ANÁLISIS | El momento Brizuela

Unicaja consigue la pieza que le faltaba

La salida de Darío Brizuela de Movistar Estudiantes era algo que, tarde o temprano, iba a llegar. Un año de auténtico ascenso meteórico le ha bastado para recalar en uno de los equipos punteros de la ACB, y dos partidos le han bastado para convertirse en todo un ídolo de la afición. Tras la negativa de Estudiantes en verano a Valencia Basket, operación que ha acabado con final feliz en cuanto a lo económico para ellos (no tanto en cuanto a lo deportivo), Unicaja se ha llevado al que es uno de los mejores jugadores del panorama nacional, por prestaciones y por proyección.

El jugador, por otra parte, se encuentra, ante la oportunidad de su carrera. Como bien él ha dicho en recientes entrevistas, a pesar de la delicada situación de los colegiales, una oportunidad que no podía rechazar. Con 25 años recién cumplidos, muchísima menos responsabilidad que en el Estu, y en un estilo de juego que le viene al dedo, será la segunda vez en ocho temporadas que dispute competición europea, y la primera vez que lo haga en Eurocup, competición en la que ya ha dejado pequeños destellos de lo que va a ser este año. Temporada en la que, además, todo apunta que disputará también su segunda Copa del Rey, que se celebra en su nueva casa, y todo lo que eso conlleva.

Beneficiado Unicaja, beneficiado él, y beneficiados nosotros, pues en horas bajas de jugones nacionales, vamos a vivir con Darío una de las narrativas más interesantes de toda la liga; el momento Brizuela.

El paso adelante natural

Es precisamente la narrativa la que hace más sencilla su inclusión en el equipo. Era cuestión de tiempo que Brizuela diera este siguiente paso en su carrera. No pudo ser en verano a Valencia Basket, pero ha sido en diciembre a Unicaja. Muchos dirán que es demasiado tarde, y que se debió producir en verano. Otros que no, que Valencia aún le quedaba grande y que es mejor empezar un peldaño más abajo (Eurocup) y mejor rodeado (Adams, Jaime Fernández, Toupane, Waczynski, Ejim…). Quizás, en cuanto a recursos, en Málaga, está un poquito más arropado, pues en Valencia pasaba a ser el único escolta de garantías de un equipo de Euroliga, teniendo en cuenta que Jordan Loyd aún no había llegado al conjunto taronja.

El caso es que ese paso se ha acabado produciendo, y no con la temporada tan entrada. Darío llega en el momento perfecto para adaptarse al equipo, en una situación mejor de la que habría sido en dos o tres meses. Una adaptación que debería ser y está siendo muy plácida por tres motivos; por su propia mentalidad, porque es el paso más natural de todos y porque es al lado de Jaime Fernández. Es el factor de la mentalidad, sobre todo, el que le avala. Un revulsivo, ese jugador que le ofrezca una marcha más a un equipo que la necesitaba.

Poco ha tardado Darío en ofrecer los primeros bocados de talento a la afición. Los minutos del tercer cuarto ante Herbalife (7 puntos y 5 rebotes), y otros 20 de pura magia ante Oldenburg (10 puntos y 3 asistencias), un poquito más acertado que el pasado fin de semana, son la mejor carta de presentación posible. Todavía está por ver si se espera un incremento de minutos, aunque parece que él ya lo deja claro:

«El Unicaja no está en la posición que debería. No siento presión. Vengo a a aportar, a partir de ahí conseguir resultados. Es un reto grande».

El pegamento de la rotación exterior

Cada vez quedan menos dudas acerca del rol que Darío Brizuela va a desempeñar en la rotación de Luis Casimiro. Un Luis Casimiro que entrenó en Estudiantes cuando Darío todavía era un crío, y que a pesar de no conocerlo ni haberlo entrenado nunca, conoce a la perfección la manera en la que se trabaja en el Ramiro. Además, se encuentra también con un Darío mucho más maduro que años atrás. Lo suficiente para no necesitar el balón para generar, y lo suficiente como para poder tomar esta responsabilidad cuando su equipo lo necesite

Dentro de la pista, la mejor noticia para Darío va a ser la de tener la posibilidad de dosificar y elegir sus tiros. A diferencia que en Estudiantes, en Málaga no va a ser la primera y única baza ofensiva, lo que le va a proporcionar mucha más calma a la hora de seleccionar opciones favorables para él, una situación a la que él todavía no se ha enfrentado. Desde el primer momento, estamos viendo a un Darío bastante diferente durante los últimos cuatro partidos del que hemos visto en estos dos últimos años, de vuelta a su rol original, el rol que asumió en Estudiantes al lado de Sylven Landesberg, un rol que lo potencia.

Unas piernas que ofrezcan oxígeno desde el banquillo. Un sustento anotador de garantías para complementar con Josh Adams, o con un Jaime Fernández que no ha comenzado la temporada a su mejor nivel. Menos tiempo de juego, y sobre todo, menos tiempo con el balón en sus manos, para ofrecer más efectividad a la hora de explotar sus virtudes. 

Pero, ¿significa esto que Darío Brizuela está dando un paso atrás en su carrera para volver a ser un mero sexto hombre? Para nada, y mucho menos en un equipo que juega dos competiciones. No vamos a ver la versión de Brizuela máximo anotador de la liga (aunque nunca se sabe), jugando 30 minutos por partido y tirando el 50% de las posesiones de su equipo, pero vamos a ver a Brizuela en muchos momentos como complemento indispensable del ataque de Unicaja, sobre todo el ACB. Es el principal argumento que convierte su fichaje en un bombazo para los malagueños, su inclusión en la rotación, y su polivalencia para poder ejecutar diferentes roles dentro de los propios partidos; entrar en liga como titular cuando Josh Adams y Jaime Fernández acusen el cansancio de la Eurocup, ejercer de microondas desde el banquillo para liderar remontadas como la de Gran Canaria en su debut o servir de relevo de Jaime Fernández cuando no esté acertado, poder acompañar a Jaime cuando juegue de base, hacer de complemento natural para Alberto Díaz, de corte más defensivo… El abanico de posibilidades que ofrece el vasco al equipo es infinito.

¿Soluciona los problemas de Unicaja?

Los problemas de Unicaja, en realidad, van un poco más allá de un refuerzo, que aunque estelar, es sólo uno. Brizuela ha llegado a Málaga con el pretexto de solucionar muchos de ellos, como por ejemplo, la falta de producción anotadora en el banquillo, la falta de profundidad en el mismo y, como hemos explicado ya antes, el encaje de los exteriores. Sin embargo, sigue existiendo un problema bastante grave y que, a largo plazo, va a generar mucho más mal del que ya ha generado; la falta de organizador. 

Es el principal problema que está haciendo mella en la rotación verde. Una rotación que no sufre de profundidad en las alas, pero a la que le falta un base fiable, que recorte tiros a Jaime Fernández en el quinteto y que le de descanso a Josh Adams. Brizuela soluciona parte de ese problema, pues servirá de sustento exterior, relevará a Jaime cuando no esté acertado y ayudará a que el equipo no acuse tanto es falta de base, pero no va a ser la solución para la anarquía ofensiva del conjunto de Casimiro. Unicaja deberá estar atento al mercado por si puede rascar algo.


Este experimento tiene muchas papeletas para funcionar. Ya lo está haciendo. De ser un equipo desequilibrado, a convertirse en uno de los must watch de la ACB. Para Brizuela, su oportunidad para brillar, más todavía de lo que ya lo ha hecho. Para Unicaja, la oportunidad de encauzar el camino, y alcanzar la versión que debe mostrar. Siéntense, porque el espectáculo ya está servido.