OPINIÓN | Blake Griffin y la nueva etapa de los Pistons diez años después
BG es el portador de la nueva etapa en Detroit
El 3 de noviembre de 2008 no es un día agradable para los Pistons, ya que es la fecha en la cuál la franquicia dio por cerrada la segunda etapa más gloriosa de la franquicia. Joe Dumars (después de su etapa «te formo un equipo ganador con jugadores sin caché» y antes de la etapa «voy a destruir e hipotecar un equipo con jugadores con caché», decidió darle a la franquicia un aire nuevo enviando a su líder Chauncey Billups, Antonio McDyess y Cheikh Samb a los Denver Nuggets a cambio de Allen Iverson. Con Chancey Billups no solo se fue el cerebro en la pista de uno de los mejores equipos que ha pisado una pista de la NBA, sino que también se marcho el último líder que el equipo ha tenido hasta ahora. Se fue el jugador que, habiendo perdido el primer partido de las Finales de PlayOffs contra los Lakers, se levantó y dijo la mítica frase de «no volveremos a LA» (cosa que cumplió).
Los Pistons han nadado sin rumbo desde entonces. Un GM con demasiados billetes y unos jugadores muy acomodados en la burguesía de la liga con casa de verano utilizable de mayo a septiembre han lucido la camiseta de la Motown durante una década. Nunca se ha visto una reacción propia de un equipo ganador, nunca se han sentido ganadores. Los entrenadores han ido y venido, al igual que los jugadores del draft o los agentes libres. Solo un pequeño grupo se ha quedado, embelesado por el proyecto de Van Gundy, por la participación que solo encontrarían en esta ciudad o por sus voluminosos contratos. Pero nunca nada se ha adjetivado como ganador. Ni los seguidores lo han hecho. Hubo un amago de hacerlo en 2015 que trajo el optimismo a una gris ciudad, pero entre lesiones y poca profundidad de banquillo, las temporadas de octubre a abril se han ido alargando en el tiempo.
Van Gundy no ha tenido suerte en Detroit. Ha tenido ideas y buena ejecución, pero las lesiones no le han venido de cara y no ha tenido buen ojo para fichar agentes libres. Todo al contrario ha pasado con los traspasos, y con el de Blake Griffin lanzó una moneda al aire que le salió cruz para él, y cara para el equipo. Los Pistons terminaron mal la temporada y con la sensación de que se había errado e hipotecado de nuevo el futuro de la franquicia, como ya pasara con la contratación del anterior gran agente libre que ha llegado a la franquicia y al que todavía estamos pagando, Josh Smith. Otro gran nombre que viene a dejarnos sin límite salarial y a molestar más que a ayudar. Blake no dio buenas sensaciones en los partidos que jugó de febrero a abril de la pasada temporada. Quizás porqué el equipo estaba de bajón, quizás porque él se imaginaba estar otros 5 años en bajo el sol de California y no bajo las tormentas de nieve de Michigan.
Pero insospechadamente, todo esto ha cambiado en la presente temporada, y Blake se ha convertido en el abanderado de la ya nueva y esperada nueva etapa de la franquicia. Griffin ha sido el primero en pedir más cuándo los resultados no iban de cara, y de pedir todavía más cuando la remontada se estaba culminando. Esta segunda parte no había sido vista en Detroit desde que Chauncey Billups se fue a las montañas del centro oeste del país.
La tribuna inferior parece mucho más llena de lo que estaba. Necesitamos mantener esto en marcha. Somos nosotros estableciendo una cultura y construyendo un producto en la pista de la que nuestra afición pueda estar orgullosa – ya sea ganando, perdiendo o empatando.
Esto no se consigue ganando solamente. Muchos jugadores en esta liga pueden convertir equipos mediocres en equipos ganadores. Hay mete puntos y microondas en cada plantilla, de esos no se acaban. La diferencia entre ellos y los líderes, los realmente efectivos, es que unos meten puntos y se van a cambiar al vestuario, y los otros meten puntos, reparten para el equipo, hablan con la prensa en los buenos y malos momentos, se relacionan con el entrenador, convocan a la gente para el partido y dan la cara. Y desconfían, desconfían siempre. Y Blake Griffin no se ha relajado en la buena racha que ha hecho que los Pistons sean noticia por algo más que aniversarios de efemérides de los Bad Boys o su habilidad por pasar desapercibido una vez más en la liga.
No hay nada de lo que estar orgulloso. Ganar es solo parte de nuestro trabajo. Debemos concentrarnos e intentar terminar bien los partidos. Nuestra dejadez ha sido lamentable. Por eso perdemos este tipos de partidos. Estoy contento con la victoria, pero no lo estoy necesariamente con la manera con la que hemos cerrado el partido.
Blake Griffin hablando después de la victoria en Dallas 106-101.
Blake Griffin también ha tenido que hacer una curva de aprendizaje para saber como llevar su liderazgo a un nivel sano para el equipo. A inicios de temporada, su protagonismo en pista excesivo. Casi todas las jugadas de ataque pasaban por él, y el equipo no aprovechaba todas sus potencialidades, ya fuera por el cambio de estilo, la adaptación al nuevo entrenador o que simplemente, necesitaban tiempo para entenderse. Poco a poco, los Pistons han ido ajustándose, y esto ha resultado en un cambio que ha ido de otra temporada lanzada por la ventana a estar luchando por la sexta plaza de los PlayOffs. Griffin y Casey han sabido empezar a involucrar a todo el equipo, han podido enderezar a Reggie Jackson y han convertido a Andre Drummond en jugador de la semana. Las oficinas, además, han hecho una buena trade deadline y el equipo ha mejorado a la par que ha mejorado sus números financieros de cara al verano. Griffin pide más a sus compañeros porque sabe que pueden darlo y que él puede hacerles llegar estas oportunidades. Y por ahora, no hay nada más en la mente del jugador que Detroit y su nueva etapa en la liga.
Ni yo, ni mi agente ni mi entorno ha dicho nada. He escuchado rumores y todo eso, pero también debes mirar las fuentes de las que sale todo eso. Estoy contento aquí, y obviamente, estoy frustrado. Debería estar frustrado – si no lo estás, ¿qué estás haciendo jugado a baloncesto?
Blake Griffin, a fecha de 31 de enero de 2019.
Solo con concentración en los malos momentos y todavía más concentración en los buenos, un equipo pasa de bueno a excelente, y Griffin lo lleva tatuado en el pecho.
No me importa el frío.
Blake Griffin.