Análisis de temporada 2016-17: Memphis Grizzlies
Un año más como supervivientes

Veníamos de la temporada 2016, un año marcado por una plaga de lesiones que obligó a los Memphis Grizzlies a recurrir a ese pintoresco Suicide Squad. Para los que no lo recuerden, una obligada remodelación de la plantilla para suplir, a base de retales, las bajas de sus hombres principales, pero con la que se consiguió alcanzar unos PlayOffs que se antojaban imposibles gracias al afán de supervivencia y al orgullo que viene acompañando a los osos en el último lustro.
Los Spurs nos barrerían en primera ronda, un final previsible y justificable del que podíamos estar satisfechos dadas las circunstancias. Superado un año difícil, los Grizzlies encaraban esta campaña con las pilas recargadas y con plena confianza en su proyecto. No obstante, diversas incógnitas asomaban sobre el incierto futuro de un equipo con grandes aspiraciones. ¿Cómo volvería Marc Gasol de su larga lesión? ¿Estaría David Fizdale a la altura de las expectativas en su primer año como entrenador? ¿Justificaría Mike Conley su estratosférico contrato? ¿Cómo responderían las piernas del núcleo duro de veteranos? Y por último pero no menos importante, ¿sería Chandler Parsons la apuesta adecuada para dar el salto de calidad que el equipo andaba buscando?
Tramo inicial para enmarcar
Empecemos des de el principio. Pese a que los más optimistas soñaban con terminar el curso cerca de las 60 victorias, siendo realistas la temporada empezaba mejor de lo que cabía esperar. David Fizdale se iniciaba con buen pié ganándose el apoyo de una afición volcada y Marc Gasol despejaba dudas sobre su estado de forma ofreciendo el mejor baloncesto de su carrera. El dogma GritNGrind seguía siendo la máxima institución imperante en la franquicia de Tennessee, pero Coach Fizz no dudaba en implementar sus acotaciones.
Demostraba que su condición de novato era engañosa, dando con la tecla adecuada al relegar a Zach Randolph a la segunda unidad, un ajuste que permitía a Mike Conley y Marc Gasol jugar más liberados, sin una dependencia tan grande de su juego interior, y se aseguraba anotación en las rotaciones con un sexto hombre de garantías. Reinventarse sin renunciar a la identidad. Los resultados abalaban sus decisiones. Exceptuando alguna derrotas aisladas contra equipos teóricamente inferiores, se conseguían rachas muy positivas de cinco o más victorias. Para alimentar un poco más la euforia llegaban algunos triunfos de peso contra grandes equipos como Cleveland, Golden State o Houston, forjándose, mediante esa aura alegórica de David tumbando a Goliat, la reputación de matagigantes de la liga. Incluso los problemas en la espalda de Mike Conley en noviembre parecían un mal menor, perfectamente saneado por el esfuerzo colectivo y por el rendimiento de otros pilares como el bueno de Marc Gasol.
Primeros síntomas de retroceso
No todo iba a ser un camino de rosas. Este es un deporte basado en las dinámicas y solo hace falta relajarse un poco para desviarse de la trayectoria correcta. Encarábamos 2017 con un plausible récord (26-16), pero en ese punto empezó a acechar la sombra de la irregularidad. Capaces de lo mejor y de lo peor, protagonizábamos machadas imposibles contra Golden State o Houston y al mismo tiempo hacíamos el ridículo contra los Lakers.
Chandler Parsons, recuperado de su lesión en la rodilla, no conseguía rescatar ningún atisbo de su desaparecida confianza y los 94 millones depositados en él daban poco margen para ser pacientes. Fizdale había comparado su potencial con el de LeBron James en el campamento de verano de los Grizzlies, pero la realidad era otra muy diferente: contrato de superestrella, rendimiento de D-League.
Los jugadores capaces de aportar desde el banquillo se podían contar con una mano, si de esa mano cortásemos tres dedos nos quedarían los realmente fiables de cara a una eliminatoria de Playoffs. Solo el talento del tándem Conley-Gasol y el esfuerzo defensivo de veteranos como Tony Allen y Vince Carter salvaban los muebles en un tramo liviano del calendario, que, pese a perfilarse algunas carencias preocupantes, se saldó con más victorias que derrotas.
Terrible final de temporada
La debacle total llegaría en marzo. Los malos presagios de los meses anteriores acabaron por coger forma. Cinco derrotas consecutivas empujarían a Fizadale a realizar diferentes probaturas en las rotaciones que no harían más que empeorar las cosas. Los Grizzlies parecían un equipo desorientado, huérfano de identidad y con la marca GritNGrind difuminándose a paso acelerado. Para colmo, Chandler Parsons volvía al dique seco con una nueva lesión de rodilla que lo mantendría apartado por el resto de temporada. Para los intereses a largo plazo eran malas noticias pero en la inmediatez nos dio un poco de vidilla dejando espacio para más minutos de Vince Carter, que a sus 40 años protagonizó actuaciones estelares como los 24 puntos sin fallo contra los Milwaukee Bucks. Aportaciones vitales para volver momentáneamente a la senda del triunfo con una racha de cinco victorias que acabaría siendo un espejismo.
El mal de ojo de las lesiones volvía a Tennessee. Si no era uno era el otro, que si un molestias en el hombro, que si ojos arañados… David Fizdale se vio forzado a saltar a la cancha con hasta 26 quintetos iniciales diferentes durante toda la temporada. Las alarmas volvían a sonar en los Memphis Grizzlies: esta vez, un esquince de Marc Gasol que, por suerte, no acabó siendo nada grave pero que provocó que se perdiera cinco partidos. Con la séptima plaza del oeste prácticamente asegurada y los playoffs a la vuelta de la esquina, se decidió que lo mejor era no forzar demasiado el engranaje de un equipo acosado por las bajas, al que la temporada regular se le empezaba a hacer larga.
El resultado fue un último mes espantoso en el que agradecimos el gran inició de curso, y no haber dejado los deberes para el último día. La nota positiva fue que Mike Conley dio un paso adelante, erigiéndose como el nuevo líder del equipo registrando los mejores números de su carrera, siempre bien acompañado de Marc Gasol. La peor noticia se conocía con la lesión de Tony Allen en el último partido de la temporada. El máximo exponente del GritNGrind y pieza clave para defender Kawhi Leonard en la inminente eliminatoria contra los Spurs no podría disputar estos PlayOffs.
PlayOffs
Llegaba la hora de la verdad. Todo lo ocurrido anteriormente era agua pasada. En nuestras mentes sólo quedaba sitio para soñar en repetir el milagro de 2011, cuando batimos a unos Spurs que se presentaban como primer clasificado del Oeste. Los dos primeros partidos fueron de claro dominio local. Tras el Game 2, David Fizdale arremetía con toda su furia contra la actuación arbitral dejando el famoso «Take that for data» que quedará como una insignia más de los Grizzlies. La serie llegaba al FedExForum, la casa del terror, con una afición volcada apoyando a técnico y jugadores que fue determinante para empatar la eliminatoria en la prórroga del cuarto partido, saldada con canasta en el último segundo de Marc Gasol, que quedará grabada en nuestras retinas para siempre. Dimos el susto pero ahí se quedó. San Antonio ganaría los dos siguientes dejándonos un sabor de boca agridulce, orgullosos de un equipo que murió luchando y que dadas las circunstancias hizo todo que pudo, pero con la certeza de que un año más nuestras lacras nos han limitado a ser simplemente un digno contrincante.
David Fizdale, un debut ilusionante
Un primer año notable para un entrenador que se estrenaba llevando la riendas de un equipo NBA. Más que por los resultados, la nota positiva aparece en la química. Cierto que no era uno de esos vestuarios hostiles con una lucha de egos que hiciera tambalear la armonía, pero el vínculo de los jugadores con la franquicia se ha estrechado fuertemente. Prueba de ello es que agentes libres como Vince Carter o Tony Allen han expresado públicamente su interés por renovar y seguir en una ciudad que ya es como su casa. Carismático y con buenos conocimientos técnicos, el entrenador se ha ganado el apoyo de una de las mejores aficiones de la liga. El «Take that for data» lo catapultó hacia el foco mediático, algo que puede ser una arma de doble filo. En los PlayOffs supo tomar algunas decisiones acertadas, como devolver a Z-Bo a la titularidad, un ajuste que reflejó resultados instantáneos consiguiendo dos victorias.
La gran decepción: Chandler Parsons
Chandler Parsons, el hombre de los 94 millones, la última pieza del rompecabezas. Llegaba como ese ansiado tirador que daría un nuevo aire al equipo. Pero los problemas físicos que ha ido arrastrando no le han permitido ni acercarse al nivel con el que abandonó los Howston Rockets para emprender una nueva aventura en Dallas. Una apuesta arriesgada que no podría haber salido peor: 6.2 puntos con un 29.6 % en triples. Su lesión no hace más que aumentar los temores de que nuestro espacio salarial se vea altamente limitado en vano. Sólo nos queda rezar para que el año que viene consiga mantenerse sano y poco a poco ir recobrando sensaciones.
Los de siempre, aún mejor
Pasan los años y el big three de Memphis Grizzlies sigue funcionando, ¿hasta donde podrían haber llegado de no estar tan solos? Mike Conley ha incrementado en cinco puntos sus promedios anotadores (20.5) estableciendo los mejores números de su carrera. Se ha echado el equipo a la espalda y ha justificado cada centavo de su oneroso contrato. Marc Gasol también ha estado sublime, otro que se ha marcado la mejor temporada de su carrera. Supo leer la dirección irremediable que ha tomado la NBA y subió sus prestaciones con el triple como nueva arma de su amplio arsenal. Una amenaza dentro y fuera de la pintura. Z-Bo, postulándose para el galardón de mejor sexto hombre de 2017, ha seguido en su línea pero jugando cerca de cinco minutos menos, algo que a sus 35 años le viene perfecto para llegar con las piernas frescas a la post-temporada.
Un banquillo que no ofrece garantías
En las segundas partes de los últimos partidos de temporada regular quedó demostrado que el banquillo de los Grizzlies deja mucho que desear. Fizdale dio muchos minutos a los suplentes que se dejaron remontar, en varias ocasiones, amplias ventajas conseguidas en la primera mitad. Andrew Harrison, el rokie procedente de la universidad de Kentucki, ha gozado de más oportunidades que otros novatos con mucho más pedigrí, todas desaprovechadas reflejando una endémica falta de confianza. Troy Daniels, uno de los pocos bombarderos des de el perímetro, alternaba un partido bueno con tres de malos, pero la necesidad de lidiar con el escaso acierto exterior que arrastramos desde tiempos inmemoriales, le garantizaba sus minutos. Vince Carter fue el elegido para sustituir a Parsons como titular tras su lesión. Que un veterano de 40 años tenga que cargar con tantos minutos de responsabilidad es signo de suplentes poco fiables. Lo de Vinsanity es de otro planeta pero ese ya es otro tema.
Opinión
La temporada puede mirarse des de dos perspectivas. Un año más, y ya van siete, este equipo se ha clasificado para los PlayOffs, ha competido hasta el final y ha demostrado que sabe hacer frente a cualquier adversidad con unos soldados curtidos en mil batallas que son auténticos supervivientes. Uno de los conjuntos que consigue sacar más rendimiento a una plantilla limitada tanto por edad como por talento. Todo a base de sacrificio y orgullo.
Por otro lado, la era del GritNGrind está tocando su fin. Un proyecto envejecido que nos ha servido para dar mucha guerra, alguna que otra sorpresa, pero con el que nunca hemos sido auténticos aspirantes. No es que haya quedado obsoleto pero no hace falta ser muy lince para entender que nuestras estrellas tienen una edad y eso acelera la fecha de caducidad. El futuro a corto plazo pinta turbio, ni draft, ni espacio salarial, ni un proyecto suficiente potente como para ser candidatos a todo con pequeñas modificaciones. Lo de Parsons es un batacazo, si no lo resucitamos será una lacra que iremos arrastrando y que condicionará y limitará nuestras operaciones.
La cara y la cruz de un proyecto que nos ha regalado los mejores años de esta joven franquicia que son los Grizzlies, pero que llegado a este punto plantea unos cuantos dilemas. Las decisiones venideras tienen que ser fruto de un análisis exhaustivo, cualquier paso en falso derrumbaría nuestras opciones presentes y/o futuras.