ANÁLISIS | Houston Rockets: el cadáver más grande de los Golden State Warriors

Navegan a la deriva por los últimos puestos de la Conferencia Oeste

Quién se lo iba a decir a Daryl Morey, General Manager de la franquicia tejana, que había logrado construir un equipo potente en torno al nuevo concepto de baloncesto moderno. Los Houston Rockets habían conseguido implantar su sello en la NBA a base de triples, decenas, cientos, miles de triples, para ocultar sus carencias, que existían, pero que eran paliadas por su efectividad en el sistema defensivo, por la solidaridad entre compañeros y por el estado de gracia de ciertos jugadores.

También habría que preguntarse qué habría pasado si Chris Paul no se lesiona en esa serie ante los Warriors. ¿Anillo? Nunca lo sabremos pero el base de los Rockets estaba ofreciendo un baloncesto digno de mención. Sin embargo, la pregunta es clara, ¿qué queda de ese proyecto ganador que hizo tambalear las oficinas del Oracle Arena? No queda absolutamente nada, chispazos, flashbacks momentáneos que nos retrotraen a la época gloriosa de la franquicia de Texas, una época que quedó sin anillo, y quién sabe, si destruyó el proyecto para siempre.

La ambición pudo con los Rockets, bueno, la ambición y el ‘contratazo’ de Chris Paul, el germen que acabó desestabilizando unos cimientos que habían sido construidos paso a paso, sin descuidar ni un solo detalle, unos cimientos que iban a llevar a los Rockets al mismísimo Ateneo baloncestístico. Pero no fue así, tuvieron que apostar por Chris Paul y lo convirtieron en el jugador mejor pagado del roster con 160 millones para 4 años, una auténtica barbaridad si se tiene en cuenta que también se tuvo que acometer el contrato de Clint Capela, que después de una temporada regular bestial, vio como sus emolumentos crecían como la espuma. El bueno de Chris Paul no quería retirarse sin ganar un anillo, pues es posible que por esa suma de dinero, los Rockets sean incapaces de lograr el anillo con esta plantilla, plagada de defectos y vacíos.

Una plantilla escasa

Como decíamos, el contrato de Chris Paul provocó una vorágine de acontecimientos que los Rockets no planificaron correctamente. Blindaron a sus estrellas, potenciaron ese Big Three con Harden, Capela y el propio CP3, y olvidaron la clave que les había llevado a rozar las Finales de la NBA con la yema de los dedos: la defensa. Trevor Ariza abandonó el barco y se marchó a unos hundidos Phoenix Suns mientras que Luc Mbah a Moute hizo lo propio poniendo rumbo a Los Ángeles. Dos de las claves de la defensa de los Rockets se esfumaron en un movimiento de despacho, dos de los jugadores más importantes de la rotación hicieron las maletas. Daryl Morey sonreía en su despacho por la temporada que se podía avecinar. Esa sonrisa tornó en oscura mueca con rapidez. Los Rockets estaban en peligro.

Las incorporaciones de James Ennis, Gary Clark o Danuel House no han sido suficientes para ocultar las carencias evidentes de unos Rockets, que han perdido completamente el rumbo y la identidad. Estos tres jugadores han ido mejorando con el paso de los partidos y principalmente el caso del último se ha convertido hasta en una buena noticia, por su aportación desde el banquillo.

La baja de Trevor Ariza, clave para estos Rockets. Fuente: Sports Illustrated

Sin embargo los Rockets siguen adoleciendo de problemas defensivos y de pérdidas incontables en la parcela ofensivo, eso sin olvidar el desastre que hacen noche tras noche en materia de rebotes defensivos. Aún recuerdo el reciente partido ante los Blazers donde Nurkic hacía lo que quería en la pintura del equipo tejano.

La temporada pasada los emparejamientos defensivos, a priori un tanto alocados pero efectivos y solidarios, provocaron que la defensa de los Rockets brillara en la NBA y fuera admirada por sus más directos competidores. En lo que respecta a la parcela ofensiva, Chris Paul no está haciendo valer el ‘contratazo’ que mencionábamos anteriormente y Clint Capela hay partidos en los que ni aparece.

Los Rockets están encomendándose a su Mesías, al loco de James Harden, que sigue haciendo barbaridades allá por donde va. Step back, penetraciones a canasta, Alley-Oops con Clint Capela, sigue haciendo exactamente lo mismo que el año pasado, pero sigue siendo igual de letal. Eso y ciertas apariciones estelares de jugadores secundarios están salvando los muebles estos últimos encuentros.

Pese a estas apariciones estelares, la cara de preocupación de D’Antoni persiste y se ha convertido en un mantra esta temporada. Los Rockets acumulan dos victorias consecutivas pero puede ser un espejismo si no se solucionan los problemas reales que tiene la franquicia. La garra, la competitividad que mostraba el equipo el año pasado aparece y desaparece, no es una constante que necesitan los miembros del equipo para ganar en motivación, una motivación más que necesaria para seguir creyendo que pueden batir a su enemigo íntimo, los Golden State Warriors.

Un futuro incierto

Houston Rockets’ Chris Paul drives against the Cleveland Cavaliers in the second half of an NBA basketball game, Saturday, Feb. 3, 2018, in Cleveland. (AP Photo/Tony Dejak) ORG XMIT: OHTD10

Como planteábamos anteriormente, los Rockets tienen comprometidos muchos millones para las próximas temporadas con los contratos de Chris Paul, James Harden y Clint Capela, por lo que poco margen de actuación queda para este equipo en lo que respecta a las contrataciones. Todo parece abocado a la adquisición de un alero con actitud ofensiva que permita mejorar las prestaciones del equipo tanto en ataque como en defensa, y sobre todo, todo indica a que los Rockets van a tener que concienciarse de su situación y ser un equipo de verdad, un equipo que se deja todo en la cancha, volver a esa solidaridad defensiva y aprovechar cada una de las posesiones, minimizando las pérdidas, que hasta hoy han sido cuantiosas.

Chris Paul tiene que volver a ser ese jugador diferencial y James Harden tiene que seguir haciendo barbaridades para que estos Rockets entren en playoff y compitan. La sombra del anillo queda muy lejos para unos Houston Rockets que solo se plantean ganar en confianza, competir, llegar todo lo lejos posible en playoff (siempre y cuando se clasifiquen), en definitiva, volver a ser ese equipo rocoso y sorprendente que cambió la forma de entender el baloncesto gracias a la nueva conceptualización de Daryl Morey, todo un gurú, sí, pero un gurú también se puede equivocar.