Luego de una temporada intensa y de lograr el anillo por primera vez desde su llegada a los Spurs, en el mes de Junio Patty Mills se encontró con un panorama inesperado: venía arrastrando una lesión en el hombro que lo dejaría fuera de las canchas por siete meses.
Mills tuvo una muy buena temporada en San Antonio. Como primer suplente de Tony Parker, se destacó aportando triples, energía y verticalidad desde el banquillo, y con el correr de los partidos también fue incorporando visión de juego. Además, ante la ausencia por una lesión de Parker en los últimos partidos pudo jugar más minutos compartiendo la posición de base con Manu Ginobili, y se destacó con sus bombas desde la línea de tres puntos, a tal punto que terminó el mes de abril con un 53,1% en triples.
Prometía ser un verano interesante para el por entonces agente libre, con muchos equipos interesados en hacerse con sus servicios y una copa del mundo por delante. Pero tras confirmarse la lesión, sus posibilidades de negociar un buen contrato fuera del equipo texano decayeron notablemente. Fue entonces cuando desde la directiva de San Antonio contactaron con él y lograron acordar una renovación de contrato de 12 millones por tres años, en una clara muestra de confianza por parte de una organización que muchas veces fue definida por sus propios integrantes como una “gran familia”.
Después de pasar por el quirófano, Patty Mills atraviesa la segunda mitad de su recuperación con tranquilidad y optimismo, y ya sin la protección en su hombro.