ANÁLISIS | «Ja» era hora

El equipo de moda en Playoffs y su reconstrucción express

Memphis Grizzlies es una franquicia que todos los aficionados españoles hemos llevado en nuestro corazón por la gran cantidad de jugadores nacionales que han pasado pos sus filas y que han marcado huella en la franquicia de Tenessee. Desde aquel joven Pau Gasol, que descubrió a muchos el baloncesto que existía al otro lado del charco, hasta el hermano pequeño de esa familia tan especial, Marc Gasol, que marcó la historia más reciente de la franquicia siendo el jugador con más minutos disputados de su trayectoria en la competición. A pesar de los grandes momentos que nos han regalado los Grizzlies, las últimas temporadas no han sido especialmente emocionantes debido al proceso de reconstrucción por el que está pasando la franquicia.

Este verano rompieron definitivamente aquel equipo que en la temporada 2012/2013 marcaba un hito histórico al alcanzar por primera vez las finales de conferencia. Mike Conley ha sido la última pieza de aquel “roster” histórico -con estrellas como Marc Gasol, Zach Randolph o Tony Allen- en abandonar el barco para cerrar una época en Memphis. Las transiciones en los equipos de la NBA son algo habitual y vemos como con los años los equipos se ven obligados a reconstruir cuando sus estrellas se acaban marchando, hay casos en los que sus reconstrucciones llevan años o que incluso nunca se llegan a completar del todo, como el caso de los Bulls después de Jordan o estos Cavaliers tras la marcha de LeBron. Pero en Memphis parece que ese proceso puede ser más corto de lo esperado.

Decisiones que pueden marcar tu historia

La historia nos ha demostrado que una buena decisión en la elección de un Draft puede cambiar la historia de tu franquicia para siempre y en Memphis llevan ya unos años apostando por un talento joven que ya es una realidad a día de hoy.  Jaren Jackson Jr. fue la primera pieza de este nuevo proceso que se está llevando a cabo en Tenessee. La llegada del joven jugador interior podía generar algunas dudas al principio, aunque con el paso de los minutos sobre la pista se veía que había un gran potencial que podría marcar el devenir de la franquicia. Lo más importante era seguir eligiendo bien las piezas que acompañarían a Jaren sobre la pista y claro, entonces llegó el Draft de 2019… Los Memphis, gracias a la famosa lotería, consiguieron hacerse con la segunda elección, que ya tenía un nombre casi asignado por obligación: Ja Morant.

Yo tuve la suerte de poder escribir para esta misma web un análisis sobre aquel joven base que se caracterizaba por la energía y creatividad que era capaz de mostrar sobre el parqué. Todos sabíamos que ese pequeño de Murray State podía convertirse en un nuevo Russell Westbrook por sus similitudes a la hora de atacar el aro e impregnar el aire de dinamismo. Todos anunciaban un gran futuro para él, lo que nadie esperaba es que este equipo pudiera comenzar a competir desde esta misma temporada.

Aunque todos nos llevemos las manos a la cabeza con lo que está consiguiendo este equipo, nada es casualidad. Sus dos jóvenes estrellas han dejado de lado su posible “inmadurez” en la liga para que su equipo sea capaz de competir por una plaza en Playoffs de la Conferencia Oeste más salvaje de los últimos años. El trabajo del entrenador Jenkins, también una de las nuevas apuestas de la franquicia, ha valido para tomarnos en serio a este grupo de jugadores que ha conseguido colarse en una plaza de postemporada después de 2 años en el dique seco.

Mucho más que una pareja

La asociación entre Jackson y Morant ha supuesto ese empujón que necesitaba el equipo para volver a competir, pero las decisiones de la directiva a la hora de rodear a sus dos perlas también ha sido clave. La llegada de jugadores experimentados en la liga como Jonas Valanciunas o Jae Crowder ha supuesto ese punto de madurez necesario en todo vestuario para no perder los nervios. Además, la plantilla está perfectamente complementada con jóvenes jugadores como Brandon Clarke, Dillon Brooks o De´Anthony Melton que consiguen sumar desde un segundo plano, pero que son uno de los factores importantes del triunfo de estos Memphis Grizzlies.

Núcleo «Grizzlie» en pleno funcionamiento.

Uno de los datos que respaldan a este equipo y que sintetiza a la perfección el planteamiento de los partidos y el buen entendimiento que hay en la plantilla es que estos Grizzlies están liderando la NBA en número de asistencias. Todos los jugadores buscan la superioridad de sus compañeros y se conjuntan a la perfección para ser el décimo equipo que más punto por partido anota en la liga. No todo es felicidad y el equipo deberá seguir mejorando en otros aspectos, especialmente la defensa, donde son el 20º equipo en “rating defensivo”, para terminar de aferrarse a esa 8º plaza de playoffs.

La llegada de Jenkins a los banquillos ha supuesto también una revolución en el estilo de juego de su equipo y ha modernizado la pizarra de su equipo. El juego ya no es mucho más eficiente con las piezas que tiene si no que, además, es un tipo de juego divertido para el espectador. Toda este estilo de juego nace en la voracidad ofensiva con la que juega el equipo. La velocidad de sus ataques lo ha convertido en el cuarto equipo de la liga que más puntos anota al contraataque y cualquier aficionado a la NBA debería marcarse los partidos de los Grizzlies este año por todo lo que pueden ofrecernos.


Con la temporada 2019/-20 ya a mitad de su trayectoria, Memphis ha demostrado que esto no es simplemente una moda pasajera y que es un equipo capaz de competir contra cualquier franquicia de la NBA. El carácter y personalidad de sus nuevas estrellas están empujando a la franquicia a una nueva juventud tras los tiempos del Grit & Grind. El buen trabajo en los despachos está dando sus frutos y no era una tarea sencilla reinventar un equipo tras cerrar un ciclo histórico en la ciudad más poblada de Tennessee. Un buen resumen de los Grizzlies de este año es que nadie se lo está pasando tan bien como ellos mismos. Hay que seguir de cerca a estos Memphis Grizzlies, que son ya más una realidad que una promesa.