una cuestión de intercambiar golpes, es meter sin que el otro equipo meta, y la defensa de Lakers es un agujero enorme que lo impide. Es cierto que las lesiones han influido en el juego y la continuidad del equipo sobre todo entre los meses de Diciembre y Enero, pero ha pasado ese periodo y la vida sigue igual.

Estudiado lo general y situado a cualquiera que no haya estado al corriente de la temporada del equipo, pasemos a lo particular. Estas son las claves del desastre:

NULA CONSTANCIA Y JUEGO

Como hemos dicho antes, no observamos un equipo bien armado y construido, sino que es un juego a base de pocos relámpagos y muchas nubes. Esto ocurre tanto en defensa como en ataque. En cuanto a la defensa, no se recuerda un partido decente en este aspecto, quizás alguno de los veinte primeros partidos, pero en general, no han sudado demasiado en esta faceta. Ahora con Corey Brewer y un sorprendente David Nwaba se ha mejorado en este aspecto, y con un Ingram que a poco que mejore su potenciación será capaz de defender a nivel de élite con esos brazos interminables. El resto de exteriores son totalmente incapaces de mantener en el partido un nivel defensivo decente, y lo mismo ocurre con los interiores, de los cuales solo se puede salvar algún partido de Zubac en cuanto a tapones y el Mozgov de comienzos de temporada. Todo se resume en que hay una grave falta de intensidad defensiva. En el uno contra uno siempre se pierden los duelos, por lo que tienen que aparecer ayudas, que desestabilizan la defensa y abren demasiados espacios que los rivales utilizan a placer. Y eso si aparecen las ayudas, claro. También hay una falta de balance defensivo cuando se producen contraataques del otro equipo, nunca vuelve nadie para intentar detenerlos. En definitiva, que los Lakers son una joya para los ataques de la liga.

En cuanto al ataque, ocurre lo mismo. Los únicos jugadores un poco consistentes son D´Angelo Russell (sobre todo desde el All-Star) y Jordan Clarkson, que ahora ejerce de microondas con la salida de Williams (que fue el más regular atacante del equipo). En los interiores, el que más se acerca es Randle. Muchas pérdidas, malas decisiones y dependientes del acierto en el tiro de tres para poder mantenerse en el partido. La aportación interior es absolutamente inexistente, el balón no pasa nunca por las manos de los pívots en situaciones favorables para jugar al poste. Todo aboca al equipo a las luces y sombras que rompen los partidos a favor de los equipos rivales.

SIN IDENTIDAD

Un gran equipo que se precie debe tener una identidad formada. Un DNI que mostrarle a la NBA para que te identifiquen. Los Lakers del Showtime lo tenían, al igual que los Pistons de los Bad Boys, los Suns de Nash, los Spurs del siglo XXI o los Warriors actuales. Y el equipo de Luke Walton no lo tiene, siendo éste el principal culpable de ello. Es curioso, ya que ha sido el segundo entrenador del equipo con más estilo propio que hay hoy en día, con permiso de Gregg Popovich. Walton es demasiado permisivo con determinadas conductas de la plantilla y al término de cada partido, en vez de atender a la prensa y decir que “somos jóvenes, aprenderemos”, debe hacer una crítica más feroz a sus jugadores. Es inadmisible la falta de corazón de este equipo en ocasiones y su único reproche es que no tienen experiencia. Perdone Mr. Walton, pero la juventud no quita las ganas de competir.

Los Lakers no tienen una manera definida de jugar al baloncesto. Se limitan a jugar como pollos sin cabeza, a base de correcalles sin control y tirar triples esperando que los puntos caigan del cielo. No existe movimiento de balón, apenas existe una táctica ofensiva y defensiva clara y los roles de los jugadores están muy difusos. Desde que se hizo con el puesto de entrenador, Walton prometió a los aficionados un estilo similar al de Warriors. Una declaración con mucho de corazón y poco de cerebro. Para jugar como los de San Francisco, la primera premisa es una buena base defensiva para, a partir de ahí, construir el juego de contraataque y liberar tiradores. Tiradores de los que esta franquicia carece a excepción de Young y Russell estando acertado.

Antes mencionado, hay que recalcar que la maestría de una buena identidad como la de Popovich produce que jugadores no considerados estrellas ni jugadores suficientemente buenos puedan aportar al equipo intangibles y adaptarse a las necesidades de éste. Así que la excusa no puede ni debe ser que “no hay jugadores a la altura” sino que tu planteamiento no está adaptado a las condiciones de tus jugadores.

Walton mejora a Byron Scott, el anterior entrenador, sin embargo es un novato y en su primera temporada no ha estado a la altura de lo esperado, tanto a nivel táctico como a nivel de controlador de plantilla.

ESCASA VERSATILIDAD y ESPECIALIZACIÓN

Volvemos al principio del artículo, donde se mencionaba a la versatilidad como estandarte del baloncesto contemporáneo. Si echamos un ojo en el roster, nos damos cuenta de que el único capaz de encajar en esta definición es Julius Randle. Precisamente por esto es una de las mayores esperanzas de la franquicia, porque es lo que más se asemeja al baloncesto total (a excepción del tiro, que tiene que mejorar). Es capaz de anotar, pasar, defender (si se lo propone), rebotear y cruzar el campo como si fuera un base. Sin embargo, si seguimos mirando en la plantilla, no encontramos nada más que encaje con esto.

Es cierto que no solamente existen jugadores versátiles en la liga, también los hay especialistas, y da la casualidad de que en este equipo tampoco los hay. Para anotar de tres puntos de forma consistente, sólo precisan de Young y Russell, como se mencionó antes. El resto son tiradores no metedores, aunque cada vez Ingram va mejorando sus porcentajes, pero aún no se le puede considerar como tal. A modo de especialistas defensivos están Corey Brewer y Nwaba. El resto, no defiende. Tampoco existen buenos corredores de contraataques ni excelsos tiradores de tiros libres (Young se salva de la quema). La plantilla está repleta de jugadores del mismo perfil, jugadores de uno contra uno (Clarkson, Russell, Ingram, Young) y pocos están concienciados en la circulación de balón y comprometidos totalmente con el equipo.

En cuanto al nivel de los jugadores, no hay un jugador que sobresalga por encima del resto, esa estrella que antes se encontraba en Kobe Bryant, que te salve partidos o al menos le ponga coraje e intensidad cuando sea necesario. Son todo jugadores de perfil medio/bajo, con los cuales, no se ganan partidos. Así que no, aún no hay nivel para competir mucho más de lo que lo están haciendo, es decir, capacidad para alcanzar los Playoffs.

Los Lakers no levantan cabeza - Nil Alemany (cc)
Los Lakers no levantan cabeza – Nil Alemany (cc)

La esquela está finalizada, ahora está en boca de todos. Es el objetivo de la nueva directiva, formada por Jeanie Buss, Magic Johnson y Rob Pelinka, hacer resurgir a este muerto que tan grande fue en vida. Sus esperanzas están puestas en una nueva elección del draft, que o bien usarán para obtener otra joven promesa a la plantilla (por si no había suficiente) o como moneda de intercambio para ese jugador que intente hacerlos volver. El mercado estival será, como siempre, otro periodo muy agitado en los Angeles, y quien sabe si podrán conseguir esa pieza codiciada. Por el bien de este muerto, que alguien lo haga resucitar, porque sin él, el baloncesto no es el mismo.