Hasta la última gota de sudor

Westbrook está realizando una gesta infravalorada

Westbrook en una acción frente a los Wizards. Keith Allison (CC)

Hater: persona que siente odio o aversión por alguien o por algo. A estas alturas todavía no está admitido en la RAE como anglicismo. Lástima, porque le damos un uso desmedido. Imagínense ustedes que, por un momento, esta plaga de individuos locuaces no existieran en ningún ámbito deportivo, no solo baloncesto. Fútbol, tenis, atletismo, motor… cualquier especialidad que estuviese exenta de esta multitud. Impensable. Son necesarios a pesar de que en muchas ocasiones destaquen por su pesadez y aborrecimiento. Aunque no siempre tengan razón, se alimentan de esa crítica permanente, de buscar el mínimo error a cualquier jugador o equipo para instantánemente sacarle punta a ese resquicio. Sin engañarnos, todos hemos sido haters de algo o alguien alguna vez. Porque somos humanos y es nuestra naturaleza. Nos gusta el morbo y el salseo. Sin embargo, hay deportistas que día tras día intentan acabar con ese cliché que llevamos adherida a nuestra mente. Deportistas irrepetibles que tratan de hacerse un hueco en los anales de la historia a pesar de los detractores que le rodean. Uno de estos deportistas, concretamente baloncestista, está dando mucho que hablar este año en la NBA precisamente por lo anteriormente contado: Russell Westbrook. 

Todos sabemos lo que está realizando esta temporada. Algo histórico, casi sin precedentes (solo uno y fue en blanco y negro y con más posesiones que en el actual baloncesto) y que muchos lo conocen, pero pocos lo valoran. 31.7 PPG, 10.1 APG, 10.5 RPG. 34 triples-dobles hasta el momento en los Thunder (40-29), una franquicia que de no ser por él estaría deambulando sin rumbo en la zona baja del Oeste. Tan solo le falta por conseguir un triple-doble ante Chicago Bulls y Charlotte Hornets. Escandaloso e insólito en la NBA moderna, se pongan como se pongan. No solo son datos y números jamás vistos, son sensaciones que transmite. Un afán envidiable por la automejora diaria, la capacidad de derruir intangibles para liderar en soledad a una equipo, una infinita ambición de ganar partidos noche tras noche, el lavado de cara que da al equipo cada vez que vuelve a cancha desde la banca y una terrible determinación en su juego. No soporta la palabra perderno está en su diccionario, en su cabeza. Cuando logra un triple-doble y los Thunder pierden (solo ha ocurrido en 6 ocasiones), también contesta a las entrevistas a pie de pista, pero la expresión de su cara refleja una insatisfacción. Sabe que no ha dado todo lo posible en beneficio del equipo, pero dentro de una o dos noches volverá a dar el máximo para resarcirse. Su incidencia en el equipo es tremenda. De los últimos cinco años, los Thunder son el equipo que más depende de un jugador para lograr victorias y obtener un récord decente. Con Russ en cancha, todo es blanco para Oklahoma. Cuando está en la banca, todo suele terciar a gris para los de Donovan. No existen grises o un término medio.

A pesar de todo, hay gente que lo sigue infravalorando. Muchos siguen tachando a Westbrook de insensato, precipitado e imprudente en las jugadas decisivas de los partidos. A ellos les digo que The Brodie es el segundo jugador que más puntos anota en el último cuarto, solo por detrás de Isaiah Thomas, al que tanto encumbran. En el clutch (5 últimos minutos de un partido con una ventaja de 5 puntos o menos) ha demostrado ser el mayor seguro de la liga y ha privado de victorias a más de un equipo. Cierto es que es el jugador que más balón acapara en estos minutos, pero la osadía que él muestra al no amilanarse ante nada ni nadie es sensacional. Otra mayoría son partidarios de James Harden. Motivos tienen de sobra. 16 triples-dobles, gran récord y timonel de un estilo particular de juego. Lo que muchos olvidan es que The Beard está rodeado de un gran plantel de jugadores, sobre todo en el banquillo. Y eso ayuda mucho. Otra parte banca a Kawhi Leonard. Cada temporada que pasa va incrementando su rendimiento y números, más allá de ser el mejor defensor individual de la liga. Tiene casi el mejor récord de la NBA con su equipo y probablemente sería el MVP de no ser por las dos bestias que tiene delante. 

Pero centrándonos en Westbrook, aprendamos a apreciarlo, a quererlo, a entenderlo. Seguramente tardaremos décadas en volver a ver la proeza que está confeccionando. Penetraciones a canasta que más bien recuerdan a un torpedo imposible de detener. Cambios de ritmo con frenadas en seco, salto para suspenderse del techo y aniquilar la canasta rival desde 4-5 metros. Mates estratosféricos que revientan el aro. Asistencias que cruzan media pista y encuentran el destinatario mejor colocado. Rebotes que captura tras erras su propio tiro. Defensa intensa que permite salidas fulgurantes a la contra. Pelear cada balón como si fuese el último. Hasta la última gota de sudor. Un gen competitivo nunca visto hasta ahora. En cuanto a condiciones físicas, probablemente estemos ante el mejor base de la historia. Un tipo de 1,91 metros que disputa y gana balones a una altura abismal a los center del equipo rival. Muchos haters dirán que «le caen a las manos». Pues eso, como si fuera fácil.

Cuando el año pasado Warriors remontó el 3-1 a Thunder en las Finales de Conferencia, todas las críticas de la prensa se centraron en un hombre: Westbrook. Los medios parecían omitir los pésimos quinto y sexto partidos de Durant (12/31 y 10/31, respectivamente). «Westbrook no sabe dirigir, solo sabe correr como pollo sin cabeza…», decían muchos. KD aprovechó la oportunidad y se fue a GSW, dejando a Russell solo ante el temor de que OKC se hundiría sin su estrella. Se equivocaban. Es lógico que muchos piensen que sigue buscando en exceso un lucimiento personal, pero lo que está haciendo noche tras noche merece reconocimiento, incluso empatía y cariño. Es el líder de la liga en anotación con 2157 puntos, ha cogido 17 rebotes más que DeMarcus Cousins y repartido 285 asistencias más que Stephen Curry, por ejemplo. Todo esto disputando 2 minutos menos de media por partido que jugadores como Wall o Harden. Para algunos no significan nada más que datos y matices. Para otros (y servidor), algo inaudito e indiscutible.

Resumiendo y para finalizar, el único jugador capaz de promediar un triple-doble en una temporada fue Oscar Robertson. En 1962. Con 10 minutos más de media en cancha que el bueno de Russ. Con más posesiones por partido que la actual NBA, pues en aquel entonces los partidos eran de todo menos tácticos. Para algunos Westbrook es y seguirá siendo un jugador difícil de apreciar: demasiado físico, demasiado impulsivo. Porcentajes de tiro bajos y un gran número de pérdidas. Pero a él no se le pidió eso. Se le requirió que aguantara él solo el peso de una franquicia y lo está logrando. Russell es como es y seguirá siendo así, guste más o guste menos. Es su esencia. Aquí no estamos en el bando hater. Aquí le hemos bancado siempre. Y él, de momento, no nos ha defraudado.