Ni Ben, ni Brandon. Ainge, el nombre es Buddy

Me he enamorado del Sooner

FOTO: CREWU (CC)
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Cuando empiezas a estudiar la nueva camada de prospects que llega cada año, lo primero que haces es mirar los números, un primer, y frío, contacto desde la lejanía. Sigues avanzando en tú investigación, y comienzas a fijarte en sus virtudes, que lo hace especial. En la tercera vuelta intentas prestar atención a los defectos, ya sabes que puede hacer, ahora quieres saber lo que tiene que mejorar. Tu cuarta visita a ese jugador se centra en descubrir su potencial, ¿dónde puede llegar?. Por último, te centras en su vida, su carrera, su personalidad y carácter.

Con toda esta información intentas crear tu propio mock, uno personal, sin pensar en las necesidades de los equipos, un mock en el que ordenas a tus jugadores favoritos, algo íntimo, que sólo compartes con tus más próximos allegados. Una vez que se acerca la fecha del Draft, vuelves a realizar un ejercicio introspectivo, intentas, desde la máxima objetividad, pensar en lo que debería elegir tu equipo.

Y es después de realizar estos dos pasos, cuando se ha dado una de las situaciones más bonitas que se pueden dar cuando analizas el Draft, que tu jugador favorito coincida con el jugador que crees que debe elegir tu equipo, y eso lo ha conseguido Buddy Hield.

Desde Eight Mile Rock, Bahamas, se presenta al próximo Draft el único jugador que ha sido capaz de despertar en mi cerebro esa curiosidad que se asocia a lo inesperado, esa curiosidad que vinculas a alguien especial, una persona con una capacidad  innata de generar simpatía, una persona con una obsesión insana por el trabajo, y una persona con un talento para el baloncesto que hace que cualquier competición universitaria se le quede pequeña. Buddy Hield es un escolta de 1,95 que está brillando con luz propia en su último año en la universidad de Oklahoma.

Recuerdo que descubrí a Buddy a finales de diciembre del año pasado, es durante navidad cuando empiezo a fijarme en la NCAA. El #24 de los Sooners destacaba por encima del resto, venía haciendo una temporada increíble tanto en anotación como en tiro, y su posición en los mocks era, como poco, sorprendente. Bailando del 20 al 30 en las previsiones de los expertos, Hield generaba una desconfianza relacionada con su edad (22 años), y con un físico no demasiado explosivo como para destacar en un backcourt de la NBA.

«Si metes la pelota en el aro, la altura no importa. Me han defendido jugadores de todas las alturas, y aún así, he sido capaz de seguir haciendo grandes números. Draymond Green, mide sobre 2 metros, y se pasa toda la noche golpeándose con 7 piesBuddy Hield.

FOTO: MAX GOLDBERG (CC)
FOTO: MAX GOLDBERG (CC)

De familia pobre, Buddy Hield se crió en un barrio marginal de Bahamas junto a su madre, sus seis hermanos, su abuela, sus tíos y primos en la casa familiar. Nunca le sobró de nada, comían lo justo y se arreglaban con el poco dinero que su madre conseguía limpiando casas. Pero a Buddy nunca le preocupó el dinero, el quería ser feliz, y lo era jugando al baloncesto. Lo que le había dado el destino, «era más que suficiente» (el propio jugador escribió hace poco un artículo en The Players Tribune titulado «More Than Enough«, relatando su infancia y su llegada a la universidad).

«A pesar de todo lo que duro que trabajaba mi madre, las risas estaban por todas partes en nuestra casa. Cuando llegué a OU, la gente me decía, «Buddy, siempre estas sonriendo, ¿por qué?«. Y siempre les cuento de donde vengo y como me crié, y que aún así siempre sonreíamos.»

No pudo disfrutar de una cancha de baloncesto hasta los 12 años, por lo que se las apañó construyendo sus propias canastas caseras, con tablas de madera que encontraba en edificios abandonados y ruedas de bicicleta. Vivir en un barrio peligroso, infestado por las drogas, nunca fue un problema para la familia Hield, ya que el respeto que tenían en el vecindario a la madre de la familia, servía de protección para todos sus miembros.

Tal era la pasión de Hield por el deporte de la pelota naranja, que su obsesión por entrenar y mejorar llegaba a puntos demenciales. Era habitual escuchar una pelota botando a las 2 de la madrugada si vivías en Eight Mile Rock cuando el pequeño Buddy daba sus primeros pasos. A tal punto llegó su delirio, que sufría de verdaderos ataques de pánico y depresión cuando perdía un partido. Fueron pasando los años, y Hield fue madurando psicológicamente, controlando su miedo a no ganar, pero nunca perdió ni un ápice de esa pasión que le ha empujado a llegar a la cima del baloncesto universitario.

Danny Ainge busca jugadores trabajadores, que tengan ilusión por mejorar, carácter y una mentalidad propicia al sacrificio por y para convertirse en mejores jugadores. Además, el General Manager de los Celtics intenta encontrar esa personalidad que encaje con el grupo que está construyendo junto a Stevens, Buddy  encaja perfecto.

Deportivamente, Buddy Hield es un anotador total. Un combo-guard con una mecánica precisa, rango de tiro pasmoso, muy buen juego de pies, dominio del pull-up, con buen manejo de balón y capacidad de cambio de velocidad, que suplen su falta de explosividad y le permiten penetrar y finalizar con ambas manos. La temporada en el tiro de Hield ha sido apoteósica, con un 46,4% en T3 (intentando 8 por partido), es el triplista más eficiente en la NCAA desde Stephen Curry. Pero lo que más sorprende cuando analizas a Hield, es descubrir que nunca había encestado por encima del 39% en T3.

FOTO: DRAFTEXPRESS
FOTO: DRAFTEXPRESS

 

La progresión desde su año freshman es simplemente brutal. Y no sólo desde su primer año, la mejora respecto al año pasado, cuantitativa y cualitativamente, es digna de mención. La manera en que ha pasado de ser un tirador inconsistente, con mal manejo y falto de recursos, a ser, a falta de decisión oficial, el mejor jugador de la NCAA, es maravillosa. Esto prueba la capacidad de trabajo que atesora Hield. Un jugador que no se va a conformar con ser «así de bueno», que siempre ha buscado la perfección y que va a ser capaz de trabajar hasta la saciedad en mejorar sus defectos y pulir sus virtudes.

Buddy también es un líder. Ha sido capaz de llevar a su equipo hasta la Final Four a base de triples y carácter. No tiene problemas para asumir tiros en momentos calientes y tampoco los tiene para meterlos. En el partido contra VCU, Hield sólo fue capaz de anotar 7 puntos en la primera mitad, pero se cargó al equipo en sus espaldas en la segunda, y consiguió anotar 29 puntos más, resolviendo un partido que se había complicado sobremanera.

«No hay nadie que haya visto en los últimos años, que se pase más tiempo en el gimnasio que Buddy Hield. Esta es la razón de su drástica mejora de su año freshman al senior.» Fraschilla, ESPN.

Y llegamos a la noche del 23 de junio de 2016, ¿usaría un pick 1 o 2 en Buddy Hield?, es el mejor jugador, ahora mismo, dentro de los elegibles. Y ese «ahora mismo» es la clave, ya que es probable que Brandon Ingram y Ben Simmons, cuando alcancen la edad de Hield, sean mejores que él. Simmons no es santo de mi devoción, no tiene carácter y su falta de competitividad y de ganas me irrita. Ingram es especial, un jugador con unas características no vistas desde Kevin Durant. Pero tal es mi amor por Buddy Hield, que estaría dispuesto a realizar un trade down si la suerte de la lotería nos regalase el pick número 1. Un traspaso en el que recibamos la hipotética selección número 3 de los Sixers y a Okafor (del cuál parece que se quiere deshacer) y entreguemos el pick 1 más el resto de picks y algún jugador tipo Rozier, Hunter o Young, ¿no firmáis iros a dormir el día 23 con Buddy Hield y Jahlil Okafor de verde? no me parece para nada descabellado.

Para las voces críticas con la decisión de elegir otro jugador de backcourt, decir que la premisa que todos los General Manager deberían seguir a la hora de elegir en el Draft, es elegir siempre al jugador con más talento, y nunca por necesidad. Después nos encontramos con que dejamos pasar a Michael Jordan porque su posición estaba cubierta y necesitábamos un interior.

En definitiva, Buddy Hield tiene algo especial, algo que solamente Brandon Ingram se acerca a tener. Algo, que hace que todos sus compañeros giren la cabeza cuando pasa, abran la boca cuando lo ven jugar y se pregunten:

¿Quién es ese muchacho que está todo el día sonriendo?

Ese es Buddy Hield, y sonríe porque todo lo que está viviendo se lo ha ganado con sudor y trabajo, y porque para él, poder divertirse jugando al baloncesto, «es más que suficiente».

Así que Danny, ni Brandon, ni Ben, ni Dragan, ni Jakob, el nombre que debes decir al descolgar el teléfono la noche del Draft, y al cual quiero ver de verde, es Buddy.